martes, 10 de agosto de 2010

Índices: provincia de Pontevedra



Pontevedra: valor de la Provincia en el Movimiento de 1936

El movimiento en Pontevedra: estado social de la provincia

Pontevedra (Capital): estado social

Pontevedra (Capital): sucesos de julio

Pontevedra (Capital): no había complot

Pontevedra (Capital): noche fatal

Pontevedra (Capital): amanece el día 20; nuevos inconvenientes

Pontevedra (Capital): Crece el peligro y actúa la Guardia Civil; alas de España sobre la Ciudad

Pontevedra (Capital): detención del Gobernador; se declara el Estado de Guerra

El Capitán Bernal entre dos fuegos

Tranquilidad en Pontevedra

Marín

Marín: rumores generales y preparativos en el Polígono

Marín: actúa el Polígono

Se declara en Marín el Estado de Guerra

Marín: momentos de peligro

Los hidros de la base de Marín

Bueu: estado social; sucesos de julio; primeras autoridades

Cangas del Morrazo: estado social; sucesos de julio; aportaciones

Moaña: estado social; sucesos de julio; aportaciones

Cotovad

Vilaboa

Salceda de Caselas

Campolameiro

Vigo: estado social

Vigo: la Comandancia Militar, enemigo "número uno" de los revolucionarios

Vigo: se declara el Estado de Guerra

Vigo: detención de dirigentes

Vigo: buscando la normalidad

Ambiente social de Lavadores; sucesos sangrientos; operaciones de limpieza

Porriño

Redondela

Ayuntamiento de Mos

Puenteareas

Tuy: estado social

Tuy: sucesos de julio

Marcha sobre Tuy

A las puertas de Tuy

Participación de los Carabineros en los sucesos de Tuy

Aportación de Tuy al Movimiento

Puentecaldelas

La Cañiza

Caldas de Reyes

Cuntis

Moraña

Cambados: estado social

Cambados: los sucesos; asalto a la Casa Cuartel

Villagarcía: estado social

Villagarcía: sucesos de julio

Villagarcía: artilleros en la ciudad

Villagarcía: operaciones en el extrarradio

Villagarcía: fin de la jornada

El Grove

La Estrada

La Estrada: concentración de fuerzas

La Estrada: la Guardia Civil sabe ya a que atenerse

Forcarey

Cerdedo

Lalín

Lalín: ruptura de hostilidades

Silleda

En Cruces

lunes, 9 de agosto de 2010

En Cruces

Mientras esto sucedía en las parroquias del Ayuntamiento de Silleda, en las del Ayuntamiento de Carbia se verificaba también la recluta de armas y de hombres, aunque, inmediatamente, ordenada y dirigida aquí por elementos distintos.

Primo López Rivadulla formaba, con Manuel Sarmiento Debén y Antonio Gómez López, el trío dirigente de la masa obrera, que por ellos armada, patrulló por Cruces y sus contornos los días 19 y 20 de julio.

Previsoriamente y... para poder actuar con toda libertad, el tal Primo, apoyado en su petición por el alcalde de Silleda Emilio Alonso, logró del Gobernador Civil de Pontevedra que el día 19 fuese retirada la fuerza toda del puesto de Cruces. De suerte que, los obreros del "Sindicato Minero de Fontao" y demás elementos del Frente Popular, se encontraron en Carbia dueños absolutos del pueblo, al que llevan la intranquilidad con sus desfiles en patrullas armadas, con sus registros domiciliarios y otros actos ordenados o consentidos por el trío de referencia, cuyas disposiciones eran ciegamente acatadas por todos.

La actuación de los dirigentes del Frente Popular en la comarca de Silleda, había de culminar en la organización de partidas armadas que, movilizadas en varios camiones, fueron mandadas a Pontevedra el día 20 de julio.

Hemos visto ya en otro lugar el brillante papel que en la capital hicieron los milicianos rojos enviados de los pueblos ¡Aquí, y refiriéndonos tan sólo a los doscientos mandados allí por la sociedad de "Ponte" (Lalín), hemos de consignar el apoteósico recibimiento de que fueron objeto en Silleda a su regreso de Pontevedra.

Fueron los encargados de organizar los festejos en honor de los expedicionarios que a sus casas volvían, sino cubiertos de gloria, cubiertos sí, de polvo, de venganza y de miedo sobre todo, el adalid de la causa derechista en Silleda D. José Brañas, el Cabo de Cruces y el Guardia civil de Silleda Sr. Gamarra, quienes, seguidos de siete paisanos previamente armados, se apostaron en una revuelta de la carretera por donde iban a pasar las huestes comunistas de "Ponte", y... al saludo de ¡manos arriba!, se acercan a los camiones que pararan en seco, y hacen bajar uno a uno a sus ocupantes (cerca de un centenar) obligándoles a dejar las armas, para que de ellas desembarazados, pudiesen más fácilmente recibir el abrazo de bienvenida.

Tras de éstos, llegaron otros camiones, cuyos ocupantes contestaron a la voz de ¡Alto!, disparando sus armas contra Brañas y sus compañeros, que repelen la agresión, entablando violento tiroteo con sus expedicionarios a los que causan quince heridos (de tanta gravedad dos de ellos, que fallecieron a los pocos momentos) y rindiendo finalmente toda la partida.

Silleda, fue uno de los pueblos que con más esplendidez han contribuido a la obra de aportación de la provincia al Movimiento Nacional. ¡Mayor entusiasmo pusieron los Ayuntamientos de la Nueva España en salvarla, que el que pusieran los del Frente Popular en destruirla!

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 8 de agosto de 2010

Silleda

Silleda, en el distrito de Lalín, fue el centro de todas las actividades revolucionarias que, del 18 al 20 de julio, observamos en la comarca.

Bandeira, Cruces, Carbia y otros pueblos, de allí recibieron órdenes e inspiraciones que habían de plasmar en los hechos que luego relataremos, y que dimanaban en su mayor parte del "Comité de Defensa", formado por Emilio Alonso Paz, Presidente del Frente Popular; Daniel Sánchez Mallo, Teniente-Alcalde y Antonio Costoyas Ares, Concejal.

Alonso Paz, creyéndose Ministro o cuando menos Gobernador de la República, se apresura a nombrar delegados de su autoridad, extendiéndoles credenciales que justificar pudiesen su personalidad revolucionaria ante jefes y jefecillos de los pueblos a donde fuesen comisionados.

Carbia, Cruces y Bandeira recibieron la visita de alguno de estos nuevos personajes, portadores de las superiores órdenes del Comité de Silleda, por las que se disponía la requisa de armas de toda clase, municiones, autos y explosivos. Las sociedades, "Obrera de Ponte" (de tendencia socialista) en Silleda, "Pro Escuelas de Bandeira" (de significación izquierdista) en Bandeira, y "Sindicato Minero de Fontao" en Cruces, dieron un número considerable de elementos necesarios para la ejecución de estas disposiciones y demás actos delictivos que pasamos a reseñar.

El día 20 de julio, Antonio Valladares González, provisto de una pistola y capitaneando un grupo armado, se dedica en Silleda a la recluta y preparación de fuerzas marxistas, al tiempo que se incauta de armas, autos y aparatos de radio, empleando la violencia con las personas aquellas que trataban de oponerse a sus designios.

En esta forma, se apoderó de una escopeta de D. Carlos Otero Salgueiro; una pistola de D. Nicolás Morandeira; dos coches de D. Manuel García Cerviño; gasolina de un depósito perteneciente a D. Amador Taboada Gutiérrez; radio y coche de D. Antonio Trabazo, y escopeta de D. M. Rey, habiendo además hecho tres disparos de pistola sobre Ramón Ares Cacheiro, y otros varios contra D. José Troitiño Gaiteiro.

No satisfecho con esto, penetra con parte de su gente en la Iglesia de Mánduas primero, y más tarde en la de Merza, no ciertamente arrepentido y para pedir a Dios perdón, sino para encañonar con su pistola a los párrocos respectivos, amenazándoles de muerte si no entregaban las armas todas que tuviesen en su poder.

