miércoles, 31 de marzo de 2010

Ortigueira

En el partido judicial de Ortigueira, nada de particular ofrecen los sucesos de julio del 36. Sólo Cedeira por su proximidad a Ferrol, y Puentes de García Rodríguez estación en tránsito de los mineros de Vivero, pasaron por momentos de seria preocupación que recogemos en las páginas siguientes.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 30 de marzo de 2010

Mugardos

Municipio del Partido Judicial de Puentedeume, situado en una caleta al O. de la punta de Leiras en la orilla izquierda de la ría del Ferrol (con cuya ciudad sostienen los mugardeses constante relación, ya por servirles de plaza de comercio, ya porque en gran número acuden a ella en busca de trabajo) estaba, naturalmente, contaminado por las ideas socialistas, y participaba del ambiente revolucionario que en aquella ciudad se respiraba.

No es extraño, por consiguiente, que en Mugardos tropezase con dificultades e inconvenientes cualquier obra encaminada a cortar las demasías y atropellos de los Gobiernos marxistas, y a impedir el triunfo definitivo de la revolución en España.

Así fue. El Comité comunista, que en Mugardos actuaba desde la subida al poder del Frente Popular, y que estaba en relación constante con todos los partidos de izquierda (1), al enterarse el 18 de julio del levantamiento de las tropas de Franco, ordena la detención y encarcelamiento de las personas de orden (2), y hace acopio de armas y dinamita que manda transportar al Ayuntamiento, a donde convoca a los camaradas todos de Mugardos, Cervás y otras parroquias vecinas. Estos, acuden en tan gran número, que no es suficiente la casa consistorial para albergarlos, incautándose entonces los dirigentes del casino, que convierten en Cuartel general revolucionario.

Nada tenían ya que hacer los bolcheviques en Mugardos. Puestas a buen recaudo las personas de orden; aumentado su estoc de armas con las requisas a los vecinos y las recogidas en el Cuartel de la Guardia Civil (3) y, organizada con colchones y sacos terreros la defensa del Ayuntamiento contra una posible y temida acometida de la Artillería de guarnición en Montefaro, podían ya extender sus actividades a los contornos.

En efecto, la noche del 21 al 22, en manada de lobos hambrientos e intenciones de perros rabiosos, se lanzaron contra la casa que en la parroquia de Piñeiro habitaba el médico Sr. Otero con su familia, asesinando villanamente a un hijo de éste y al cura de Camouco que allí se había refugiado.

No satisfechos con esto, quisieron incendiar la casa y matar a todos sus habitantes; pero el cabo de Carabineros Eladio Ramos -que con otros dos números igualmente coaccionados por los revoltotos, figuraba en la patrulla de asaltantes- logró disuadirlos, con la promesa de que al día siguiente, toda aquella familia sería puesta en prisión. No hubo tiempo para ello, como ya lo suponía el cabo al hacer una promesa que no pensaba cumplir: al día siguiente, 22, conocido el triunfo del Ejército en Coruña y Ferrol, y ante el insistente rumor de que sobre Mugardos avanzaba una batería procedente de Montefaro, huyen los revolucionarios en distintas direcciones, dejando una bomba de 90 cartuchos colocada en el Puente del Baño que minaran con intención de cortar el paso a los artilleros, y otras varias, que tampoco llegaron a explotar, en diversos lugares del pueblo.

Nombrado Delegado de Orden Público D. Manuel Vázquez Fariña el día 23 de julio, inicia con la fuerza de Carabineros (única que quedaba en Mugardos pues la Guardia Civil se hallaba concentrada en Puentedeume) una labor de pacificación y limpieza, que había de continuar con el auxilio de la sección de Artillería que, al mando del Teniente D. Manuel López Sors, llegó el día 25 a Mugardos; encauza y normaliza la vida de todo el sector, y fomenta e impulsa las suscripciones patrióticas y la aportación de Mugardos al Movimiento Nacional, de cuya eficacia da idea, el hecho de que, ya en los primeros días, saliera de este pueblo para el frente de Villablino indicado por la División, un importante convoy de víveres.

(1) Formaban este Comité, entre otros: Juan Priero Balsa, Alcalde en funciones, el médico Eduardo Sánchez Fraga, Manuel Ríos Sordo, maquinista retirado de la Armada, y José Tenreiro Salgado, de I. Republicana.

(2) Repetía la proeza que hiciera ya el F. P. en el mes de abril, metiendo en la cárcel, como preparación de la Fiesta del Primero de Mayo, a varias personas de derecha, entra las que se hallaban tres señoras de la localidad, el abogado D. Manuel Pazos Valiña, y los Sres. Zárate Martínez, Lara Novo, García de Paredes, Cortizas Vilar, Vázquez Fariña, Gerpe Martínez, Fontán Cartelle, Zárate Deus y Borrás Torrado.

(3) Ante una orden escrita del Gobernador, les fueron entregadas las armas que en depósito tenía la Guardia Civil.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 29 de marzo de 2010

Partido de Puentedeume

El Partido de Puentedeume, enclavado en la mitad septentrional de la provincian de La Coruña, ofrece en todos y en cada uno de los nueve municipios (1) en que se distribuyen sus 45.411 pobladores, datos curiosísimos y graciosas anécdotas para la historia del Movimiento en Galicia. Sin embargo, consultando a la brevedad y habida cuenta de la importancia de los hechos, referiremos tan sólo los acaecidos en la capital y en Mugardos.

Puentedeume, villa situada a 44 km de la ciudad de La Coruña, en la carretera de Betanzos a Jubia y en el litoral de la pintoresca Ría de Ares, ha pasado del 18 al 25 de julio, por momentos de viva ansiedad e inminente peligro.

Las dos organizaciones en que se dividía la población obrera -U. G. T. ("Oficios Varios"), y C. N. T., (marineros)- se habían juntado para formar el F. P. y, surgido el Movimiento, habían estrechado más y más sus lazos de unión con objeto de llevar a cabo la obra de resistencia al Ejército, forjada por el Registrador D. Ángel García Toribio, Sr. Zamorano, Vigilante de Pesca, Alcalde D. Manuel Seijo, Teniente Alcalde Sr. Ares, Secretario del Ayuntamiento de Ares D. Rodrigo Álvarez y otros.

Para ello, se formó un Comité que desde el primer momento se adueña del pueblo, y comienza la recluta de armas y gente necesaria para atender a la defensa de la Villa, en espera del triunfo revolucionario en Coruña y Ferrol, momento que aprovecharían ellos, para poner en ejecución todo su plan de revuelta. Como aquel triunfo afortunadamente no llegó, tampoco en Puentedeume hubo que lamentar graves sucesos.

Sin embargo, el martes día 21, llegan a Ferrol alarmantes rumores acerca de la situación en Puentedeume. Se decía que los revoltosos habían puesto asedio a la Casa de la ilustre dama doña Pilar Franco, y ante el temor de que esto fuera verdad, organízase inmediatamente una pequeña columna que, al mando de López Alonso, salió con dirección a aquella Villa.

En Fene, donde un grupo capitaneado por un tal Souto se había dedicado a requisar armas, radios, balines, trozos de metralla, etc. etc., la carretera aparecía cortada en tal forma, que, por lo avanzado de la hora, no era posible salvar el obstáculo, decidiendo entonces el jefe de las fuerzas retornar a Ferrol, llevándose, detenidos, al Alcalde de Fene y a ocho camaradas más.

No pudieron pues las fuerzas de Ferrol llegar aquel día a Puentedeume, pero no por eso se desentendieron de la preocupación causada por las noticias que de allí habían llegado. En Ferrol, ponen al habla al alcalde de Fene con su homónimo de Puentedeume, a fin de que entere a éste de que, "la Autoridad Militar del Ferrol, le hace a él responsable de todo cuanto pudiera pasarle a la hermana del General Franco".

Al día siguiente, 23, sale con la misma dirección una columna mejor organizada (aunque mixta también) mandada por el Comandante Iglesias.

En Jubia dejan estas fuerzas la carretera directa y, tomando por la del Rojal, van a salir a la de Puentes de García Rodríguez para continuar a Puentedeume.

Al llegar al Puente y ser divisadas por los rebeldes de la Villa, huyen éstos en su mayor parte, mientras un Alférez de la Guardia Civil con su personal, un Cabo de Asalto con seis números, y cuatro Carabineros, acuden al encuentro de las mismas y se suman a ellas.

Se dirigen al Ayuntamiento y, sin resistencia alguna, se posesionan de todas sus dependencias, entre aplausos, vítores y lágrimas de la población honrada y pacífica que, a pesar de no haber estado más de cinco días a merced de los revolucionarios, lloraba de emoción al verse rescatada.

El Registrador D. Ángel García Toribio, se presenta a poco al jefe de la columna, diciendo que él se hacía responsable políticamente de todo lo actuado por el F. P. El Vigilante de Pesca que fuera el encargado de tratar con el Comité acerca de la detención de la hermana del General Franco, se entrega también, y, con estos y algunos otros detenidos -entre ellos el Alcalde de Mugardos asesino del pobre Cura de Camouco- regresan a Ferrol las fuerzas expedicionarias, dejando en Puentedeume a Dª Pilar Franco que, a pesar de los múltiples requerimientos que se le hicieron, se opuso terminantemente a abandonar la Villa, probando de modo claro y evidente el gran temple de su alma, al posponer su tranquilidad y seguridad personal, a la conveniencia de dar en aquellos momentos sensación de confianza en el Movimiento iniciado por su hermano el General.

(1) Ares, Cabañas, Capela, Castro, Fene, Monfero, Mugardos, Puentedeume y Villarmayor.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 28 de marzo de 2010

Sada: sucesos de julio

Los sucesos de julio en la Villa, quedan reducidos casi exclusivamente a la requisa de armas, efectuada durante los días 19 y 20 por orden del Alcalde Antonio Fernández Pita, y al asalto de la casa Rectoral de la que, a falta del Cura que parece intentaban llevarse y se hallaba convenientemente escondido y guardado, se llevaron unos jamones.

No cometieron en Sada los revolucionarios otros desmanes a pesar de haber quedado el pueblo desguarnecido, pues la Guardia Civil y Carabineros salieran el día 20 para Betanzos. En cambio, en los pueblos circunvecinos desarrollaron mayor actividad, tomando algunos parte el día 19 en el asalto a la casa del Comandante Molina de que ya hemos hablado, y realizando otras visitas desagradables a personas de los contornos.

La Rectoral de Lubre fue testigo de una de estas amabilidades de los rojillos de Sada. Pistola en mano entraron un día en ella los atentos visitantes, amenazando al Cura hasta conseguir que éste les entregase una cartera en la que guardaba 500 pesetas. Cuenta uno el dinero mientras siguen los otros apuntando al dueño con las armas, y, una vez contado, inician todos la retirada en el momento en que el Cura se lamentaba diciéndoles: -¡Vaya hombre, vaya: y me dejáis sin dinero ninguno! El depositario entonces, movido acaso a compasión, se vuelve, saca la cartera del bolsillo en donde ya la había guardado, extrae de ella 400 pesetas, y se la tira con el resto al Cura diciéndole: -¡Ahí lle quedan vinte pesos! y, dejándoselos, se marcharon.