No son sólo Valladares y sus hombres los que en Silleda pueden exhibir una brillante hoja de servicios a la causa revolucionaria. Otro grupo integrado por Donoso Vieitez Caramés, Fidel Costoyas Moreiras, Ramón Felino, Manuel Naya Gómez (a) "Topino", el "Cachinero" y otros, podría, con toda justicia, presentar la cuenta al Comité de Silleda, para que éste, en caso de triunfo, la hiciese llegar a los altos dirigentes marxistas. El grupito en cuestión, provisto de armas y muy malas intenciones, visitó en dos ocasiones distintas la parroquia de Mánduas, y sus componentes penetraron en la casa Rectoral, con ánimo de proceder, cuando menos, a la detención del párroco.

Quiso la suerte que en ninguna de las dos visitas pudiesen entrevistarse con el Cura a quien buscaban; pero no por eso sus familiares y la Rectoral se vieron libres del minucioso cacheo, que por cierto resultó infructuoso.

Más tarde, estas gentes se fueron a Bandeira, y, divididas en secciones, patrullaron por la parroquia donde hicieron resonar su grito de guerra (U. H. P.), al tiempo mismo que lucían sus escopetas y puños en alto.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

sábado, 7 de agosto de 2010

Lalín: ruptura de hostilidades

El jefe político hacía honor al concepto general de traidor, taimado y cobarde en que todos le tenían. Había dado su palabra de que los obreros no saldrían de sus centros, y los tenía ya bien preparados en los alrededores del pueblo, esperando el momento oportuno de lanzarlos sobre él.

No pudo hacerlo. Alguien enteró a la Guardia Civil, de que, en las robledas próximas, había grupos armados. Redobla ésta la vigilancia; toma toda clase de precauciones y, al amanecer del día 20, marcha a los lugares señalados por la confidencia como ocupados por los revoltosos, encontrándolos ya desiertos; que... ¡si la Guardia civil tenía sus confidentes, también ellos tenían los suyos!

El día 20 se rompen, por decirlo así, las hostilidades.

Hasta entonces, los dirigentes guardaban todavía cierta consideración, nacida acaso del temor, a las fuerzas de la Guardia Civil, pero, desde ahora, se creen ya suficientemente fuertes para actuar por cuenta propia, arrojando la careta de hipocresía con que se habían presentado en los primeros momentos.

En Lalín hay unos 800 hombres que, desbordados, proceden a la incautación de autos, gasolina, requisa de armas a particulares, saqueo de polvorines (de donde se llevaron buena cantidad de dinamita allí almacenada para las obras del Ferrocarril) y amenazas frecuentes a todo el que, atrevido o curioso, asomaba la cabeza por el hueco de alguna puerta o ventana, por ver lo que en la calle pasaba.

Este mismo día, el alcalde, con una escolta de satélites, se presenta en el Cuartel de la Guardia civil, pidiendo se le entregasen las armas de propiedad particular allí depositadas, "para armar -decía- a los elementos del Frente Popular". Se las negaron; y... en vista de ello, las reclamó luego por medio de un oficio, que le fue devuelto con la advertencia de que "estaba equivocado", y el consejo de que "lo mejor que podía hacer era desengañar a los obreros, y decirles que cada cual se fuese a su casa".

Seguidamente, el Sargento, acompañado de un guardia, se trasladó a Teléfonos para enterar a sus jefes de lo que en Lalín estaba ocurriendo. Por cierto que los fusiles de los guardias despertaron el apetito de los revoltosos que, al verles pasar por la calle, decían por las armas que aquellos llevaban: "Esas son as que nos fan falta a nós".

No fueron molestados los guardias a la ida ni cuando volvieron de Teléfonos. Las cosas querían volver otra vez a la vía diplomática, como lo prueba el oficio que un municipal entregó al Sargento a poco de haber regresado éste de comunicar con sus Jefes, y que textualmente transcribimos:

Alcaldía Constitucional de Lalín PONTEVEDRA.- Núm... "Sírvase Vd. a partir de esta fecha, ponerse a las órdenes de esta alcaldía, y en uso de las facultades de la Superioridad, le ordeno se abstenga de salir ninguna fuerza del cuartel así como entregar a esta Alcaldía, debe hacerlo, todas las armas depositadas de los particulares en el Cuartel como ya le oficié.

Advirtiéndole que de no hacerlo así, tomaré las medidas oportunas, declarándole rebelde al Gobierno legítimo.

Sírvase firmar el duplicado.- Lalín 20 de julio de 1936.- EL ALCALDE.- Jesús Golmar (1).

De las cuatro cosas cuyo cumplimiento intimaba el alcalde, sólo una fue atendida y cumplimentada por el Sargento de la Guardia Civil: firmó el duplicado. Lo firmó... pero haciendo constar en el mismo, que se ratificaba en el propósito de mantener el orden público a toda costa.

Es vista de que este oficio tampoco había dado el resultado apetecido y las armas seguían sin aparecer, llamaron a Teléfonos al Sargento para que oyese directamente de labios del Gobernador la orden de entrega.

Allí encontró al Alcalde, al jefe político y al portero del Ayuntamiento que le saludaban diciéndole:

-El Gobernador le llama por ver si acaba Vd. de entregar las armas.

-Yo no tengo que recibir órdenes ningunas del Gobernador. Recogí las armas cuando mis jefes me mandaron y las entregaré cuando ellos me lo ordenen.

Con todo, se pone al habla con el Gobierno Civil. De allí hablan; pero, en medio de tal ruido y confusión, que no logra identificar a la persona que comunica, ni mucho menos saber lo que dice. Percibe sólo palabras aisladas: "Guardia civil... Guardias de asalto... todos... también con el Gobierno..." y nada más.

Entretanto, fuera de la cabina aguardaban sus amigos, que en voz alta discurrían: "Si el Sargento no entrega las armas, le declaramos monárquico y pasaremos sobre él". Son palabras de Crespo que, de portero del Ayuntamiento, había subido a la categoría de amo y señor de las voluntades de los demás dirigentes.

Otras cosas vinieron a distraer la atención de estos hombres, para quienes las armas depositadas en el Cuartel llegaron a constituir una verdadera obsesión.

De Pontevedra se recibían llamadas urgentes pidiendo hombres que defendiesen la causa roja en la capital. Había que dar oídos a esas llamadas, y... allá se fueron, sobre las cinco de la tarde, unos 400 escopeteros mandados por Ferreiro, el portero del Ayuntamiento y Fondevila, llenos de entusiasmo, provistos de dinamita que recogieron a su paso por Silleda, y lanzando a los vientos el grito bélico del F. P.: ¡U. H. P.! ¡U. H. P.! ¡U. H. P.!

No habían marchado todos. En Lalín quedaron todavía muchos que, para entretenerse, intentaron asaltar la cárcel y dar libertad a los presos. No lo realizaron al fin, porque, enterada la Guardia civil de este propósito, dio órdenes terminantes a los funcionarios de la prisión de que abriesen fuego contra todo el que intentara acercarse, y avisasen al cuartel por el medio más rápido. Esta orden fuera dada en presencia del segundo teniente-alcalde, lo que explica perfectamente, por qué los asaltantes desistieron de su propósito. Esto, aparte de que tampoco tuvieron ya mucho tiempo para realizarlo, pues, a las diez de la noche de este mismo día 20, transmitía el Teléfono a Lalín la orden de declarar el Estado de Guerra.

Desde aquel momento cesaba el alcalde en su misión de encargado del Orden Público, y así se lo hizo saber el Sargento de la Guardia civil D. Julio López Gómez, que transforma en funciones de derecho, las que de hecho había ejercido en todo momento.

Su primera ocupación fue limpiar el pueblo de todos aquellos advenedizos que fueran por algunas horas la pesadilla de los vecinos honrados. Un plazo de un cuarto de hora diera para que despejasen los revoltosos, y, a los cinco minutos, ya no se encontraba uno en la población.

Se preocupa luego de hacer abortar la huelga general que tenían acordada los obreros, y dedica preferente atención a la recogida de armas, operación que dio por resultado la importante suma de unos seis mil kilos de peso en armas, distribuidas así: 525 armas largas, 75 pistolas y 200 revólvers.

En los últimos días de julio, fue nombrado Alcalde y Delegado en Lalín, el abogado y propietario D. Bernardo Madriñán, propulsor de las primeras aportaciones de la Villa al Movimiento, aportaciones que, finalizado el primer semestre de campaña, habían ascendido a la importante suma de 23.562 pesetas; 1.300 gramos de oro; 500 piezas de ropa y 118.660 kilogramos de víveres.

(1) Hay una rúbrica y un sello que dice: "Ayuntamiento Constitucional de Lalín.- Alcaldía"; y luego al pie del oficio: Sr. Jefe de la Fuerza de la Guardia Civil de LALÍN.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 6 de agosto de 2010

Lalín

Esta villa, aún cuando no puede llamarse obrera por sus industrias ni sus fábricas, pudo sin embargo influir grandemente en su suerte y en su vida el elemento trabajador en los días aquellos del Movimiento, debido a las obras del ferrocarril Zamora-Orense-Santiago, que habían aumentado el censo ordinario de la población, en un tanto por cien muy considerable.

Los trabajadores de la vía, junto con los de Oficios Varios del pueblo y comarca, estaban divididos en dos grandes grupos (U. G. T. y C. N. T.) cuyas organizaciones se nutrían también a veces con los afiliados a diversas sociedades parroquiales, entre las que merecen destacarse: "Fraternidad de Donsión", "Democracia" y "Sante", las cuales sin embargo, antes que a Largo Caballero, Prieto o Pestaña, obedecían a "D. Fulano", conocido vulgarmente con el nombre de "Jefe político".

Todas estas sociedades tenían tendencia izquierdista marcadísima, por lo cual, y para contrarrestar sus efectos, se formaron otras dos de matiz derechista ("Unión de votos" y "Equidad de votos") que no tardaron mucho tiempo en ser absorbidas por uno de aquellos dos grandes grupos (la C. N. T.) ante la imposibilidad de encontrar trabajo fuera de ellos. ¡Así respetaban la libertad ajena los corifeos de la libertad!

No había presenciado esta villa mayores concentraciones obreras. Por eso, fue mayor su sorpresa cuando, del cuatro al cinco de mayo del 36, vio sus calles invadidas de gente, que en manifestación tumultuosa, pedía a grandes gritos fuesen echados de las obras todos aquellos que no ostentasen carnet de sus organizaciones, lo que consiguieron al fin, por presión del jefe político D. Manuel Ferreiro Panadero, y contra el fallo de los jurados mixtos.

Fue ésta acaso, la primera movilización ordenada por los dirigentes en Lalín, no en bien de los dirigidos, sino con miras egoístas, y como preparación de sucesos ulteriores, que a muchos de ellos habían de costarles la vida. La segunda fue, muy pocos días antes del Movimiento.

El 13 de julio, más de 600 obreros acudieron a Lalín, para ver como el alcalde salía de la cárcel, en donde dos días antes había sido encerrado por orden del Juzgado de Instrucción, y debido al parecer, a manejos caciquiles. Pero, no se contentaron los amotinados con ver salir de la cárcel al alcalde, sino que, conscientes de su fuerza, se impusieron al juez, y le obligaron a decretar la libertad de un obrero, detenido en una romería el día anterior, por habérsele ocupado una pistola sin la debida licencia. Gritos, alborotos, manoteos, intentos de asalto a la cárcel, coacciones, cierres de comercio... todo esto pusieron los obreros, tanto en ésta como en la manifestación de mayo. Lo que seguramente no pusieron ellos, aún cuando lo tomaron, fue el vino que con abundancia se les repartió en estas dos ocasiones ¿Quién lo puso? Se lo preguntamos a alguno de los obreros que figuraron en aquellas manifestaciones, y nos remitieron al entonces alcalde de Lalín D. Jesús Golmar...

La cosa marchaba. La masa obrera respondía al llamamiento de sus jefes. El tiempo prefijado por los altos dirigentes del Soviet en España se precipitaba... era necesario ir limpiando el camino de todo aquello que pudiera significar obstáculo en la marcha revolucionaria; era necesario ir desarmando a las personas de orden... Por eso, el mismo día 13, el segundo teniente alcalde don Luis Frade, en funciones de alcalde, después de mandar se retirase la fuerza de la Guardia civil -que había salido del cuartel ante el intento de asalto a la cárcel y al casino- ordenó, y practicó por sí mismo, registros domiciliarios en busca de armas y documentos fascistas, con resultados enteramente negativos.

El campo estaba libre, no había enemigo, y si lo había, era completamente inofensivo, pues estaba desarmado.

Tranquilos y satisfechos durmieron sin duda los representantes del Frente Popular en Lalín; pero, poco iba a durarles la tranquilidad, y menos la satisfacción.

El día 18, la noticia del levantamiento de las tropas de África vino a despertarlos desagradable e inesperadamente, obligándoles a precipitar la organización comenzada.

La Unión General de Trabajadores había ordenado por radio a sus afiliados que se reuniesen en sus locales y allí esperasen órdenes de sus jefes, y... a eso venían sin duda, a recibir órdenes de sus jefes, representantes y afiliados de las diversas sociedades antes mencionadas, que, a las doce de la noche del 18 llegaron a Lalín, donde fueron recibidos por el alcalde y Ferreiro Panadero.

No eran éstos los únicos dirigentes de la tramoya marxista en Lalín. Si las paredes del Café Español hablasen, podrían decirnos mucho acerca del lugar en donde se fraguara el movimiento revolucionario, así como acerca del significado de cuchicheos y conversaciones que los Sres. citados tuvieron por aquellos días con el portero del Ayuntamiento José Crespo, el relojero del 0,95, y los presidentes de "Fraternidad" y "Democracia", Ramiro Granja y José López Bermúdez.

El día 19, marchó por la mañana el jefe político M. Ferreiro y los alcaldes del partido (representado en de Lalín por Frade) a conferenciar con el Gobernador, mientras en la villa seguía creciendo el temor, la inseguridad y el nerviosismo, que llevaron a algunas familias a mudar rápidamente de domicilio.

El Sargento de la Guardia civil que venía siguiendo muy de cerca todos los manejos de los revoltosos, viendo el mal cariz que iban tomando las cosas, reunió en el cuartel toda su fuerza (concentrando además unos 14 hombres de los puestos limítrofes) y marchó seguidamente a entrevistarse con el jefe político que regresara ya de la capital, a quien manifestó su decidido propósito de mantener el orden a toda costa, haciéndole responsable de lo suceder pudiese, caso de tener que intervenir la fuerza pública. "Tengo -le dijo- veinte hombres a mis órdenes, dispuestos a salir a la calle en el momento en que a ella se lancen las masas obreras".

No ignoraba el Sargento, cuando esto afirmaba, que al día siguiente se quedaría él en Lalín con sólo cinco guardias, pues los otros habían sido reclamados de Pontevedra. ¿Lo sabía también el jefe político? Acaso no; ya que, recoge prudentemente la advertencia, y, protestando de lo que él cree una intromisión del comandante del puesto, toda ver que "yo soy -dice- el único encargado por el Gobernador de mantener el orden en el pueblo como lo demuestra este telegrama" (exhibe efectivamente un telegrama en que la primera autoridad de la provincia lo honraba con aquella comisión) empeña su palabra de honor, asegurando que los obreros no saldrían de sus centros.

No debía ser muy de fiar su palabra, pues el Sargento, en vez de entregarse a un descanso que tenía bien merecido, sale del cuartel, mediada ya la noche, acompañado de cinco guardias, con objeto de vigilar la población.