La noticia de este hecho corrió no sólo por la parroquia de Lubre, sino también por las inmediatas, llegando también a conocimiento del Cura de Ouces que inmediatamente se trasladó a Lubre, entre otras razones, creyendo acaso estaría allí más seguro, después de haber sido visitada ya por los revoltosos aquella Rectoral.

Allí pasó la noche sin que ocurriese nada; pero, a las siete de la mañana llaman a la puerta. Se acerca a la ventana el Cura de Ouces y, viendo a un grupo de hombres armados, corrió a avisar a su compañero de la presencia y actitud poco tranquilizadora de los visitantes.

-Nada, ayer vinieron a buscarme el dinero, y hoy vienen a buscarme a mí para matarme sin duda. Tal fue el comentario del Cura de Lubre.

No había tiempo que perder. Se dirigen los dos sacerdotes a la puerta trasera de la Rectoral, y por ella salen al campo con intención de huir; pero, con tan mala fortuna, que son descubiertos por los revoltosos que empiezan a hacerles fuego, obligándoles a detenerse y a regresar luego junto a ellos. ¡Afortunadamente, las sospechas del Cura de Lubre no se confirmaron! En el grupo no pudo reconocer a ninguno de los del día anterior: aquellos eran de Sada e iban a buscar dinero; estos eran de Betanzos y Bergondo, y al parecer, sólo buscaban armas.

Entre los dirigentes principales del Frente Popular en Sada, aparecen el famoso Monzo, Justo Rodríguez, Antonio Fernández Pita, Antonio Suárez Picallo y D. José Pubul, médico, que con su posterior actuación valiente, noble y decidida, tanto en los campos de batalla como en la retaguardia, borró cumplidamente su actuación de leader izquierdista en la Villa.

Fuerzas de Coruña entran en Sada el día 23, sin encontrar resistencia alguna en su camino. Se nombra Delegado de Orden Público a D. Eustaquio de Diego que funda las Milicias y da vida a la Falange, siendo a poco, por motivos de salud, sustituido por D. Eminio Molina Carreño, que lo fue luego por D. Toribio Pollán Nieto, primer Alcalde propietario de la Nueva España en Sada.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.


sábado, 27 de marzo de 2010

Sada: estado social

Las Américas, manantial de cuantiosas fortunas, fueron también cuna de no pocas desgracias para Galicia.

Una gran parte de las ideas malsanas y revolucionarias, tuvieron sus más eficaces propagadores y panegiristas en los gallegos americanizados. Haber estado algún tiempo en América, fue muchas veces, título más que suficiente para que pudiese, el que lo ostentaba, sentar entre sus convecinos plaza de sabio y entendido, desarrollando -valido de ese falso prestigio que le daba siempre el traje planchado, la corbata estirada, los zapatos de charol y el adulterado castellano de que tontamente se envanecían y vanagloriaban- campañas verdaderamente demoledoras, que empezaban en el campo moral y religioso, y terminaban casi siempre en el campo social.

Muchos son los pueblos de la Región Gallega que pueden señalar uno de esos tipos, como causante de sus desventuras. Uno de ellos, es sin duda alguna la villa de Sada, pueblo laborioso, trabajador y pacífico, hasta que, de Norte-América, llegó José Monzo dispuesto a sembrar entre los suyos las doctrinas anarquistas y anarquizantes de que traía henchido el corazón, ayudado por Justo Rodríguez, tan malo como él, aunque más recatado y más zorro sobre todo.

De allí arranca la organización obrera en Sada, muy justa, muy necesaria muchas veces, y muy laudable siempre y en todas partes, si se hubiese mantenido dentro de sus límites, procurando el mejoramiento de la clase, y protegiéndola contra las ambiciones de patronos explotadores, que los había también. Pero... salieron de su órbita, y, lejos de ser sociedades en favor del obrero, no eran más que sociedades obreras en favor de los dirigentes.

Tal era la "Sociedad Recreativa Cultural de Sada", a la que convergían los diversos sindicatos de la comarca, y de donde emanaban las órdenes de mítines, huelgas, boicots, etc. etc. que, después del advenimiento de la República, abundaron de modo extraordinario y violento.

Así, los Cafés "Terraza" del Sr. Fariña, y el de D. Francisco Babio, boicoteados durante un año, fueron víctimas de la barbarie de los boicoteadores que, en julio de 1933, hicieron explotar una bomba en la "Terraza" a las tres de la tarde y cuando el café se hallaba lleno de gente, y otra en el café de Babio, en momentos en que el local estaba también abarrotado, por estar celebrándose en él un baile.

Por la misma época, y secundando un movimiento de La Coruña, colocaron otro artefacto en un transformador, y otros en diversos lugares.

En septiembre del mismo 1933, boicotearon también las fábricas de salazón que se vieron obligadas a cerrar durante 4 o 5 meses, y emprenden, envalentonados e impuestos ya por el terror, una campaña violentísima para las célebres elecciones de febrero, en la que, públicamente y con el mayor descaro, hablan de revolución y de reparto social.

Después de las elecciones de febrero, a medida que en otras partes aumentaban los disturbios y violencias, en Sada, por contrario, disminuyen, por creer acaso las izquierdas que ya tenían todo conquistado. El ambiente sigue no obstante enrarecido, y se espera pueda sobrevenir en cualquier momento el estado caótico y revolucionario, anunciado para muy pronto, 4 o 5 meses antes del julio salvador por Monzo, a su regreso de la Asamblea de Zaragoza, a donde asistiera como delegado de la comarca.

Un mes antes de los sucesos de julio fuera asaltada la casa del Cura de Meirás, repartiéndose los asaltantes, muebles, ganado, tablas de las divisiones que arrancaron y algunos objetos de la Iglesia.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 26 de marzo de 2010

Oleiros

No existían en este pueblo organizaciones obreras verdaderamente tales. Tributaban algunos a las de San Pedro de Nos, se entendían otros con la Sociedad Recreativa de Sada, y se relacionaban todos con la C. N. T., la U. G. T. y otras organizaciones de la capital.

En Oleiros había sí, un centro comunista de reciente creación, con pocos asociados y escasa importancia.

En diciembre de 1933, con motivo de una huelga que había en Coruña y para distraer fuerzas de la capital, se habían realizado en el extrarradio no pocos actos de sabotaje y se prepararon diversos golpes, entre los que fue sin duda el más importante, el del asalto al Cuartel de la Guardia Civil de Oleiros, intentado por elementos no sólo de Oleiros, sino de otras muchas parroquias de la comarca. No pasó de intento. La Guardia Civil, al verse atacada, se defiende con tal brío, que pone en fuga a los numerosos asaltantes, después de haber dejado en el campo al cabecilla Llerena.

Este hecho tuvo fuerza aleccionadora para los vecinos de Oleiros, donde, fuera de una frustrada tentativa de incendio contra la iglesia Parroquial, y una bomba al parecer destinada a la misma, pero que tiraron luego a la Casa Ayuntamiento, ya no volvemos a encontrar hecho alguno delictivo, que pueda creerse procedente de una masa organizada. Más es; cuando en los primeros días del Movimiento aparecieron en el pueblo elementos extraños para requisar hombres, se encontraron con que éstos, en gran número, habían huido a los montes, escapando de sus mismos hermanos del frente popular, para no verse obligados a acompañarles; y cuando algunos más exaltados que se quedaron en el pueblo e intervinieron en la requisa de armas, oyeron de sus dirigentes que había que matar a "todas las derechas", tuvieron un gesto de rebeldía, nacido acaso del recuerdo de lo acaecido el año 33 en el asalto al Cuartel de la Guardia Civil, y expresado con una condición que bien sabían ellos que no había de realizarse: "Si vos vades diante, xa está; pero sinon... estáte por ahí que xa te chamarei".

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 25 de marzo de 2010

Cambre: sucesos de julio

Salvo un corto número de exaltados, puede decirse que los trabajadores de Cambre se mostraron en esta ocasión menos propicios que nunca a obedecer a sus jefes, como lo demuestra el hecho de que muchos de ellos, en lugar de concurrir a los centros de concentración que tenían señalados, se escaparon al monte de la Virgen o al Castro, en donde pasaron la noche del 20 al 21.

El martes 21, a las nueve y media de la mañana, llegan a Cambre dos coches con obreros armados procedentes de La Coruña, a donde regresan después de enterarse de la situación en Cambre, y de dejar acaso algunas órdenes.

A las once de la mañana, se ve sorprendido el vecindario por un grupo de 25 a 30 individuos que, capitaneados por el "Montañés", desfilan por las calles armados con tercerola, escopetas de caza, pistolas y bombas de mano.

Este grupo, deja de serlo muy pronto. Se dividen, y marchan, unos a unas casas y otros a otras, pertenecientes todas a personas de derecha, dedicándose en todas ellas al registro y requisa de armas. Tratan también de incautarse de un ómnibus que necesitaban -decían ellos- para que los trasladase a Asturias, no efectuándolo al fin, por haber llegado a ellos rumores de que la Guardia Civil se les echaba encima.

Por la tarde del mismo día, reciben los de la requisa nuevas ayudas. Al pueblo acaban de llegar dos coches cargados de gente extraña, y son éstos los que, en su actuación requisadora, llegan hasta el Molino, de donde se llevaron, entre otras cosas, un fusil de 16 tiros.

El miércoles día 22, amanece como los dos anteriores bajo el temor y pesadilla de posibles salvajadas, pero afortunadamente no pasa mucho tiempo sin que la población honrada y pacífica reciba la tranquilizadora sensación de Autoridad, al ver cruzar por sus calles un camión con fuerzas del Ejército, a cuya presencia todos los revoltosos se desbandan y desaparecen.

No tardan mucho sin embargo en rehacerse. A los dos o tres días, un grupo capitaneado por el "Ferranchín", quema la iglesia de San Juan de Pravio reduciéndola totalmente a cenizas, después de haberla rociado con más de 20 litros de gasolina que recogieran en casa del camarada Pernas. No contentos con esto, se dirigen luego a la casa rectoral e intentan forzar la puerta pinzándola con una palanqueta. No lo consiguieron, porque el miedo o la nerviosidad, no les permitió enterarse de que estaban trabajando por el lado de las visagras. Esto dio lugar a que el Cura advirtiese la faena, y enterado (después de haberles preguntado desde dentro que querían) de que buscaban armas, les tiró la pistola por la ventana, con lo cual se dieron por satisfechos. De allí marchan con dirección a Armental, "a reclutar gente -dicen- para enfrentarse con el Ejército".

Queman también la Iglesia de Santa María de Vigo destruyéndola totalmente, y sobran todavía materias inflamables, que abandonan, cuando vieron la causa totalmente perdida (1).

Caso curioso: mientras en otros pueblos pagaban con vales las mercancías que adquirían, o no las pagaban; en Cambre, encontramos indicios de que pasaba todo lo contrario. Unos individuos piden en la Casa-Eiroa unas zapatillas, un peine y no sabemos si otros objetos más. El dueño de la tienda les convida con pan y vino que ellos no aceptan, y, al intentar satisfacer el precio de los objetos adquiridos, les dice, que se los regala: "De ninguna manera -contestan ellos- nosotros pagaremos mientras tengamos dinero, después... iremos a robar".

(1) Fueron halladas, en la parte posterior de la huerta de Pernas, varias bombas, algunas de hasta 7 kilos de peso.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Cambre: estado social

Es Cambre otro de los pueblos en que más se nota la influencia de la capital. Una gran parte de su población obrera, trabaja en La Coruña o sus inmediaciones, importando de allí los avances coruñeses en el campo social.

Dos organizaciones, como en Coruña, se disputaban principalmente la hegemonía en la sindicación: la C. N. T. y la U. G. T.; siendo aquella la que en los últimos tiempos aparece más próspera y floreciente. Una y otra estaban en constante contacto con sus similares de la capital, y puede decirse que no hacen otra cosa más que ejecutar las órdenes que de allí reciben, y secundar ciegamente los movimientos que allí se producen.

La más insignificante revuelta de La Coruña tenía su repercusión en Cambre, como la tenía en Oleiros, en Sada, en Arteijo, en Carral y otros pueblos de la periferia, pudiendo en definitiva afirmarse, que el estado social de Cambre, se identificaba -salvo contadísimas características propias, que más que a los métodos afectaban a la amplitud de los mismos- con el de todos estos pueblos, y el de todos estos pueblos con el de la ciudad de La Coruña; y que, cuando Coruña aconsejaba la violencia, encontraba sus más decididos ejecutores en esta zona colindante. Por eso, en el año 1934, volaron los de Cambre, la vía férrea en una extensión de 18 metros, en el lugar conocido por "las Tejeras", momentos antes de pasar el exprés, riñendo luego batalla con la Guardia Civil en la estación; e hicieron en otras ocasiones sentir al pueblo las molestias de la paralización absoluta, con el consiguiente cierre de tiendas y comercios, y la prohibición de entrada y salida de mercancías.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 23 de marzo de 2010

Iñás (Oleiros): Candamio prueba una vez más su lealtad y gratitud

Francisco Candamio, el albañil de Sada, aquel humilde obrero que ya una vez demostrara cumplidamente su lealtad y gratitud al hombre que tantas veces le diera trabajo a él y pan a sus hijos, no tarda mucho en ofrecernos un nuevo testimonio de la nobleza de su alma.

D. José Pubul, era en Sada elemento destacado del Frente Popular, lo que no obsta para que hayamos de alabar como se merece su gallarda actitud en el caso de Candamio.

Triunfante el Movimiento, Pubul es detenido y llevado a la cárcel. Se entera Candamio, y corre a casa del Comandante Molina para decirle: "Hay que salvar a vida deste home que me salvou a miña" y... Pubul, fue puesto en libertad.

Pero... pasan los días, y la actuación de Pubul vuelve a ser llamada a juicio. Detenido de nuevo, es conducido al cuartel de Falange de Coruña. Candamio estaba cumplido: una vez había salvado, al que le salvara una vez; estaban por consiguiente en paz.

Sin embargo, él no lo entiende así. Marcha a La Coruña y, acompañado de su esposa se presenta a D. Arturo -así llama él siempre al Comandante Molina- e intercede de nuevo por el detenido.

-¿Por qué llevó Vd. a su esposa? -le preguntamos nosotros.

-Antes dixéralle eu a D. Arturo que D. José me salvara a mín; e dimpois, levei a muller, pra que lle dixese que D. José lle salvara os fillos, cand'os tivera enfermos (1).

También ahora surtió efecto la recomendación de Candamio y la intervención de Molina. Pubul fue puesto el libertad, y emprendió un camino de regeneración al servicio de la Causa de España.

(1) D. José Pubul era el médico del pueblo.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 22 de marzo de 2010

Iñás (Oleiros): Asalto a la casa Molina

Parroquia filial de San Pedro de Nos, participaba Iñás, en el orden social, de las mismas características de aquella, ofreciendo de peculiar en lo que a los sucesos del Movimiento se refiere, el asalto a la casa del Comandante Molina.

Eran las ocho y cuarto de la mañana del lunes día 20 de julio, cuando ante la obra en construcción de los Sres. de Pan, se detenía un coche en el que viajaban unos cuantos hombres armados, que obligan a los obreros que allí trabajaban, a que dejen las herramientas y les sigan. Los llevan en dirección a La Coruña, de donde habrán de volver (los que vuelvan) maldiciendo de los canallas que les engañaron.

Van todos, menos uno que, aprovechando el pequeño barullo que se armó al prepararse los demás para subir al coche que les esperaba, logra burlar la atención general y, saltando un pequeño muro, huye a campo travieso en dirección a la casa de D. Arturo Molina, donde muchas veces había encontrado trabajo, y, temiendo vuelva a repetirse el intento de quemarle la casa ensayado ya unos meses antes, le entera de la gravedad de la situación.

El Sr. Molina no necesitaba más para comprender el peligro, e inmediatamente dispone la defensa del inmueble ayudado por un hijo suyo, por Candamio -así se llamaba el obrero noble y fiel- y otros dos hombres.

Colocan sacos terreros en las puertas y colchones en las ventanas, y se asigna a cada uno su papel: los hombres, que eran cinco, a la defensa; las mujeres -la señora de Molina y dos muchachas que no quisieron marcharse a pesar de ser invitadas a ello- a preparar y servir municiones.

Organizada ya la defensa, transcurre la tarde del día 22 en calma absoluta. Pasan y repasan con mucha frecuencia coches cargados de escopeteros, sin que se vislumbre ni la menor intención de molestar a los moradores de la casa; pero... llega la noche, y la cosa cambia completamente de aspecto. Los defensores se habían parapetado en las cercanías de la casa, y vigilantes estaban, cuando oyen el ruido que producen en su chocar con el suelo, unas piedrecitas lanzadas a modo de descubierta.

Ya estaban los asaltantes en acción, explorando el terreno, para cerciorarse de si el campo estaba libre, o si por el contrario había enemigo.

Lo había. De ello se convencieron al oír el estampido de sucesivas detonaciones, unas 25, producidas por otros tantos disparos que los defensores hicieron hacia el lugar de donde les pareció partieran las piedras exploradoras. En vista de ello, los revoltosos acabaron por retirarse a buscar sin duda nuevos refuerzos, que no se hicieron esperar.

A las tres de la tarde del día siguiente, 21 de julio, vuelven a presentarse cuando descansaban todos los defensores, menos Candamio, que estaba de centinela en una ventana, provisto de unos gemelos, un rifle y una corneta con que da la señal de alarma al descubrir la presencia de unos quinientos hombres armados que se aproximaban, al tiempo mismo casi que, cogiendo el rifle, encañona el grupo numeroso de asaltantes.

-No dispares, le dice Molina que llegaba en este momento acompañado de su hijo.

-"Arrancaron-ma escopeta -nos dice él cuando le interrogamos- si non... facía chicha".

Molina parlamenta con las turbas:

-¿Qué desean Vdes.?

-Que nos entregue las armas todas, incluso la ametralladora que tiene en casa.

-Yo no tengo más que dos escopetas que no entrego, porque las tengo para mi defensa. Efectivamente, ametralladoras no tenía.

-Pues entonces le cortaremos la cabeza y quemaremos la casa.

-¿Son amenazas? No sigan por ese camino, sino disparo.

Los asaltantes no quisieron oír más: todos ellos, como obedeciendo a una consigna, se parapetan aprovechando muros, árboles y todo lo que pueden, y empiezan a disparar desde todas partes.

Contestan los defensores con tiros de escopeta y pistola, pues el rifle se encasquillara al segundo disparo, y ya no pudo volver a ser utilizado. Querían impedir que los asaltantes se acercasen a la casa, para que sobre ella no hicieran blanco las numerosas bombas que tiraban; tan numerosas que, muy pronto, tuvieron que salir a buscar más dinamita, que siguieron lanzando contra la casa, en artefactos, algunos de los cuales tenía que ser manejado por dos individuos, ¡tal era su peso!

Siguió el duelo cada vez más enconado, hasta las cinco de la tarde en que, viendo el Sr. Molina que las municiones se agotaban, dispuso la evacuación de las mujeres, diciendo a la suya, que él saldría luego con dirección a Mera, desde donde pasaría a Coruña para ponerse al lado del Ejército.

Quince minutos después de haber salido las mujeres, cuya retirada protegieron los defensores, salieron éstos burlando la vigilancia de los atacantes, que descubrieron la retirada cuando ya los fugitivos estaban a más de dos kilómetros.

Al darse cuenta de que habían sido burlados, unos marchan con dirección a Mera, otros salen con dirección a Sada, pueblo de Candamio, mientras otros, los más y más aprovechados, entran en la casa donde roban, destrozan y queman finalmente todo lo que no pudieron robar ni destrozar.

Los que fueron a Mera, se encaminaron directamente a casa del médico, cuya amistad con Molina conocían, y después de un registro escrupuloso, se retiraron... dejando a Molina dentro. Metido estaba, y envuelto en paja, en un fayado de la casa.

Más afortunados los de Sada, cogieron a Candamio en su casa y lo llevaron al Ayuntamiento primero y después a la plaza pública, encañonado por numerosas pistolas, para rociarlo con gasolina y quemarlo vivo.

Lo hubieran hecho sin duda, sin la oportuna llegada de don José Pubul que, a codazos, pudo abrirse paso a través del círculo de fieras que rodeaban a Candamio, y, aprovechando el ascendiente que tenía sobre la masa obrera, se lo arranca de entre las garras y lo devuelve a su casa, escoltado por tres escopeteros, mientras él queda convenciendo calmando a la muchedumbre.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 21 de marzo de 2010

San Pedro de Nos (Oleiros): Antecedentes y sucesos de julio

Había en San Pedro una organización conocida con el nombre de "Comarca Campesina", a la que concurrían los obreros de oficios varios y labradores principalmente.

Tiempo hacía ya que esta Sociedad venía dando clarísimas muestras de sus tendencias avanzadas, lo que no es de extrañar, teniendo en cuenta la proximidad de La Coruña y la relación constante de sus elementos con los de las organizaciones obreras de la capital.

En diciembre de 1933, toman parte en el asalto de la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Oleiros; queman dos veces la iglesia parroquial produciendo daños de consideración, y queman la de Iñás en la madrugada del 1º de mayo último, expulsando también por aquella fecha, a las Hermanas de la Caridad pertenecientes a la fundación de la Condesa de Espoz y Mina.

Eminio Novas, Amador Campelo, Joaquín Taboada y José Longueira Seijo, aparecen como los principales dirigentes y cabecillas de los sucesos que acabamos de relatar, y consiguientemente en los desarrollados también durante los días 19, 20 y 21 de julio en Nos e inmediaciones.