El jefe político vigilaba también. En la calle estaban él y el alcalde, cuando los guardias (bien seguros de que mientras los jefes estuvieran allí no había peligro en otra parte) se les acercan y entablan conversación.

Hacia la una y media de la madrugada, aparece un grupo de unos 15 paisanos con los que se encara el Sargento para preguntarles:

-¿A dónde van ustedes?

-Hemos recibido orden de venir a la Sociedad.

-¿Quién les ha dado esa orden?

-A nosotros nos mandaron estar a las diez en la Sociedad. Es de advertir que en Lalín no había local de sociedad alguna fuera del centro Republicano, pues todas las sociedades, antes mencionadas, tenían sus residencia en las parroquias respectivas.

Por eso, el Sargento insiste en sus preguntas:

-¿En qué Sociedad?

-Nos mandaron estar aquí a las diez. Respuestas todas, como se ve, muy en consonancia con la filosofía de nuestros paisanos que, en su afán de aparecer humilde y respetuosa, emplea subterfugios equivalentes al más franco, pero también más descarado, "a Vd. nada le importa", de otras regiones.

Al ver Ferreiro que el Sargento tiraba demasiado del hilo y podía llegar a descubrir algo que a él no le convenía, buscó un aparte con alguno de los presentes, y le susurró al oído: -"Diles que se retiren". El Sargento que oye esto, no necesitó más para sospechar que el grueso de la masa obrera no andaba muy lejos, sospecha que vio muy pronto confirmada por la inmediata llegada de dos escopeteros, que, como avanzadilla, venían a recibir órdenes de sus jefes.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 5 de agosto de 2010

Cerdedo

El Ayuntamiento de Cerdedo, acaso por su proximidad a la capital, estaba casi todo él organizado, abundando las sociedades de carácter socialista, algunas de las cuales habían desembocado ya en el comunismo, cuando no en el anarquismo.

Las sociedades "Agricultores y Obreros de Lourido", socialista; "La Alianza de Pedre", socialista moderada; "Luz de Bugarín", socialista; "La Alianza de Quireza", socialista moderada; "Agrupación socialista obrera de Cerdedo", socialista, y Sociedad de trabajadores y Oficios Varios de Tomonde, desaparecida durante la etapa de Gil Robles-Lerroux, estaban federadas en la Federación de "Agricultores de Deán" que era la principal de todas ellas, y la que organizaba y celebraba las fiestas de 1º de mayo y otras similares.

Eran elemento destacados dentro de estas sociedades: Lino Varela González, Nicanor Portas y Antonio Sueiro Cadavid en la de Lourido; Miguel Pose Fortes en la de Pedre; Manuel Nieto Castro y Ángel Rodríguez Alonso en la de Bugarín; Secundino Bugallo Iglesias, Obelleiro de Cadavid y Arca Valiñas en la de Figueroa; Dionisio Fráiz Cota en la de Folgoso; Constantino Simal y Avelino Fraga en la de Quireza; Francisco Varela, José Torres Paz, Ismael Varela Cadavid en la de Cerdedo; Benigno Simal Penales, Jesús Bugallo Merza y Luciano García Ventín en la de Deán, e Isolino Raposeira, José Gunarte Corbal y Aurelio Solla en la de Tomonde.

Para las elecciones de febrero, la "Federación de Agricultores de Deán" consiguió unificar todas las organizaciones del Ayuntamiento bajo la tutela de la C. N. T., desarrollándose desde entonces, en los pueblos respectivos, la labor revolucionaria característica de esta organización.

La masa general de asociados, de carácter similar a la de Forcarey, fue seguramente sorprendida por el Movimiento.

No aparece indicio alguno de una preparación anterior, orientada a la revolución. Si había alguien enterado de que en España iba a tener lugar un golpe comunista, serían acaso el Maestro Francisco Varela Buela, Francisco Varela Garrido Secretario del Ayuntamiento y algún otro significado dirigente, que fueron los que, en los primeros momentos, cursaron órdenes a las aldeas para que "concurran todos los vecinos con las armas que posea cada uno", a la Casa-Ayuntamiento.

Efectivamente, estas órdenes fueron en parte obedecidas, y el Ayuntamiento se vio invadido por más de un centenar de hombres armados, que allí concurrían, muchos de ellos forzados, "para ver lo que pasa", y... ¡no pasó nada!

Declarado el Estado de Guerra en la capital, un honrado industrial de Quireza, D. Gerardo Lorenzo, fue en Cerdedo la primera autoridad de la Nueva España.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Forcarey

En el Ayuntamiento de Forcarey, era acaso Sotelo de Montes el lugar en donde se encontraba el principal foco comunista y masónico, si hemos de dar fe a los alardes que allí se hacían de estas ideas, y al uso frecuente de emblemas e insignias que sin rebozo alguno allí se ostentaban.

Sin embargo, más que el mal ejemplo y ostentaciones revolucionarias de los camaradas de Sotelo, influyó influyó en la comarca la diabólica labor de una caterva de maestros de escuela, que más que a enseñar, se dedicaban a pervertir, no sólo a los niños a los que obligaban a saludar puño en alto a todo coche que pasaba, sino también a los labradores del contorno, para los cuales organizaban, los domingos y días de fiesta, frecuentes mítines, envenenándolos con sus doctrinas y obligándoles (incluso a las mujeres) a aceptar el brazalete rojo que habían de lucir en la fiesta del 1º de mayo y en otras manifestaciones de índole parecida.

Pardesoa, Dosiglesias (1), Acibeiro, Meabia y Liñares (Castrelo) tuvieron la desgracia de contar en sus escuelas con apóstoles de cuño marxista y formación revolucionaria, que llevaron a aquellas gentes, antes pacíficas, la intranquilidad y ambición sociales, que en ellas se revelaba en julio del 36 (2).

Una gran parte, puede decirse que la mayoría de los hombres de Forcarey, trabajaban durante el invierno como agricultores, y por el oficio (casi todos canteros) durante el verano, desplazándose principalmente a Madrid, Bilbao y Asturias, de donde llegaban trayendo casi siempre cada uno su charrasco; razón por la cual, todos estaban armados, no precisamente con miras a la revolución, sino para defenderse personal y por fachenda.

Esto explica, el que en los días del movimiento revolucionario, no se registrasen en este sector las requisas de armamento tan generalizadas en la Región. Si necesitaban armas, fueron a pedirlas a la capital de la provincia, para donde se salieron el 19 de julio (con tal objeto) D. Fermín López Varela maestro de Pardesoa, Taberneiro y otros, que en el Gobierno Civil fueron recibidos por un oficial de ideas fascistas, que los devolvió a sus casas con buenas palabras y manos vacías.

A pesar de esto, cuando llegaron a Sotelo, de regreso de Pontevedra, erígense en amos del pueblo; cortan e impiden la circulación de coches, y publican por todas partes, que allí no se reconoce otra autoridad que la de Madrid. Esto, en Sotelo; que en Forcarey, debido sin duda a la prudencia y previsión del alcalde D. Francisco Gamallo, nadie se movió en aquellos días.

El 22, día en que Sotelo celebraba sus fiestas patronales, fue el peor y más peligroso, a pesar de estar declarado ya el Estado de Guerra en la provincia.

Excitados los elementos marxistas por las noticias que transmitía Radio Madrid, recrudecen la actitud levantisca en que se habían colocado; impiden la salida del coche de línea amenazando de muerte al chófer Antonio Campos, y amenazan también al Cura con volar la Iglesia, si se celebraba la Misa de la fiesta Patronal.

La Misa se celebró, y las amenazas no pasaron a vías de hecho, por fortuna para los revoltosos, que, de haber intentado algo, se hubieran visto sorprendidos por varios números de la Guardia Civil que, mediada la Misa, llegaron al pueblo para declarar el Estado de Guerra, y por una veintena de falangistas que venían de Villagarcía para reclutar la falange de la Comarca.

La presencia de estas fuerzas espantó a los revolucionarios, que huyeron en su mayor parte hacia los montes de Vilariño.