No concurrieron a la concentración de La Coruña todos los que en San Pedro de Nos formaban en las milicias del Frente Popular; quedaron aún en el pueblo, y volvieron a él, elementos más que suficientes para demostrar que, también en la aldea, sabían explotar la dinamita y cometer salvajadas.

Estos, colocan una bomba en la casa que habitaba el Cura regente de San Pedro de Nos, D. Jesús Martínez Fernández; hacen explotar otras dos en la finca de D. Joaquín Rivera, y forman también algunos parte en el grupo de asaltantes a la Casa de Barcala en el Burgo, y a la del Comandante Molina en Iñás.

Por cierto que, cuando en una de las frecuentes reuniones que celebraban, se trató del asalto a la Barcala, surgió de entre ellos un profeta, que predijo el fin que tendría la proyectada hazaña, con las siguientes palabras: "Eu non vou, porque... estou de zocos e non podo correr".

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 19 de marzo de 2010

Santa Eugenia de Riveira

Cuenta la ciudad de Santa Eugenia con un considerable contingente de población marinera, razón por la cual los conflictos del mar eran los que socialmente revestían mayor importancia, y los que más se hacían sentir en la vida ciudadana, a partir sobre todo del momento aquel en que la sindicación obrera vino a complicarlos, obligando a veces a participar en ellos a los obreros del campo, unidos a los del mar, no sólo por la sangre sino también por lazos sindicales.

En Santa Eugenia no estaban independientemente organizados marineros y "Oficios Varios" de la ciudad, como sucedía en otras poblaciones marítimas. Todos ellos unieron su suerte y entregaron la defensa de sus intereses a una de estas dos organizaciones: C. N. T. o U. G. T., que actuaban separadamente, llevando ambas su labor de captación a los obreros de todas las profesiones, sin excluir a los obreros del campo, que empezaban ya a caer en las garras del marxismo, tierra para ellos completamente desconocida, pero no menos peligrosa.

Empezaban decimos, porque, a la hora del Movimiento, eran muy pocos todavía -sólo algunos de Oleiros- los agricultores que habían dado sus nombres a la Confederación o a la Unión General de Trabajadores, aunque fuesen muchos los que les dieran sus votos y les brindaban sus simpatías.

De estas dos organizaciones, es la C. N. T. la que ejerce acusado predominio a partir de las famosas elecciones, en que los representantes del F. P. dejaron tamañitos a los héroes legendarios de la Sierra Morena.

El apoyo oficial por una parte, y por otra las activas campañas de dos propagandistas importados de Vigo y Asturias respectivamente, Vicente Iglesias y el "Asturiano", hicieron que la Confederación Nacional del Trabajo viese sus filas considerablemente aumentadas en los últimos tiempos.

Eran hombres de prestigio entre los suyos el Iglesias delegado de la C. N. T. de Vigo, y "El Asturiano" que llega a Riveira con una brillantísima hoja de servicios en el campo de la revolución, entre los cuales merece destacarse el que en Asturias había prestado a la causa en el año 34, volcando intencionadamente, al conducirlo, un camión ocupado por Guardias Civiles.

Eran hombres de prestigio entre los suyos, como entre los Ugetistas lo eran también Manuel Fernández Sendón y Julio Silva Vilas que, con los anteriores y algún otro elemento, formaron el Comité revolucionario de Riveira en julio del 36.

Por esta fecha, el ambiente en Riveira y su comarca no podía ser más propicio a la revolución.

Lo comprueban las incitaciones que a ella se hacían públicamente en mítines y conferencias sin protesta de nadie, las manifestaciones y desfiles del 1º de mayo con banderas rojas y puños en alto sin que nadie se escandalizase, y sobre todo el hecho de que, unos días antes del Movimiento, varios vecinos de Palmeira -foco importante de revoltosos- se presentasen en forma tumultuosa ante las autoridades de Riveira, a las once de la noche, exigiendo con amenazas y disparos de pistola, la libertad de un camarada detenido la tarde de aquel mismo día en Palmeira, por haber interrumpido una procesión religiosa, haciendo contra ella un disparo de arma de fuego.

Todo esto bien a las claras demuestra, que ni en unos faltaba decisión para lanzarse a la revuelta, ni en otros suicida prudencia que les aconsejase la inacción; y... teniendo los ciudadanos decisión unos para lanzarse a la revuelta y prudencia otros para no contrarrestarla, el ambiente no puede ser más favorable a la causa revolucionaria.

No es extraño pues, que al ser conocidas las noticias del levantamiento de África, el Comité anteriormente citado, pudiese, sin trabajo alguno, apoderarse de Riveira y su zona del mando supremo en el municipio, en la calle y hasta en los hogares mismos.

Fiel intérprete de las órdenes del Gobierno Republicano de Madrid, el Comité de Riveira, ordena la paralización inmediata de los trabajos de mar y tierra; registros domiciliarios en busca de armas (1); cacheos de transeúntes con todo el lujo de alardes bélicos propios de estos casos, e incautación de autos, radios y mercancías en tiendas, estancos y fábricas de conservas, mercancías que iban almacenando en la Casa-Ayuntamiento, de donde salían luego para aprovisionar a las diversas patrullas y grupos que prestaban servicios de vigilancia.

¡No faltaban vituallas! En el Ayuntamiento había ya un depósito grande de municiones de todas clases, adquiridas a precios soviéticos: un vale, que si no valía para reintegrar a los propietarios el coste de los objetos robados, valió sí, para unir más tarde al expediente de los procesados, como testimonio de su culpabilidad.

Las noticias transmitidas por "Unión Radio-Madrid" no podían ser más optimistas: el Gobierno dominaba la situación en todas partes, y era cosa de muy pocos días la entrega total de los facciosos... Riveira estaba en pie de guerra, armado el pueblo y encantados sus dirigentes con la marcha de los asuntos. Pero... alguien esparció la noticia de que en Noya -cabeza del partido y en donde la revolución contaba con más y más eficaces defensores- se habían entregado ya los carabineros y cesado la resistencia, bastando esto para acabar con la alegría y el optimismo de los dirigentes de Santa Eugenia, que buscan y preparan el medio más seguro de ponerse ellos a salvo, aunque perezcan todos los demás.

En el puerto había, entre otros, dos barcos pesqueros propiedad de Dª Encarnación Colomer, Vda. de Fernández, que del mar del Sol y costas de Irlanda llegaran hacia el 20 cargados de pescado. Uno de estos barcos fue el escogido por el Comité como defensa y medio de transporte.

El día 25 pasó a bordo un grupo de gente armada que, pistola en mano, obligó al hijo y sobrinos de la propietaria a que diesen su consentimiento para que el barco fuera atracado al muelle, verificado lo cual, llenan los depósitos de carbón y agua, cargan víveres y municiones en gran cantidad, y queda así preparado y dispuesto para zarpar a la primera orden. Esta no llegó a darse, porque a ello se opuso unos de los miembros del Comité, Fernández Sendón pariente de los Sres. Colomer, y algunos otros que disentían de la opinión de los demás.

Unos días más tarde, el 28 a las cinco de la mañana, vuela sobre Riveira un hidro de la Base de Marín que, con dos bombas que lanza sobre Coroso, anuncia al vecindario la proximidad de dos remolcadores que, procedentes de Marín, entran en puerto a los pocos momentos con fuerzas de marina que desembarcan, y, en paseo triunfal, se apoderan del Ayuntamiento, clausuran las sociedades obreras y dejan restablecida la normalidad en muy poco tiempo.

Ninguna resistencia hallaron en Riveira, ni estas fuerzas, ni las del Capitán Saavedra que por tierra entraban a las cinco de la tarde, una hora después de haber sido el pueblo abandonado por las fuerzas de desembarco.

La columna "Saavedra", compuesta por las fuerzas del Ejército, G. C. y Falange, llegó aún a tiempo para ver escapar a los revoltosos en diversas direcciones, y para saludar con fuego de ametralladora a los grupos que a lo lejos se observaban en los montes de la Ciudad y de la Garita.

No hubo muertos ni heridos. Sólo unos cuantos gritos de asustadas mujeres, que muy pronto se convirtieron en vítores y aclamaciones al Ejército de España.

D. Antonio Fernández Salcedo, primer Delegado de Orden Público en Riveira, pone especial empeño en la organización de Falange y actúa con acierto durante algún tiempo, siendo luego sustituido por D. José Pérez Martínez, primer Alcalde que en Riveira tuvo la España redimida.

(1) Registraron incluso el Cuartel de la Guardia Civil en ausencia de los Guardias, incautándose de algunas armas.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

Pueblas: asalto a la casa Ferrer

He aquí el relato de los hechos tomado de las declaraciones de algunos testigos de vista.

El día 21, Antonio Rodríguez (a) "Sicho" y cinco individuos más, entre ellos Manuel Boo (a) "Manco" y un tal Cagarrio, se acercaron, armados con escopetas y pistolas, a la casa de los señores Ferrer, y llamaron a la puerta. El "Manco", encañonando la casa, disparó contra ella un tiro de escopeta, haciendo lo mismo al poco rato Antonio Domínguez. En este momento, una mujer conocida por la "Riala" decía gritando: "¡A estos hay que queimalos!", continuando el tiroteo en que tomaban parte también otros varios individuos a medida que iban llegando.

El "Cagarrio", transmitiendo órdenes de Antonio Domínguez, manda a la "Riala" vaya a la Casa del Pueblo y traiga bombas y gasolina, mientras un niño conocido por "Antonio Varela", cumpliendo otra misión del mismo Domínguez, se presentaba al Alcalde en demanda de unos "cacharros" cargados de metralla, que fueron luego arrojados contra la casa asaltada.

No consiguieron con esto abrir en ella brecha que les permitiera el paso, y decididos a entrar, mientras unos echaban abajo las puertas a golpes de hacha, lograban otros forzar una de las ventanas del edificio, por la que un hombre del Maño arrojó una gorra impregnada de gasolina, después de haberla prendido fuego.

Entre tanto, ya consiguieran otros asaltantes rompen también en la parte baja y en el otro extremo de la fachada otra ventana por la que entraron a la casa unos hombres llegados en aquel momento de Palmeira, que fueron luego los encargados de abrir la puerta y dar entrada libre al crecido número de asaltantes que invaden la casa, rompiendo y destrozando todo cuanto encuentran al paso; arrojando a la calle muebles, libros y otros enseres; hasta que, José Fernández (a) Noé, enterado de lo que estaba pasando, se persona en el lugar de los sucesos, imponiéndose a las masas, para las que tiene frases de condenación, y obligando a los revoltosos a retirarse, antes de haber llevado a cabo la total destrucción del inmueble, que pretendían.

Contra la casa habían arrojado varias bombas tomadas acaso de las que el día anterior había fabricado el "Fogueteiro" en la huerta del Ayuntamiento. La primera fue lanzada contra el balcón tropezando en este y cayendo al suelo donde estalló; explotó la segunda en el antepecho de una ventana a la que momentos antes, (cuando el Sicho llamaba a la puerta) se asomara el Sr. Ferrer a decir que no abría, y fueron otras arrojadas al tejado y en dirección a las demás ventanas, produciendo todo ello una formidable alarma, que acaso pudo haberse evitado, si de Cambados no envían al Sr. Ferrer un telegrama en que le anunciaban la salida de fuerzas contra la Puebla -telegrama que éste no había de querer entregar a la comisión de obreros que fue a reclamárselo- o si aquel señor hubiese estado desarmado, cuando los comisionados llamaron a la puerta.

El asalto a la casa Ferrer, fue sin duda el hecho más saliente y de mayor resonancia en la comarca.

Ni antes ni después de esto han cometido los revoltosos del sector Puebla acto alguno que merezca reseñarse, hasta el día 26 de julio en que, sabedores de la proximidad de las fuerzas del Ejército, abrieron en el Puente de San Lázaro que se encuentra saliendo de la Villa hacia Padrón, sobre el río llamado de las "Piedras", cuatro huecos de una cuarta aproximadamente de circunferencia y unos setenta centímetros de profundidad, con objeto de volarlo e impedir el acceso de las tropas.

Pronto, sin embargo, se convencieron de que habían perdido el tiempo. Los minadores y con ellos esa gran masa, víctimas siempre de los engaños y trapacerías de los verdaderos culpables, miran en torno suyo y... se encuentran solos y abandonados de todos aquellos que les empujaran a la revolución. Los dirigentes habían huido protegidos por una noche oscura, pasando, en compañía de los jefes de Boiro, Escarabote y Riveira, a Villagarcía, en cuyo puerto embarcaron con rumbo desconocido. ¡Ellos... quedaban en tierra, y pedirían a los montes la protección y refugio que les negaran los camaradas causantes de su desgracia!

Así fue, el día 27 de julio el campo estaba libre completamente, y artilleros, Guardia Civil y Falangistas entraron en las Pueblas sin haber encontrado la menor resistencia.

D. José Barreras López es nombrado Delegado de Orden Público, y éste no vuelve a alternarse. Renace la tranquilidad, y... las Pueblas quedan sumadas al Movimiento Nacional.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 18 de marzo de 2010

Pueblas: Sucesos de julio.

¡Algo anormal pasa en la Casa del Pueblo el día 18 de julio! Concurrencia extraordinaria, comentarios en alta voz, grupos que entran, obreros que salen, movimiento en fin sospechoso y desusado ¿Qué pasa?

Se han enterado del levantamiento en África, saben que algo sucede en Sevilla, y discurren acerca de lo que estará sucediendo en el resto de España, y acerca de las medidas que ellos habrían de adoptar ante tal situación.

La población de orden, en su mayoría, se ha recluido en sus casas, y la Guardia Civil está acuartelada esperando órdenes de sus jefes. Sin embargo... los rojos, o no se atreven, o no quieren manifestarse de modo violento en los primeros momentos.

Los días 18 y 19 transcurren pacíficamente, siendo la única nota reveladora de la anormalidad, el mayor número de obreros en la calle, que contrasta con el mayor retraimiento de las otras clases sociales.

El día 20 empieza la recogida de armas con el intento de apoderarse de las que la Guardia Civil tenía bajo su custodia, cumpliendo así las órdenes del Gobernador de la provincia, como lo aseguraba el Alcalde en su entrevista con el Comandante de aquella fuerza:

-Acabo de recibir por teléfono orden del Goberandor, para que Vdes. me entreguen las armas que tienen en depósito.

-Yo no puedo recibir órdenes que no emanen de mis jefes. Consultaré con la Comandancia, y en consecuencia con lo que de allí me digan, así procederé.

De la Comandancia no contestan, y el Alcalde tiene que marcharse con la negativa por respuesta.

A poco, pasa éste un oficio al cuartel de la Guardia Civil reclamando el auxilio de una pareja para efectuar en el pueblo la recogida de armas, y cuando ésta se estaba verificando, se detiene frente a la Casa Cuartel un coche en que viajaban un teniente retirado, un Guardia Civil y dos paisanos. Desciende del coche el Guardia, y entra al Cuartel desencajado, pálido y como asustado, diciendo a modo de saludo al Comandante de aquel Puesto:

-Vengo en manos de comunistas. Es necesario que Vdes. se preparen, pues tienen que salir inmediatamente para Santiago. Yo sigo a Riveira a buscar a los que están allí de guarnición, y al regreso les recogeremos.

-Yo tengo un conflicto con estas armas, dice el Brigada mostrándole las ya recogidas y las que había en depósito en el cuartel.

-Déjelas Vd. y prepárense para salir, porque la cosa urge.

Efectivamente, poco después, la Guardia Civil abandonaba el pueblo, y marchaba camino de Santiago, simulando con la de Riveira, Boiro y otros puestos, estar al lado de los revoltosos, si levantar el puño cuando las circunstancias no permitían otra cosa, era hacer profesión de fe revolucionaria.

A partir del día 20 en que la Guardia Civil marchó a Santiago, no hay en las Pueblas más autoridad que la del Frente Popular, que, dicho sea en honor de la verdad, en todo tiempo se ha manifestado más comedida y prudente, de lo que las circunstancias permitían esperar.

Toda su actuación, hasta el día 28 en que aparecieron las fuerzas del Ejército, hubiera quedado reducida a incautarse de las comunicaciones y establecer servicios y turnos de guardia y vigilancia en caminos, muelle y población, a no haber sido provocado el día 21, por la animosidad de unos o la imprudencia de otros, el asalto a la casa de los Sres. Ferrer, en el que los revoltosos emplearon todos sus elementos de combate, llevando con esto la intranquilidad a muchos hogares que quedaron desiertos, huyendo sus moradores a lugares que creyeron más seguros.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

Pueblas: estado social

Puebla del Caramiñal y Puebla del Deán, con ser entre los pueblos de la provincia los que más tiempo han soportado el dominio de los rojos, no fueron ciertamente los que más han sufrido.

Desde hacía ya tiempo, el elemento trabajador de la comarca tenía en Puebla su domicilio social (Casa del Pueblo), en donde existían tres secciones: comunista, socialista con dos sucursales una en Postmarcos y otra en Jobre, e Izquierda Republicana. Sobre todas, predominaban las tendencias comunista y socialista, con un total de más de mil afiliados entre hombres y mujeres, que en entusiasmo muchas veces, y lengua siempre, superaban a los hombres.

De día en día aumentaba el número de los inscriptos a las diversas organizaciones que alentaban y dirigían Gabriel Paz González, José Fernández Noé secretario general de la Casa del Pueblo, José Santos, Manuel Romero, Enrique Muñiz y Manuel Fariña (a) "Poeta".

Las actividades de estos elementos eran constantes, haciendo intensa propaganda por medio de mítines y conferencias en que se glorificaban las teorías comunistas y de carácter sindical, y se excitaba al tumulto y desorden público, como medios para conseguir sus aspiraciones, alardeando constantemente de masas y milicias marxistas, para imponer por la fuerza lo que por la razón no les pertenecía.

El primero de mayo celebraron su fiesta con un desfile y un mitin en que tomaron parte dos elementos de Vigo y un delegado de La Coruña, todos ellos de la U. G. T., sin que ocurriese nada que hiciese sospechar la proximidad de los sucesos de julio. El 31 del mismo mes, pretextando la detención en León de un coche que desde la Puebla se dirigía a Madrid con carga de pescado, decretaron un "día comunista", que empezó un sábado a las diez de la mañana, y se dio por terminado el domingo a las seis de la tarde. Fue un ensayo escrupulosamente llevado, haciéndose incluso la provisión de comestibles mediante vales que suministraba la Casa del Pueblo. Desde entonces, se acentuaron los desfiles de milicias socialistas en correcta formación, y la vigilancia y tiranía de la Casa del Pueblo sobre el elemento obrero, que no podía trabajar sin la anuencia y beneplácito de aquella.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 16 de marzo de 2010

Boiro: estañífera de Arosa

Hay en la parroquia de Lampón, pueblo intermedio entre Boiro y la Puebla, unas minas de estaño a las que más de una vez acudieron los revoltosos de la comarca, en busca de utensilios para la fabricación de bombas y otros menesteres. He aquí la narración de los hechos:

El día 21 de julio, hacia las diez de la mañana, se presentaron armados en el lugar de las minas, Cipriano "El Carrecho", Antonio "El Canario de Boiro" y un vecino de Escarabote. Tropiezan con el guarda de las minas Manuel Araújo López, y le dicen:

-Venimos en busca de armas y dinamita y vamos a registrar las minas.

-En las minas -repone aquel- no hallareis lo que buscáis; allí sólo hay mecha y fulminantes detonadores.

-Llevaremos lo que haya, contestan; y, hecho el registro, recogieron un rollo de mecha de barreno, 57 fulminantes detonadores y 3.200 gramos de plomo en plancha y tubo, amenazando al Araújo con quitarle la vida si pretendía oponerse al desvalijo.

Por la noche del mismo día, llegó un coche con varios individuos armados que forzaron las puertas del almacén, llevándose toda la mecha y detonadores que allí había; y aún el día 25 volvieron las minas a ser visitadas por los rojos, que exigen esta vez, se les entreguen herramientas de perforación, llevándose cuatro barrenas grandes, una pala, tres martillos mazos, dos picachones, y una cucharilla, que fue acaso el instrumental que al día siguiente emplearon para abrir la carretera y minar el Puente de San Lázaro.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 15 de marzo de 2010

Escarabote

Por su proximidad a Boiro, acusa Escarabote la influencia del sector aquel en el campo social, aunque ofreciendo matices propios, y superando otras los avances revolucionarios que allí hemos advertido.

Al mismo tiempo casi que nacía en Boiro la "Fraternidad", aparecía en Escarabote -parroquia de aquel municipio y núcleo marinero más importante del mismo- un sindicato de "Oficios Varios" afecto a la U. G. T., y organizado por el que, durante algún tiempo, fuera el terror de aquellos lugares, conocido por el remoquete de "Pico de Oro".

Ocupa la presidencia de este sindicato Antonio Lago que, en unión del anterior, llegó a creerse el amo del pueblo. También desde luego algunos secuaces que celebran y secundan a veces sus "matonadas", y ensayan la "Internacional", que cantan luego los chiquillos, porque la oyeron cantar a sus padres y educadores.

Dura poco sin embargo la colaboración de Lago y "Pico de Oro" secretario del sindicato. Surgen desavenencias entre ellos, y es Antonio Lago quien primero salta de la Sociedad, para volver muy pronto y expulsar definitivamente de ella a "Pico de Oro". Empero, éste no se resigna a aparecer como soldado de filas, y funda el "Centro Republicano", que le permite lucir de nuevo ante sus vecinos los entorchados de jefe.

Por este tiempo, ya los elementos de Boiro empiezan a ejercer dominio sobre el Sindicato de Escarabote, y estas dos fuerzas, unidas en nutridísima manifestación, pusieron un día fuera de combate a la nueva organización de "Pico de Oro", arrancando y haciendo desaparecer la bandera que flameaba en el Centro Republicano.