La fuerza consigue detener al mancebo de la botica de Sotelo, elemento peligrosísimo en todos los órdenes, a quien se le ocupó una pistola, y a "El Fino", significado dirigente socialista con capa de buena persona.

Desde entonces, toda aquella zona, Forcarey-Sotelo, quedó completamente pacificada, dedicándose la Guardia Civil y Cívicos a operaciones de limpieza y recogida de armas, en la que se destacó notablemente el guardia Desiderio, del puesto de Forcarey.

La recogida fue por cierto muy abundante, habiéndose dado el caso de que, en Meabia, parroquia de muy pocos vecinos, tuvieran los guardias que requisar dos caballerías para transporte del material -armas cortas y largas- allí encontrado.

Dominada la situación, la Autoridad Militar nombró delegado de Orden Público a D. Sabino Mariño que había sido el primer alcalde de la República en Forcarey, lo que anotamos, porque ello habla muy alto en favor de la honradez del Sr. Mariño.

Bajo su mando y dirección, comenzó Forcarey a contribuir a la Causa de España espléndidamente, y de modo tan unánime, que no era raro ver a los ayer dirigentes rojos, con el saquito a cuestas por senderos y corredoiras, pidiendo... "para el Ejército Salvador".

(1) Dosiglesias, escuela de niñas.

(2) Orientaba esta labor destructora, aunque de modo encubierto y solapado, José Larrosa del Pino ayudado por Pedro Mariño y otros, y a la secundaban eficazmente José Gutiérrez, un tal Donoso de la aldea del Puente (Forcarey) y otros.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 3 de agosto de 2010

La Estrada: la Guardia Civil sabe ya a que atenerse

Aunque nadie se lo hubiera dicho, los vecinos de la Estrada se hubieran enterado del triunfo del Movimiento Militar en la Capital, por el cambio de actitud, el silencio y las caras largas que pudieron haber observado a las diez de la noche, en aquellos mismos que a media tarde habían pasado entonando himnos a la revolución, y que volvían ahora (los que pudieron volver) con señales inequívocas de un total magullamiento.

El Movimiento había triunfado, y la noticia oficial se recibe en la Estrada en la mañana del día 21, comenzando inmediatamente en la Villa los trabajos de aportación a la Nueva España.

La Guardia Civil sale a la calle; pone en libertad a unos 14 elementos de derecha que tenían los rojos en la cárcel; efectúa unas treinta y ocho detenciones de gentes comprometidas en la revuelta, y pone rápidamente fin a la caprichosa incautación de armas, autos y radios, y a la vergonzosa requisa de pan, leche y otros víveres que, a tan bajo precio, estaban adquiriendo los rojos.

Después... Lo de todas partes. La Estrada es una porción de Galicia, y Galicia, hemos dicho y repetido varias veces, da al Movimiento todo cuanto tiene.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 2 de agosto de 2010

La Estrada: concentración de fuerzas

Dado el mal cariz que iban tomando las cosas, y siendo muy escaso el número de guardias que había en la Estrada (seis a lo sumo) se concentran en la villa el día 19 los puestos de Cuntis y Moraña, formando ya un total de unos 20 hombres con los Carabineros de la Plaza que se unen a la Guardia civil.

Transcurre todo el día 19 ente creciente actividad del elemento marxista manifestada en desfiles, gritos, puños en alto, etc. etc., y la forzada inactividad y desorientación de la fuerza pública.

En la noche del 19 al 20 recibe ésta del Gobernador de la provincia, orden telegráfica de proceder a la detención inmediata del Comandante Sr. Pereira Renda, y a la incautación de la emisora de Radio que aquel tenía en la Estrada.

Esta orden es cumplimentada por el Oficial y tres guardias, quienes, sabiendo que en la cárcel del pueblo estaría en peligro la vida del detenido, decidieron llevarlo a Pontevedra y presentarlo al Gobernador, que por cierto, llevó muy a mal que le endosaran a él la papeleta: quería por lo visto tirar la piedra y esconder la mano (1).

El día 20, madurada ya la revolución en todos los pueblos de Galicia, comienzan éstos a volcar sobre las capitales los refuerzos que desde éstas insistentemente se les pedían.

Estrada, fue sin duda entre los partidos de la provincia, el que, con Lalín, envió más fuerzas a los marxistas de Pontevedra.

Seis coches ómnibus abarrotados de escopeteros unió la Estrada a la expedición de 10 o 12 que bajaban de Lalín, Silleda, Bandeira y otros pueblos, y que, camino de Pontevedra, pasaron por la villa en la tarde del día 20, dando vivas a Rusia y al Comunismo, que alternaban con mueras al Ejército y a la Burguesía.

(1) El Comandante Pereira fue metido en la cárcel de Pontevedra, de donde salió a las dos horas para el cuartel de Artillería, reclamado por el Comandante Militar de la Plaza.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 1 de agosto de 2010

La Estrada

La Estrada, pueblo de muchas esperanzas, no es ciertamente de tantas realidades que justifiquen la existencia del crecidísimo número de partidos políticos y sociedades obreras que allí encontramos, al advenir el Movimiento.

Como no fuera la ambición de "jefaturas" por parte de los organizadores, y por parte de los organizados ese natural deseo que mueve a todo ser oprimido a buscar apoyo en los demás contra la opresión, la hegemonía y el monopolio de uno, no nos explicamos la formación de tantos pequeños grupos y partidos en un campo tan limitado.

Si así fue, los organizadores habrán conseguido su objeto, pero los organizados perdieron lastimosamente el tiempo, ya que, de sus mismas organizaciones salían (y dentro de ellas eran hábilmente reclutados) los muñecos que formaban en el retablo político, tras el cual se ocultaba el Maese Pedro de la Estrada y su comarca, contra quien pretendían defenderse.

Sólo en la capital del Partido, encontramos, como tributarias del Frente Popular, las organizaciones siguientes: "Unión Republicana", "Izquierda Republicana", "Federación de Labradores de la Estrada", "Partido Socialista", "Partido Galleguista", "Agrupación Socialista", "Juventud Socialista Unificada" y "Comunistas".

Todas estas agrupaciones (algunas de ellas con muy pocos ejemplares) marchaban despeñadas al Comunismo, cuyos emblemas: brazaletes, banderas rojas, etc. etc., exhibieron en número considerable en el meeting con que celebraron el 1º de mayo.

El ambiente social, sin llegar a la procacidad y al desenfreno, era de marcadísima licencia, sobre todo en la capital y algunos pueblos del partido como Oca, Arnois, Guimarey, etc. etc.

Del ambiente aquel, eran más o menos responsables: José Gómez Rivas, dirigente socialista en la zona de Oca; D. José Cortés Fernández, Maestro Nacional de Tomiño; Manuel Puente Barcala, natural de Oca (1); José Rico Gaiteiro, natural de Vedra y vecino de Arnois (2); Manuel Vázquez Cruz, de Estrada (3); José Gabriel Cespón, de Ouzande (Estrada) que aparecía en todas las manifestaciones como abanderado comunista; D. Eduardo Pazo Álvarez; Manuel Coto Chán; Higinio Carracedo Buzo (4); Manuel Campos Vázquez, comunista y presidente de la Casa del Pueblo; Erundino Bergueiro Brea, Jefe de Milicias que se titulaba "Comisario del Pueblo" (5); José Vila Carbón; Manuel Vázquez Otero; José San Juan, dirigente comunista de Guimarey; Manuel Graciano Araújo (6); José Pena Constenla, presidente de "Juventud Socialista Unificada"; José Vidal Puga (7) ; Cándido Tallada (8) y otros de menor importancia.

Al conocerse en la villa de la Estrada el Movimiento Militar, los elementos arriba indicados se valieron de todos los medios a su alcance para oponerse a él, formando al efecto un Comité del que eran miembros destacados José Vila Carbón, Manuel Vázquez Otero y el Gestor José San Juan.