También el Sindicato, transcurridos dos años de existencia en que envenenó a sus afiliados con disolventes doctrinas y los engañó con promesas utópicas, recibe, con el resultado francamente adverso de las elecciones de 1933, un mazado terrible, que echa por tierra los entusiasmos de los dirigentes, y acaba con la confianza de los dirigidos.

Cesó ya toda aquella algarabía callejera de las noches del 31 y 32; callaron los insultos a la Religión y personas decentes; no se oyen tampoco los cantos insultantes y soeces de improvisados trabajadores; el Sindicato, clausurado su local, parece muerto, y una vez abierto aquel de nuevo... muerto parece también; pero... no estaba sino dormido.

A despertarlo vinieron las actuaciones sectarias de los Maestros Nacionales del pueblo, Martínez Virel y Álvarez Gantes, que, con sus propagandas dentro y fuera de la escuela, conquistaron para si el título de "hombres funestos de la comarca" con que nos fueron presentados.

El Sindicato reanuda sus trabajos de afirmación de unos, captación de otros y descristianización de todos. Ha avanzado ya un poco más su trayectoria política; rompió sus compromisos con la U. G. T. y pasa a depender de la C. N. T., llegando, con la persuasión de la fuerza, a tener en sus listas más de 600 socios al estallar el Movimiento salvador de la Patria.

Los últimos tiempos de este Sindicato, son de una actividad difícilmente superada por la de ningún otro del mismo género en poblaciones rurales: gran concentración en el monte de la Amanecida el día 1º de mayo; manifestaciones constantes; mítines muy frecuentes con asistencia casi siempre de los mineros de Lousame; exaltación de la maldad, sobre todo en el local social en donde se decían las mayores atrocidades, y... ambiente en fin cargado de odio y rebeldía, que trascendiera ya a la calle, y se manifestaba, entre otras cosas, en la caprichosa detención de todos cuantos coches circulaban de noche por la carretera que atraviesa el pueblo, y en el registro y cacheo de sus ocupantes.

Así las cosas, llegan los primeros días del Movimiento.

Nada hay que anotar en los días 18 y 19 de julio que en otros pueblos de la región habían sido ya de acontecimientos extraordinarios: ¡los gritos de "U. H. P." "Viva el Comunismo" y otros por el estilo, eran aquí muy frecuentes!

La verdadera anormalidad empezó en Escarabote el día 20 con la requisa de armas, registros domiciliarios y saqueo de comercios, en los que, cuando pagaban, lo hacían con vales del sindicato.

Así transcurren los primeros días, observándose además un constante ir y venir de camiones cargados de escopeteros que, muchas veces, disparaban al paso contra la casa de los señores Crusat, a los que habían hecho objeto predilecto de sus iras e insultos. Había en esta casa tres hombres jóvenes a los que, no sin razón, consideraban los revoltosos como elementos desafectos y peligrosos, y que fueron los primeros que -en unión de Óscar Torrado, soldado de la guarnición de Oviedo que en su casa disfrutaba de un permiso de verano- se unieron a las fuerzas libertadoras.

Nada tuvieron éstas que hacer en Escarabote en los primeros momentos, ya que los revoltosos, advertidos de su proximidad, huyeron a la desbandada, cogiendo unos el camino del monte, e internándose otros en el mar.

Virel y sus secuaces se dirigieron a Cabo Cruz en donde, con los primates revolucionarios de Boiro, embarcaron en una motora que les condujo a Palmeira y luego a Insuela, en cuyos puertos recogieron a Venerando Porteiro, Antonio Pérez, Antonio Domínguez y otros dirigentes de la Puebla, para con ellos buscar la salvación en la fuga.

Tal fue, afortunadamente, el término de una etapa en que, con el mayor descaro, se ensayaban en este pueblo -en otro tiempo honrado y laborioso- las prácticas todas de la revolución y el soviet, empezando por los atentados contra Dios, la Religión y el derecho de propiedad, y acabando por las destructoras acometidas que a muchos hogares y familias venía dirigiendo el fantasma del "Amor libre".

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 14 de marzo de 2010

Boiro: hablan Unión Radio y Radio Sevilla. Fuerzas libertadoras

A un estado de desesperación verdaderamente insostenible había llegado las cosas en Boiro, cuando las emisoras de "Unión Radio" y "Radio Sevilla" vienen a anunciar a todos que había llegado el momento de jugarse la última carta.

Los socialistas actúan a plena luz. Se reúnen en el Ayuntamiento, allí toman acuerdos y de allí emanan las órdenes que a poco se ven convertidas en recogida de armas; asaltos a algunas casas de derechas; saqueos de comercios; incautación de aparatos de radio; fabricación de bombas en la Casa Ayuntamiento; empleo de las mismas contra la casa de D. Benigno López en Boiro y la de Sieira en Saltiño; asalto a la finca y casa del cura de Abanqueiro; cruzar constantemente de camiones cargados de gentes armadas; gritos, disparos, amenazas, etc. etc.

Los otros, los elementos de orden, se ven obligados en los primeros momentos a presenciar inactivos los más, los desmanes de sus enemigos.

La Guardia Civil acuartelada en espera de órdenes de sus Jefes, no podía, por el escaso número de sus componentes, oponerse abiertamente a los revoltosos.

Estos, el día 20 reciben del Gobernador de la Provincia orden de mandar a la Coruña hombres armados y... hombres tenían, pero les faltaban armas. Van a buscarlas al cuartel de la Guardia Civil, cuyo comandante se niega diciéndoles que no podía entregar las armas en custodia sin órdenes superiores, órdenes que no llegaron ni las cumplimentaría tampoco aun cuando llegasen, pues aquel mismo día hubo de salir con su fuerza y Guardia Civil de Puebla, Riveira, Rianjo y Padrón para Santiago, a donde llegaron todos sin novedad, valiéndose de la estratagema de levantar el puño a su paso por los pueblos en donde había grandes concentraciones de revolucionarios.

Durante seis días, a partir de esta fecha día 20, quedaron Boiro y su comarca a merced de los revoltosos, que aprovecharon el tiempo cometiendo la serie de tropelías ya reseñadas, y volando además el Puente-Beluso, sin que pudiesen hacer lo mismo con el Puente-Goyanes que tenían ya minado, por impedirlo la oportuna llegada de las fuerzas de Santiago, que se presentaron, no por donde las esperaban ellos, sino por la carretera de Noya el día 26 de julio.

Casi al mismo tiempo que en Boiro entraban las fuerzas libertadoras entre aplausos y vítores de los pacíficos moradores, de Cabo de Cruz salía un barco robado a su dueño Juan López Muíños, que conducía, fugitivos, a unos siete u ocho individuos de Boiro, entre ellos al maestro José Martínez Virel que entonces actuaba de Alcalde, a Ramón Somoza, Victoriano Somoza y Antonio Somoza hermanos e hijos del Chono, Antonio Lago, un tal Pena y otros. Todos estos debieron ser avisados por algún centinela o vigía que, apostado en la carretera de Noya, advirtió la llegada de las tropas, y mientras éstas limpiaban el camino de las barricadas que allí levantaran los rojos, tuvieron ellos tiempo de escaparse, dejando en tierra a los pobres desgraciados a quienes envenenaran con sus prédicas y consejos, para que ellos cargasen con el castigo de los verdaderos culpables.

Después del día 26, y en días sucesivos, hay que anotar pequeñas operaciones de pacificación y limpieza, organizadas por el delegado de orden público D. Bernardino López, que fue más tarde sustituido por D. Guillermo Torrado.

Ocho cabecillas, en fuga, ocho (desaparecidos), ocho en la cárcel de Boiro, y ocho en la de Santiago, eran, poco más o menos, a los tres meses del Movimiento, el balance en números que pudiéramos hacer del mismo en la comarca de Boiro.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

sábado, 13 de marzo de 2010

Boiro: elecciones

Se hablaba de elecciones. El ambiente se mostraba contrario a las izquierdas y era necesario dar a la Sociedad una nueva inyección que la fortaleciera; era necesario moverla para que despertara, y de ello se encargó el "Chono" con sus hermanos y otros destacados elementos como el "Boloco", el "Gallardo" y el "Pinchudo", organizando frecuentes mítines en los que los oradores, anónimos muchas veces aún para los mismos dirigentes de la "Fraternidad", se despachaban a su gusto contra todo lo que pudiese estorbar de algún modo la libre satisfacción de los más bajos apetitos del pueblo.

Cercanas ya las elecciones de noviembre del 33, se intensifica la propaganda oral y escrita; se oyen las mayores enormidades, y se explota la calumnia y el insulto más soez y desvergonzado. Sin embargo, ¡todo inútil! Llegado el día 19, se ve que la elección marcha con un resultado aplastante en favor de las derechas. Así lo comprenden también los fraternos, que procuran inutilizarla acudiendo al tan socorrido medio de romper las urnas.

¡No era sorpresa! Algo se temía ya ocurriese en Boiro dada la intensísima propaganda y frecuentes amenazas de los socialistas; pero nunca se creyó llegase a registrarse allí una actuación, que puede ser considerada como "caso único" en los anales de la historia electoral: ¡de once colegios establecidos en el distrito, ocho urnas fueron víctimas de la rabia socialista, como lo fue también el médico D. Bernardino López, a quien hirieron y furiosamente maltrataron, por intentar oponerse a los atropellos de los zurdos en el Colegio de "Saltiño"!

Había que repetir la elección en Boiro y evitar también se reprodujesen los atropellos. Para esto, fracasada la intentona de Álvaro de las Casas puesto como intermediario por los socialistas para llegar a un arreglo con las derechas, y lanzada por los socialistas la amenaza de que, si los dirigentes derechistas no aceptaban sus proposiciones de amaño, ardería Boiro por los cuatro costados, acuden allí, desde Santiago, elementos de derechas dispuestos a responder a la violencia con la violencia.

Llegan de madrugada al punto de destino y fueron a hospedarse frente mismo a la casa del "Chono", donde los hermanos de la "Fraternidad" se preparaban para la próxima contienda, ingiriendo repetidos y abundantes vasos de vino que allí se les repartían.

Muy pronto, al enterarse los socialistas de que en el pueblo había "forasteros", se creyeron en el caso de salir a demostrarles que en Boiro no cantaba otro gallo que no fuera el "Chono".

El "Chono" sí, cantaba. Y cantaba como cantar debía el Capitán Araña: animaba a los suyos para que se lanzasen sobre los adversarios, mientras él se quedaba en tierra. Pero los suyos, conocidos los propósitos del Capitán, le dijeron: -"¡Tú, con nosostros pollo!" Y... con ellos se fue. Claro que... a retaguardia y escudado por los cuerpos de sus muñecos; pero demostrando siempre un valor sin límites en gritos, aspavientos y tiros al aire.

La Guardia Civil que no estaba desprevenida y llegó en el momento oportuno, cayó sobre ellos, copándolos y apoderándose en primer lugar del "Chono" que, perdido todo su heroísmo, lloraba como un niño, puesto de rodillas y con las manos juntas en demanda de perdón. ¡En esto vino a terminar la propaganda toda socialista en Boiro, para las elecciones aquellas en que, a pesar de todos los pesares, las derechas obtuvieron un triunfo resonante!