Bajo la dirección de este Comité, se constituyeron diversos grupos armados que recorrieron el pueblo parroquias limítrofes, en servicio de requisa de armas,con que dieron principio los sucesos de julio en la Estrada.

Como casi todos los pueblos de Galicia en donde había puesto de Guardia Civil, también en la Estrada se acercaron a la Casa Cuartel los revoltosos en busca de armas y municiones.

A las doce y media de la noche, entrando ya el día 19, Manuel Deza que hacía de Jefe de Puesto y vigilaba armado con pistola ametralladora desde una ventana que dominaba la sala de armas y la carretera de salida de Pontevedra, ve acercarse al jefe de Municipales acompañado de un escopetero, y cuando los tuvo a conveniente distancia, les da el alto desde su parapeto, y se entera de las intenciones que llevaban.

Eran portadores de un oficio duplicado firmado por el alcalde, interesando que toda la fuerza quedase acuartelada a disposición de la Alcaldía, y se entregasen las armas que los civiles tuvieran en depósito.

-Dile al alcalde -contesta Deza- que sepa cumplir con su deber; yo tengo mis jefes, y por conducto de ellos he de recibir las órdenes.

Se fueron los comisionados, sin las armas y sin la firma del duplicado que pedían con insistencia, y Deza se queda, para comunicar inmediatamente a la Comandancia de Pontevedra lo que acababa de suceder. A su llamada telefónica sale el Capitán Bernal, quien enterado, le ordena "defienda el cuartel cueste lo que cueste, y así arda el pueblo entero".

(1) Este sujeto, de tal manera se emborrachó con el triunfo del Frente Popular, que, no sabiendo como celebrarlo, acordó consagrarle dos de sus hijos, inscribiéndolos en el Registro Civil con los nombres de "Libertario" y "Libertaria". Celebró además la victoria del conglomerado de izquierdas, izando dos banderas rojas; una sobre una parra, y otra en un alcornoque. Hemos visto la parra, y aquel día, caso raro, no estaba subido a ella su propietario; preguntamos por el alcornoque y... nos mostraron al Sr. Puente Barcala.

(2) Capitaneando un grupo de 40 hombres asaltó la casa del Cura de Loimil el día 20 de julio.

(3) Se distinguió en la requisa de armas y en el asalto a la Casa Rectoral de Callobre.

(4) Era Guardia municipal de la Estrada e instructor de milicias marxistas. Logró fugarse en los primeros tiempos del Movimiento, y de él se decía que mandaba una columna en Asturias.

(5) Estaba este sujeto, Erundino Bergueiro, el día 18 o 19, junto al surtidor de bencina existente en la Plaza de Ramiro Ciorraga, cuando se acerca a él un empleado de la fábrica de Manuel Maceira y le dice: -D. Erundino, si nos autoriza vamos a repartir con la camioneta unas gaseosas por las tabernas. -No, que estamos en plena huelga revolucionaria. -Pero D. Erundino... aunque namais sea c'a carretilla. -No, he dicho. Y tenga en cuenta que yo no soy ya más D. Erundino: Desde este momento soy el Comisario del pueblo. Y el otro -con sorna gallega no exenta de cierto temor, por el tono bravucón en que le hablara el presunto Comisario- le dijo, sacándose la gorra: Bueno, pues... Vd. lo pase bien D. Comisario.

(6) De nacionalidad portuguesa y escopetero destacado.

(7) Zapatero de oficio. Durante los días del mando marxista andaba siempre escoltado por dos individuos, exhibiendo un gran pistolón colgado de la cintura, y cuando pasaba frente al Cuartel de la G. C., se cuadraba, y saludando militarmente decía: ¡No hay novedad!

(8) El día 20 de julio, armado por un Capitán de Asalto, capitaneó en Pontevedra un grupo de marxistas.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

sábado, 31 de julio de 2010

El Grove

Estado social

En el año 1935 se constituyó en el Grove una sociedad de "Oficios Varios" titulada "Alianza", compuesta de los mismos elementos de otra que, con la misma denominación, funcionara hasta el año 1934 y que, por sus tendencias comunistas, fuera disuelta por la Autoridad gubernativa.

Tenía su residencia en la calle principal del Grove, y sus ideales seguían siendo francamente comunistas. Entre los organizadores y principales dirigentes merecen destacarse Constante Silva Torres, Manuel Moldes Bea, Luis Moldes Bea, Servando Domínguez Boullosa, Francisco García Moldes y Francisco Bouzas Sánchez.

Estos sujetos, con sus continuas propagandas, habían convertido al pueblo marinero, en Meca del comunismo provincial; y... eso era el Grove, en julio de 1936.

El Movimiento. Asalto al Cuartel de la Guardia Civil

El hecho más saliente del Movimiento en el Grove, fue, sin duda alguna, el asalto a la casa-cuartel de la Guardia Civil, llevado a cabo el día 20 de julio por Manuel Puente Iglesias delegado del Gobernador de Pontevedra, y Miguel Mandias Merino.

Estos señores, pistola en mano el primero, y armado el otro con una escopeta, se presentaron a las puertas del cuartel donde quedó el Alcalde D. Jacobo Barral Otero que les acompañaba, mientras ellos subían al tercer piso de la casa, entraban en el despacho del sargento S. González Leiro, y se llevaban ocho pistolas que allí estaban en depósito (1).

Estas armas fueron llevadas al Ayuntamiento primero, para conducirlas luego -unidas a otras muchas de las que eran despojadas las personas de orden- por patrullas designadas para este fin, a Pontevedra capital de la provincia.

No habían de llegar allá sin embargo. Del Grove salieron a eso de las ocho de la tarde del mismo día 20 en el coche del médico Sr. Cadavid, escoltadas por los asaltantes del cuartel y Prol Figueiro que ostentaba también la representación del Gobernador. Salieron del Grove; pero, al llegar a Combarro, alguien enteró a los viajeros de que en Pontevedra se había declarado el Estado de Guerra, y juzgando más prudente (y sobre todo más saludable) retornar al Grove en donde ellos eran los amos, volvieron con su mercancía, mucho más silenciosos que satisfechos.

Tras ellos llegaron, disgustados también y maltrechos, parte de los 160 camaradas que el Grove había facturado al Gobernador, en expedición motorizada compuesta de tres grandes ómnibus, y llegaron... con tiempo más que suficiente, para presenciar la triunfal entrada que el día 25 de julio hicieron en el Grove las fuerzas del Ejército y Guardia Civil, mandadas respectivamente por el Comandante Revilla y el Capitán Bernal.

Desde entonces, castigados los revoltosos con un muerto y varios heridos por estas fuerzas a las que locamente pretendieron resistir, no volvió a alterarse el orden en el pueblo que, como los buenos, sigue prestando su cooperación y su ayuda a la obra magna de la reconquista de España.

(1) Los guardias salieran el 19 para Pontevedra, y en la casa-cuartel sólo había mujeres. Al asalto del cuartel precediera la requisa de armas en los domicilios de D. Eloy Álvarez Benavides y D. Alfonso Solá Davín.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 30 de julio de 2010

Villagarcía: fin de la jornada

Por las razones antedichas, los grupos rebeldes huidos a los montes Giabre, Lobeira y otros inmediatos a Villagarcía, no habían podido ser deshechos en la operación llevada a cabo por la columna Revilla. Aquéllos seguían cometiendo actos de sabotaje en la vía-férrea sobre todo, y en la conducción de energía eléctrica, por lo cual, la Autoridad Militar de la provincia, dispuso, saliese de Pontevedra una pequeña columna mandada por el Capitán Bernal, con la misión de acabar con éstos y otros atentados que intranquilizaban la vida de la población (1).