La "Fraternidad" había quedado un tanto desprestigiada ante el resultado adverso de estas elecciones; por eso, y por encontrarse sin fundador, el "Chono", que estaba en la cárcel condenado a cuatro años de presidio, apenas si dio señales de vida en el período preelectoral para las elecciones del 34. A última hora sin embargo, desplegó toda su actividad, destacada por una incalificable pasividad de los elementos de derecha.

Triunfan las izquierdas en estas elecciones, febrero del 34, merced claro está, a la cobardía de unos y a los atropellos de otros, y se desencadena en Boiro y su comarca toda una serie de coacciones, amenazas, agresiones y continuas huelgas, que habían de desembocar en los sucesos de julio de 1936.

Declarado el triunfo del Frente Popular, éste necesitaba un alcalde y fue a buscarlo a la cárcel.

La amnistía, madre fecunda de tantas desgracias en nuestra patria, puso en la calle al "Chono", incluyéndolo en la clasificación de delincuentes políticos, cuando cumplía condena por agresión a la fuerza armada. Pasa Juan Somoza de la prisión a la alcaldía, y lleva como compañeros de corporación a lo mejorcito de lo peor; D. Manuel Otero Ferro, Maestro Nacional; José Caballero Rubio, id. id.; José Martínez Virel, id. id.; Brígida "la marido de su esposo" y otros por el estilo.

Este Ayuntamiento desarrolla una labor desastrosa en el aspecto político (prescindimos de su actuación administrativa), secundando la persecución que en España se venía haciendo contra los fascistas, bajo cuya denominación incluían a todos los contrarios. Encarcelan a unos, vejan y escarnecen a otros, y no faltan tampoco maltratos de obra, verdaderas agresiones cometidas contra personas indefensas, y aún contra una pobre mujer, por el único delito de haber ido a ver a un hijo suyo que había sido detenido y cobardemente abofeteado en el Ayuntamiento.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 12 de marzo de 2010

Boiro: antecedentes

Antes del 14 de abril, no había en Boiro sociedades obreras como tampoco había republicanos. Aquellas nacieron con éstos, gestando en sí unos y otras el mismo vicio de origen: la falta de orientación.

Al fundarlas, no pensaron sus progenitores en la defensa de los intereses de una clase determinada, ni tampoco en la consolidación de un Régimen, ni menos en la defensa de un partido. ¡Qué les importaba, ni que entendían ellos de todo esto!

De lo que entendían, y sabían muy bien, y mucho les importaba era... de satisfacer venganzas personales, aprovechando para ello la oportunidad aquella que una mal entendida democracia les brindaba.

Bajo este signo aparece en Boiro la "Fraternidad", que además había de servir a su fundador Juan Somoza (a) "El Chono", para atraer a su comercio de ferretería y fragua mayor número de compradores que hubiera tenido, de no contar con el ascendiente que entre los suyos le daba la presidencia de la Sociedad.

Llevaba ésta una vida bastante lánguida a pesar de haberse afiliado ya a la U. G. T., hasta que llega un momento en que sus dirigentes creen haber encontrado el medio de levantarla y aumentar el cuadro de sus afiliados, en la oposición abierta que al cobro del impuesto de utilidades, decretado por el Ayuntamiento, hace la "Fraternidad". Con esto consigue que muchos labradores ingresen en sus filas, sin fijarse en que, los mismos que les alentaban y aconsejaban no pagasen, eran los primeros en satisfacer religiosamente sus recibos dentro del plazo legal, mientras ellos, los incautos, habían de verse luego obligados a pagarlos con el recargo correspondiente. Fueran a la Sociedad, creyendo que en ella podrían verse libres de este impuesto que para ellos representaba una de las principales cargas; pero, al ver anunciadas de embargo las fincas de los que se resistían al pago, conocieron que habían jugado con su buena fe, cundió entre ellos el desaliento y volvió la Sociedad a conocer días de mengua y decadencia, después de una corta etapa en que no le faltara ni la confianza de los suyos, ni el apoyo y atención de los principales dirigentes del Partido Socialista, ni los alentadores acentos revolucionarios de la Internacional, que con frecuencia cantaban sus afiliados.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 11 de marzo de 2010

Muros

Abundaba esta comarca en sindicatos y sociedades, que de obreras apenas si tenían más que el nombre; pues, aunque sus componentes eran en su mayoría gentes de trabajo, no era el sindicato para ellos, sino ellos para el sindicato. El sindicato no servía los intereses del obrero, eran los obreros los que ciegamente servían los intereses del sindicato, intereses representados casi siempre por las conveniencias propias de los dirigentes.

Cuatro sociedades se disputaban en el sector de "Muros" la cotización de los trabajadores, y ambicionaban, con la esclavización de su voluntad, la tutoría y administración de sus derechos políticos: "Unión de los Trabajadores de Mar y Tierra", con residencia en Muros; "Agrupación de Trabajadores y Agricultores", en Serres; "Protección Social Esteirana", en Esteiro, con una sucursal Faísta en Tal, y "Agrupación Socialista de Oficios Varios", en Carnota. Todas estas sociedades, excepto la de Tal, tributaban a la C. N. T. y a la U. G. T., con predominio de la primera en Serres, y equilibrio de fuerzas en Muros.

No son los muradanos de carácter levantisco y revolucionario; pero, las prédicas demagógicas de unos cuantos y el ambiente general, habían llegado a crear un estado social propicio a la revuelta.

Los primeros días del movimiento transcurren sin novedad alguna digna de mención. Sólo cuando a los elementos directivos de las sociedades llegaron órdenes concretas o confirmación de órdenes ya anteriormente recibidas, comenzaron a manifestarse las gentes del Frente Popular en la requisa de aparatos de radio, armas y autos primero, y en algunas salvajadas después. La ocasión era propicia: en Muros no había ni civiles ni carabineros -la fuerza armada se había concentrado en Noya- y ellos, los revoltosos, eran los dueños del pueblo. Como tales, se posesionaron del Ayuntamiento y allí establecieron su cuartel general.

D. Francisco Martín (1) no se contentaba con dirigir la revolución en Noya, procuraba también alentarla en los pueblos circunvecinos, y con este objeto, o con el más egoísta de preparar todo lo necesario para cubrir la retirada, se presentó en Muros el día 23, entrevistándose en el Ayuntamiento con algunos dirigentes, entre ellos el telegrafista D. Florentino del Río elemento destacado entre los marxistas a los que, por su profesión, tenía al corriente de la marcha del movimiento en España.

De aquella entrevista salió el acuerdo de requisar a D. Antonio Pérez Rodríguez y a la Vda. de Chás respectivamente, los Bous "Santa Eulalia" y "Santa Rosa", que habían de servir para la huida de los carabineros. Acaso saliese también del conciliábulo el acuerdo de hacer explotar una bomba en la casa de D. Pablo de Roura, otra en la casa del Sr. Cura de Serres, y otras varias en diversos lugares de la misma parroquia, hechos realizados hacia el día 24.

En la madrugada del día 26, algunos vecinos de Muros pudieron presenciar, convenientemente protegidos por las sombras de una noche que moría, las diversas escenas a que dio lugar la llegada y embarque de los carabineros huidos de Noya, a los que se unieron algunos dirigentes de la comarca, entre ellos José Veloso Mayo (a) "Troski".

A pesar de que los Bous estaban ya de antemano preparados, los fugitivos encontraron sin embargo algunas dificultades con que no contaban y en las que no habían pensado. No contaban por ejemplo, con encontrar al patrón del "Santa Rosa" D. Joaquín Larino, más dispuesto a escurrir el bulto que a embarcarse en aquella empresa, a la que, al fin, le llevó la fuerza de las pistolas que le encañonaban; ni pensaran en el medio de acercarse a los Bous un tanto distantes del puerto.

Esta última dificultad había de resolverla Juan Lestón Tajes (a) "Juanás", a quien buscaron para que, como motorista, sirviese una de las motoras que había amarradas en el muelle, la de Cipriano Lampón (a) "Pata de Pau", en la que sucesivamente fueron trasladándose a los Bous carabineros y paisanos, convencidos unos, obligados otros, y preocupados todos por el resultado incierto de una travesía amenazada de mil peligros desconocidos.

Al amanecer el día 26, no se veía por las calles de Muros ni un solo rojo con apariencias de tal; los que no se fueron con los carabineros, habían huido al monte Lajeiras vulgarmente conocido por el de "Cruz de Pelos", procurando escapar así a la acción de la justicia.

El día 30 entra en Muros una sección de Artillería mandada por el Capitán Saavedra, encontrando aquel sector completamente pacificado y unido ya al Movimiento nacional, bajo la autoridad de la G. C. y Carabineros que unos días antes regresaran de Noya.

El Capitán Saavedra nombra delegado de O. P. en Muros a D. Adolfo del Sel Portillo, y días más tarde se constituye el Consejo Municipal formado por D. Adolfo del Sel, D. Pablo Roura Paz, D. Manuel Rodríguez París, D. Enrique Goday, D. Manuel Rama Riomayor y D. Pedro Lestón Mayo, todos los cuales realizaron, en los primeros momentos, una eficacísima labor, reflejada en una espléndida aportación del municipio de Muros al Movimiento Nacional.

(1) Capitán de Carabineros de Noya.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Sierra de Outes: actos vandálicos

Tres días transcurren..., días de inquietud e incertidumbre para la fuerza y vecindario, obligados a contemplar el continuo ir y venir de hombres armados que, con la sensación de peligro, dan también la de la más absoluta desorientación.

Es el día 21 de julio, y al amanecer de este día, antes de que el sol iluminase el horizonte, fue este iluminado por los siniestros y rojizos resplandores de una hoguera inmensa, en la que se consumían las campanas, las imágenes sagradas, las vestiduras y objetos todos del culto que habían sacado de la capilla "del Santiaguiño" en la Sierra de Outes, cuyo local fue luego convertido en Cuartel General de los Rojos. ¡Allí quedaba la bandera roja, heraldo de la mentira, sobre las alturas aquellas, desde las cuales la voz de Dios llamara tantas veces a los hombres, para enseñarles la senda de la verdad!

No se habían saciado con esto los instintos iconoclastas de los sacrílegos, y de allí se trasladaron al Puente de D. Alonso en donde repiten las salvajadas de la sierra, siendo ahora la capilla de Nuestra Señora del Puente la que sufre los efectos de la destrucción y quema de imágenes y objetos de culto.

Como principal dirigente de los revoltosos de la Sierra figuraba un tal Maximino Martínez Fernández que, como casi todos los valientes del sector de Noya, buscó la salvación en la huida, escapándose con los carabineros traidores, dejando la Sierra tranquila, y abandonadas y dispersas sus huestes, que son siempre las que pagan, a veces los crímenes que no han cometido, y siempre el delito de una fatal e incomprensible credulidad.

Cuatro muertos, siete desterrados y 30 prisioneros era, en el momento en que tomábamos estas referencias, el resultado que contaba en su haber la revolución de julio en la Sierra.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 9 de marzo de 2010

Sierra de Outes: estado social

Pueblo inmediato a Noya, situado a unos 12 km de esta villa, necesariamente había de sentir la influencia revolucionaria de las minas de San Finx como todos los pueblos de la comarca.

Su población, campesina en casi su totalidad, no por eso se vio libre de las ambiciones sindicales de la U. G. T. y la C. N. T., que, en diversas ocasiones, mandaron a la Sierra a sus propagandistas, encargados a suministrar al trabajador del campo las funestas doctrinas que tiempo hacía ya venían envenenando al obrero de la ciudad. Muchos las creyeron y dieron sus nombres al "Sindicato del Puente de Don Alonso" que, en los últimos tiempos, desplegó una actividad extraordinaria, que trajo como resultado el casi total desplazamiento de la U. G. T., y como consecuencia, el total dominio de la Confederación en el campo social de la Sierra y sus contornos.

El 1º de mayo del 36, fue el día escogido por los sindicalistas, para inaugurar una etapa cuyo final había de ser completamente distinto al que otros anunciaban y ellos se prometieron.

Celebraban este día una manifestación que, si por el número de manifestantes no merecía el calificativo de "imponente", no dejaba de serlo si pensamos en lo que de suyo significaba el hecho de ver banderas rojas -símbolo del desorden y la revolución- escoltadas con gentes de puños en alto y por la inocencia vestida de rojo (1), paseándose como por terreno conquistado, ante las miradas de un pueblo pacífico e ignorante de aquellas propagandas que, pasado algún tiempo, miraría sin escándalo.

Llega el 18 de julio, y llega -creen ellos- la hora de desbordarse rompiendo el dique de sus odios y contenidas ambiciones.

Se ponen en contacto con los revoltosos de Noya, y por ellos aleccionados, se dedican a la requisa de armas, llegando en su loco afán al mismo cuartel de la Guardia Civil, donde cuatro hombres se remordían en su interior al oírse llamar "camaradas", por unos sujetos que vivieron siempre al margen de la ley. Las armas no las llevaron; pero la pobre Guardia Civil hubo de sufrir, sin poderlo remediar, las visitas que durante cuatro días les hacían los "amos" de la Sierra, para enterarse de las noticias que les trasmitía "Unión Radio de Madrid".

Claro que, "Unión Radio" desaparecía del receptor, perdiéndose con los últimos ecos de las pisadas de los rojos -que momentáneamente dejaban el cuartel con objeto de vigilar la calle- siendo sustituida inmediatamente por "Radio Sevilla" o "Radio Tetuán", que no dejaban de ser observadas por los del Benemérito Instituto, hasta el momento mismo en que, a la puerta de la sala de armas, volvía a escucharse a modo de contraseña, el clásico saludo de los rojos: ¿Qué hay camaradas?

(1) Al frente de la manifestación marchaban dos niñas ataviadas con el traje de la "Pasionaria".

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 8 de marzo de 2010

Puerto del Son: estado social; comité revolucionario; actuaciones del comité

En Puerto del Son existían dos organizaciones que, o por el crecido número de asociados, o por la calidad de los mismos, o por ambas cosas a la vez destacaban sobre todas las demás del mismo tipo. Eran estas, la "Confederación Nacional de Trabajadores" e "Izquierda Republicana".

Estas organizaciones, aunque bien relacionadas sobre todo a partir de la constitución del F. P. en España, tenían su vida independiente y cada cual atendía a sus problemas; pero, al conocerse en Puerto del Son el alzamiento del general Franco en tierras de África, desaparecieron los problemas individuales, para dar paso al problema común que en su caso era, oponerse por todos los medios al Movimiento Nacional. C. N. T. e I. R. dejaron ya de ser dos organizaciones, para con el Centro Libertario y otros elementos, constituir una sola que adoptaba por lema el grito de: U. H. P., y tenía por saludo el puño cerrado.

Por eso, en el Comité que se formó en los primeros momentos, encontramos, confundidos en amalgama revolucionaria, elementos de diversas procedencias políticas y de las más encontradas ideologías: C. N. T., Izquierda Republicana, comunistas, socialistas, etc. etc.

Este Comité -en el que abundaban personas que, duchas en el manejo de nadar y esconder la ropa, embarcaban a las clases humildes en una peligrosa empresa mientras ellas, faltas de valor necesario para dar la cara, actuaban ladinas y taimadas en la sombra- se incauta en los primeros momentos del Ayuntamiento, y allí se constituye en autoridad suprema del pueblo, al que maneja a su capricho durante varios días. Ordena la requisa de armas, dispone la presentación de auxilios y socorros a las causa, y organiza patrullas de gente armada, ejército improvisado y por diversos títulos ineficaz de la revolución.

El asunto requisas, parece que era llevado principalmente por el presidente de I. R., D. Juan González González y por el secretario de esta organización D. Antonio Conde Asperot que, en un momento de desconfianza, intentaron escapar a Portugal tomando con tal objeto una embarcación que, por haber equivocado el rumbo o lo que fuese, atracó en el Pindo donde, desembarcados los fugitivos, escucharon las optimistas noticias de "Radio Madrid", que les devolvieron la confianza en el triunfo y les decidieron a suspender el viaje. ¡Dos víctimas más que añadir a las ya innumerables de los embustes de las radios rojas!

Contaban González y Asperot, para la buena marcha de su negociado, con la plena confianza del alcalde Jesús Mariño que, sin el menor escrúpulo, firmaba toda clase de recibos y órdenes relativas a cacheos, registros y requisas, y disponían de activos ejecutores, como claramente testificar puede el peón caminero Vicente Otero, a quien Antonio Maneiro Viéitez, Ignacio Martínez Lanza y Francisco Rego Maneiro, constituidos en patrulla, quitaron, amenazándole con sus pistolas, la que él llevaba para su defensa.

El arbitrio de auxilio y socorros a la revolución, se llevó a cabo siguiendo la táctica ladina de hipócrita que tan bien conocían los dirigentes marxistas de Puerto del Son.

El día 22 de julio, o sea en plena revolución, el Sindicato Libertario e Izquierda Republicana convocaron a una reunión de industriales, en la que, tras diversas deliberaciones en que tomaron parte principal Abeijón, Gerardo Díaz y Manuel Maneiro, se acordó que cada uno de los industriales aportase una cantidad para sostener a los obreros que había parados, con motivo de una huelga existente hacía ya tiempo. ¡Siempre disculpándose con el obrero!... No les convenía ni se atrevieron a decir, que las cantidades aquellas eran un auxilio al Comité directivo del movimiento marxista.

El día 27 de julio entraban en el Son las fuerzas de Artillería de Santiago mandadas por el Teniente Espinar, que acudían obedeciendo a un comunicado que el Teniente había recibido momentos después de haber llegado a Noya, en el que se le decía que algunos números de la Guardia Civil se hallaban en aquel pueblo (Puerto del Son) en situación muy apurada, ya que, por aquellos lugares "había muchos grupos de rebeldes armados".

Detienen a algunos paisanos huyendo otros al monte perseguidos por la Guardia Civil; hay un pequeño tiroteo; y... esto basta para acabar en Puerto del Son con la actuación marxista, que sucumbía para dar lugar a una labor de depuración local y común aportación a la Causa Nacional.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 7 de marzo de 2010

Noya: en franca desbandada

Son las doce de la noche del día 25... Por la carretera de Muros marchan varios camiones que salieran de Noya transportando al Capitán de Carabineros, buen número de sus subordinados, alcalde Severino Iglesias Siso, teniente alcalde José Pedreira Bures y algunos paisanos como "Pepe el Andaluz", cuyo verdadero nombre era José López Garrido.

Llevan éstos ropas, utensilios y víveres en abundancia, así como varias cajas de dinamita procedentes de las minas de San Finx. Llegados a Muros embarcan en dos Bous (el "Santa Rosa" y el "Santa Eulalia") requisados días antes ya con este objeto, y hacen rumbo a Bilbao, donde más de una vez habían de maldecir la hora en que tomaran tal determinación.

En Noya quedan tres Brigadas, dos Sargentos, siete Cabos, cuatro guardias de primera y 28 carabineros de segunda que pudieron burlar la pesquisa nocturna a que se dedicó el Teniente de Muros en las primeras horas de aquella memorable noche del 25.

En Muros pudieron ocultarse también y salvarse así de la tragedia, algunos otros, entre ellos un corneta de Esteiro y un Guardia Civil, único de este Cuerpo que acompañaba a los revoltosos. De suerte que, si a estos (unos 50 carabineros) unimos los que bajo la presión de las pistolas fueron obligados a embarcar, queda muy limitado el mando del Capitán Sr. Marín Moya, y muy reducido el número de uniformes que voluntaria y deliberadamente, acataban sus órdenes y seguían sus rojas inspiraciones.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

sábado, 6 de marzo de 2010

Noya: preparativos de fuga

¡No se necesitaba tanto para acabar con el valor expirante del famoso Capitán de Carabineros! Antes ya de la visita de los hidros a Noya, hubiera acaso rendido la plaza si la desgracia no le persiguiera.

Cuarenta y ocho horas hacía que, a las alturas de San Justo, habían llegado dos coches ocupados por un pelotón de artilleros, que mandados por el Teniente Quesada, salieran de Santiago en viaje de exploración. El Capitán tenía centinelas apostados en lugares estratégicos de la carretera. Uno de estos, Enrique Fernández que iba provisto de un anteojo pedido al Ayudante de Marina por orden del alcalde, al ver avanzar gente armada en dirección a Noya, corrió a enterar al Capitán. Este, sin pérdida de tiempo, llama a un Cabo de Carabineros y le encarga que, con dos números, salga inmediatamente a parlamentar con los artilleros.

Allí se hubiera terminado seguramente la resistencia de la Villa, pero quiso la mala suerte de unos y de otros que no llegase a celebrarse el parlamento, pues los artilleros, cumplida su misión y viendo que la noche se echaba encima, habían regresado ya a Santiago.

Esto desazonó un poco al Capitán que, viendo fracasado este medio de arreglar una situación que ya iba resultándole demasiado enojosa y comprometida, se dio a la tarea de ultimar los preparativos de la huida. Requisa de ropas de cama y víveres en abundancia; hace acopio de dinamita y manda preparar en la playa de Testal seis motoras, con intención de salir por mar, si la llegada de las tropas del Ejército no le daba tiempo a escapar por tierra.

Estas actividades fueron observadas por el Teniente de la Guardia Civil Sr. Ruiz Rubio, quien las puso en conocimiento del Comandante Militar de Santiago, valiéndose del guardia forestal jurado José Moreiras, que con gran desprecio y peligro de su vida, marchando por senderos ocultos, atravesando los montes del término de Negreira y burlando siempre la vigilancia roja, cumple la difícil misión que había de traer como resultado el envío a Noya de los hidros a que antes nos hemos referido, y que fueron en fin de cuentas, los que sembraron el desconcierto, y decidieron la huida del Capitán y principales responsables de la resistencia en aquella Villa.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.