Uno de los días 28 o 29 de julio, opera esta columna sobre los montes indicados, dividida en tres grupos cuyos objetivos eran los siguientes: el grupo más numeroso, entrando por la carretera de Cesures, había de subir a coronar las crestas del monte de Meda, y seguir en dirección al llamado pico de Giabre Bajo, vigilando especialmente la cañada de Bamio, punto probable por donde había de buscar salida, como así sucedió, los grupos que se refugiaban en dicho monte, y que, apoderándose luego de embarcaciones, habían de pasar la desembocadura del Ulla en dirección a Rianjo. Otro grupo llevaba la misión de batir el monte del Corno, en dirección al Giabre Bajo; y el tercero, partiendo de Cea, había de seguir la misma dirección del anterior, buscando así la concentración de los grupos rebeldes en el punto de confluencia de las tres pequeñas columnas, concentración que se suponía había de quedar efectuada hacia las seis de la mañana, hora en que un hidro de la Base Naval de Marín, había de hacer acto de presencia para cooperar a la operación, bombardeando a los rebeldes.

Todo sucedió como se había previsto, y los grupos, perseguidos por el hidro y fuego de fusilería, huyen despavoridos, dejando abandonadas numerosas bombas de gran potencia cargadas de metralla, dos grandes paquetes de dinamita, tubos de hierro que utilizaban para la fabricación de bombas y algunas armas (2).

A eso del medio día, terminada esta primera parte de la misión encomendada al Capitán Bernal, regresó éste con sus fuerzas a Villagarcía, de donde partió de nuevo en las primeras horas de la tarde, para batir a los refugiados en el monte Lobeira.

Como antes, la columna de dividió en tres secciones, cuyo objeto común era coronar a una hora determinada (las cuatro de la tarde) la parte más alta de dicho monte.

Partieron pues las distintas secciones en dirección a la cruz de Lobeira, saliendo una por Cornazo, otra por Puente-Arnelas y la tercera por Sobradelo y monte de Santa Mariña.

El enemigo, sorprendido y acosado por todas partes, huye tan precipitadamente, que da lugar a que los dos falangistas a que antes nos hemos referido y que estaban en poder de los rebeldes, puedan escaparse, uniéndose luego a las fuerzas de Bernal. Dejaron los rojillos en el campo cinco muertos, varios heridos, armas, bombas en número de cincuenta y víveres en abundancia, teniendo por su parte las fuerzas atacantes un herido leve, de resultas de una perdigonada.

Al día siguiente, después de pernoctar en Villagarcía, regresó Bernal con su gente a Pontevedra, terminando así, de manera tan brillante, una actuación de la que todos los villagarcianos había de guardar imborrable recuerdo.


(1) En la tarde del 28 de julio, cinco individuos armados, entre los cuales iba el "Cotexo" del lugar de Trabanca, se presentaron en la casa del señor Cura de Abalo, registrándola minuciosamente y apoderándose de dos jamones, dos gallinas, 32 pesetas, el sello parroquial y una bandera española que quemaron en la cocina, lamentando no haber encontrado al Cura "pra facer o mismo con él por ter gardado esto", según expresión del "Cotexo".

(2) Créese que en el bombardeo fue muerto uno de los principales jefes rebeldes, el célebre Latorre, capitán de uno de los grupos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 29 de julio de 2010

Villagarcía: operaciones en el extrarradio

Unidas las fuerzas del Capitán Bernal a las del Comandante Revilla -y en virtud de órdenes recibidas del Coronel Sr. Múgica que se encontraba en el cuartel de la Guardia Civil de Villagarcía- salieron de esta ciudad con el intento de llegar a Cambados, limpiando de rebeldes los pueblos situados en las inmediaciones de la carretera, cosa muy necesaria, para que pudiese surtirse de víveres la población de Villagarcía.

La columna encontró ya el primer tropiezo a la salida del pueblo, junto al convento de Vista-Alegre, en donde hubo de sostener un pequeño tiroteo que le permitió avanzar unos trescientos metros más, al cabo de los cuales, un árbol corpulento intercepta la carretera, repitiéndose el tiroteo contra grupos emboscados, a fin de proteger la acción de la gente dedicada a despejar el camino.

Hecho esto, la fuerza, con ocho detenidos que cayeran en esta última operación, siguió su marcha camino de Cambados.

No había recorrido doscientos metros, cuando encuentra un nuevo obstáculo: otro árbol tirado a lo ancho de la carretera, impedía el paso en el lugar de Sobradelo. Nueva detención y tercer tiroteo con los rebeldes, tiroteo que había de reanudarse cien metros más adelante, contra los defensores de una barricada, que con adoquines habían levantado en la carretera.

Desalojada por las tropas la improvisada trinchera, siguieron aquellas hasta Villajuán, pueblo que hallaron completamente desierto, y cerradas a cal y canto todas sus puertas.

Entre Villajuán y el Rial, encuentran dos barricadas más, formadas con los materiales de una obra en construcción la primera, y con piedras y alambres entrecruzados la segunda.

Salvan también estos obstáculos después de dispersar un grupo (1) que, parapetado en las playas inmediatas hostilizaba el paso de la columna, y continúa ésta su marcha hasta el Rial, donde los revoltosos volaran un puente que, después de reconocido y reparado provisionalmente, permitió el paso a los hombres de Revilla y Bernal que, a las cuatro de la tarde, superadas tantas dificultades, vieron cumplido su propósito, llegando a Cambados después de cinco horas de viaje.

En Cambados nada tenían que hacer; el pueblo estaba completamente pacífico y, a poco de haber llegado, regresan a Villagarcía, pudiendo advertir, al no ser hostilizados a su regreso, que la lección de la ida había sido provechosa a los rojos de Villajuán, Caleiro, Sobradelo y otros pueblos.

Aquella misma tarde, y sin haber recibido descanso alguno, las infatigables fuerzas de la columna Revilla salen de Villagarcía, con el propósito de llegar hasta Cesures por la carretera de la costa.

No pudo ser. En Bamio, habían los rojos volado un puente en toda la extensión de la carretera y, ante la imposibilidad de seguir viaje, dispuso el Comandante que dos fuertes guerrillas salieran en persecución de numerosos grupos, que se advertían a lo lejos sobre los montes de Bamio.

Esta operación dio lugar a que los grupos dispersos se concentraran en uno de los picos más altos donde, no podían ser convenientemente batidos; por lo cual, después de haberles mandado unos saludos de ametralladora, regresaron las fuerzas a su base, anochecido ya.

Al día siguiente, 25 de julio, los montes del Giabre -en donde había cuatro numerosos grupos de revolucionarios situados estratégicamente para controlar las entradas y salidas de Villagarcía- y los de Lobeira -refugio de otro grupo que tenía por misión principal volar los depósitos de aguas (2) - fueron visitados por las fuerzas de la columna Revilla, que efectuaron la operación en la forma siguiente:

Muy de mañana salió la columna hasta el lugar de la Torre, en donde se dividió en dos secciones. Una, mandada por el Comandante Revilla, había de hostilizar a los revoltosos que merodeaban por las inmediaciones del lugar de Trabanca, para hacerlos huir hacia el monte, mientra la otra, a las órdenes del Capitán Bernal, hostilizaría a los grupos que ocupaban las inmediaciones de Guillán. Con esto se pretendía reunirlos todos en lugar propicio donde pudieran ser eficazmente batidos, lo que sin duda se hubiera conseguido, si ellos obedecieran a un mando, y no hubiesen escapado cada uno por donde pudo, abandonando un herido, armas cortas, numerosas bombas y una caja de dinamita.

El mismo día 25, después de un pequeño descanso en Villagarcía a las fuerzas que acababan de llegar del Giabre y Lobeira, salieron éstas para Pontevedra a donde llegaron a las once de la noche, después de haber pacificado los pueblos del Grove y Sangenjo, en los cuales mandaban todavía las masas revolucionarias y el Ayuntamiento del Frente Popular (3).

(1) Se decía que éste era el grupo que tenía en rehenes a dos falangistas, uno de Villagarcía y otros de Cambados, de los que se apoderaron días antes.

(2) Misión que cumplieron, dejando sin agua varios días a la población.

(3) En el Grove fue hostilizada la fuerza que, al repeler la agresión, hizo a los revoltosos un muerto y varios heridos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

miércoles, 28 de julio de 2010

Villagarcía: artilleros en la ciudad

La marcha de los acontecimientos no agradaba a la masa general de los revoltosos y, bien pronto, la autoridad del Comité de Guerra fue desbordada por elementos todavía más extremistas que, unidos con algunos del anterior, formaron un nuevo Comité encargado de inspirar y dirigir actos de sabotaje, que dieron lugar a choques violentos con la fuerza pública de la ciudad primero, y a la intervención de las fuerzas del Ejército más tarde. Numerosos paqueos, explosiones de bombas, cortes en los postes de teléfonos y conducción eléctrica, etc., etc., hicieron necesaria la constante intervención de la Benemérita, Carabineros y Guardias de Seguridad, que lograron tener a raya a los revoltosos durante los días 21, 22 y 23 en que tuvieron lugar estos sucesos, no sin tener que lamentar la muerte de dos Carabineros y un Guardia civil, así como la baja de seis guardias más, levemente heridos.

El día 24, conocidos estos hechos en la capital, así como también el rumor de que en Villagarcía se proyectaba una fuerte concentración de elementos procedentes del lado opuesto de la ría (Boiro, Escarabote, Pueblas, Santa Eugenia, etc. etc.) ordena el Jefe de la Comandancia de Pontevedra, que el Capitán de la Guardia civil D. Manuel Bernal salga inmediatamente para Villagarcía, con la fuerza que las circunstancias le permitiesen reunir. ¡No eran mucho veinte hombres (número que pudo completarse entre guardias y paisanos armados), pero, con un jefe como Bernal, eran más que suficientes para la empresa proyectada!

Por la carretera de Caldas entra este pequeño grupo de valientes en Villagarcía, cuya escasa guarnición no podía presentar seria batalla a las numerosas patrullas armadas que impedían transitar por las calles a toda persona ajena a sus ideales, y obligaban a cerrar los comercios y casas particulares, destinados a ser asaltados aquel mismo día.

Oportuna fue pues la llegada del Capitán Bernal, que recorre la población obligando a los vecinos a abrir ventanas y puertas que tenían herméticamente cerradas, practicando algunas detenciones, y restableciendo el orden con su presencia y la huida de los revoltosos hacia los montes de Bamio, Leiro, Giabre y otros del contorno.

Comprobada la fuga del enemigo, Bernal con su gente, acude a la Casa Ayuntamiento con objeto de destituir la corporación del frente popular todavía en funciones, y en esto estaba, cuando, por la carretera de Rubianes, entra a la ciudad una columna de Artillería al mando del C0mandante Revilla.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 27 de julio de 2010

Villagarcía: sucesos de julio

Los espíritus rebeldes de Villagarcía no esperaban, como los de otros pueblos, a que surgiera un pretexto que justificara, en apariencia al menos, la adopción de medidas violentas y la confección de planes criminales.

Ya el 13 de julio, en reunión habida por los elementos revolucionarios en casa de Ramón Mondragón Cores, acordaron quemar los camiones de Francisco Santiago, y atentar contra la vida de algunas personas de Villagarcía.

El primero de estos acuerdos, fue consumado al fin el día 25 de julio en Cornazo, y si no se realizó el segundo, se debe a que los acontecimientos se precipitaron, poniendo en guardia a las presuntas víctimas, y desviando la atención de los tiranos hacia otros asuntos de vital importancia para ellos, como era por ejemplo, el de organizar la defensa de la ciudad contra las fuerzas del Ejército.

Para esto, el día 20 de julio, obedeciendo órdenes del entonces Gobernador de la provincia, se constituyó en el Ayuntamiento de Villagarcía un Comité de guerra, del que era figura muy destacada el diputado del Frente Popular Elpidio Villaverde, y del que formaban parte diversos elementos afiliados a la C. N. T. y a otros partidos. Pero antes ya, los días 18 y 19, grupos de individuos armados de fusiles, escopetas y bombas confeccionadas con cartuchos de dinamita visitaran, en requisa de armas, las casas de D. Joaquín Caamaño, Sra. Vda. de Fojo, Serafín Álvarez Bouzas y algunas otras de Bayón, Rubianes, Godos y otros lugares limítrofes a Villagarcía (1).

Antes ya también, había sido incendiado el Club-Nautico, y se había efectuado la recluta de paisanos y la requisa de vehículos que los transportara a donde fuese necesario (2), y antes igualmente, teléfonos, correos y otras dependencias públicas habían sido intervenidas y puestas bajo la vigilancia de la guardia roja.

El Comité de guerra, por consiguiente, encuentra -al iniciar su actuación- un pueblo dominado en absoluto por el frente popular revolucionario.

Una gran parte de los falangistas habían sido detenidos en la madrugada del día 19, y recluidos estaban en la prevención de seguridad; las fuerzas armadas de la población -insignificantes en número, relativamente a las del enemigo- totalmente desorientadas y forzosamente inactivas por falta de órdenes concretas y noticias exactas acerca de lo que estuviese ocurriendo en la capital de la provincia; los vecinos que no habían podido encontrar un refugio más seguro en otra parte, encerrados en sus casas, y el Comité de guerra... dueño y señor de vidas y haciendas.

Sin embargo, este Comité no estaba del todo tranquilo y satisfecho. La actitud de la Guardia Civil no acababa de convencerle. Sabía que todas las tentativas que había hecho el Alcalde Valentín Briones Rey, para conseguir la entrega de armas que se custodiaban en la Casa-Cuartel, se habían estrellado contra el admirable tesón del Teniente-Jefe de aquellas fuerzas Sr. Velay, a quien había de tentar por la astucia ya que no tenían valor para emplear contra él la fuerza, y ruegos y consejos habían fracasado.

Elpidio Villaverde, propone al Teniente de la Guardia Civil que admita en el Cuartel a diez hombres de toda confianza del Frente Popular, para que, con los guardias, "cooperen al mantenimiento del orden". Rechaza Velay esta proposición, y hace saber a los del Comité que, para imponer el orden en la Plaza, le sobraba con la gente que tenía.

Fracasado el Comité en sus intentos, llama repetidamente al Oficial de la Benemérita a la Casa Consistorial; pero él, que sospechaba de las intenciones de tan buenos amigos, lejos de acudir al reiterado llamamiento, redobla las medidas de vigilancia y defensa del Cuartel a donde hizo transportar su familia sacándola de la casa particular que, media hora más tarde, era visitada por un numeroso grupo de obreros armados, que acudían allí con objeto de tomar en rehenes a los moradores de la misma y presentarse con ellos ante el Cuartel para, de ese modo urgir la entrega del tan codiciado armamento. El nido estaba ya vacío, y esto, exasperó de tal modo a los revoltosos, que su malhumor trascendió al pueblo, a donde llega convertido en insistentes rumores de criminales represalias.

Se decía, entre otras cosas, que iban a ser quemados vivos los falangistas detenidos, rumor que, por conducto de un confidente, llegó hasta el Teniente de Seguridad con tiempo suficiente para que éste, jugándose la cabeza, pudiese acercarse a la prevención y sacar de ella a los muchachos de Falange, trasladándolos, una vez armados convenientemente, al Cuartel de la Guardia Civil.

Con esto, sin embargo, no había desaparecido del todo el peligro de que en Villagarcía corriese sangre de inocentes. En la cárcel estaban además unas veinte personas de significación derechista cuya vida peligraba y, velando por ella, D. Wenceslao González Garra, cuando mayor era el número de revoltosos que ocupaban materialmente los jardincillos que hay frente al Ayuntamiento, atraviesa, entre los gritos y amenazas de la multitud armada, y entra al Palacio Consistorial, ofreciéndose generosamente en rehenes para salvar la vida de los demás, aún con peligro de suya propia.

(1) Se distinguieron en esta patrulla Luis Doeste Mariño (a) "Perrón", y José García González (a) "Pepe Zapatero".

(2) En la comisión de estos otros delitos, tuvieron parte muy destacada Pando Rivero, Latorre y el "Gitano".

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.