lunes, 31 de mayo de 2010

Ribadavia

Población de 6.000 habitantes, a orillas del Miño y próxima a la capital venía sufriendo como otras tantas de Galicia, las frecuentes acometidas del monstruo revolucionario, que, en la Villa de referencia, tenía también sus cachorros encargados de vigilar los movimientos todos de su víctima, procurando debilitarla con frecuentes acometidas, hasta que llegase el momento de lanzar sobre ella el zarpazo final.

Una de estas acometidas, la más cínica y desvergonzada que pudo lanzarse contra un pueblo culto y caballeresco, fue sin duda, el banquete con que la Corporación del Frente Popular celebró, en regocijo criminal y macabro, el vil asesinato de Calvo Sotelo (1).

Con todo, y a pesar de todas las propagandas, Ribadavia continuaba siendo pueblo sensato y de orden; razón por la cual, fracasó por completo la resistencia intentada en esta villa por los dirigentes marxistas los días 17 de julio y siguientes, pudiendo concretarse todo lo allí sucedido en la forma siguiente:

El Presidente de la Gestora y otros, forman la guardia roja y demás patrullas armadas, cuyos componentes son alojados, por orden escrita del alcalde, en casas particulares.

A estas fuerzas se unen más tarde las del alcalde de Arnoya, José Meixengo Pereira (que se presenta el 19 en Ribadavia capitaneando las huestes rojas, que él mismo creara en su Municipio) y unas y otras son arengadas por Andrés Centrón Rodríguez, para que procediesen al asalto de la casa cuartel de la Guardia Civil, asalto que no llegó a realizarse, acaso porque los revoltosos, que necesitaban un jefe, no advirtieron la presencia entre ellos, del alcalde de barrio de Beiro, José Fernández Parracia, que habría hecho estupendamente el papel de "Miaja".

(1) Asistieron a este banquete que pudiéramos llamar por muchas razones "banquete de la muerte", Benigno Gallego Montero, presidente de la Comisión Gestora; Fulgencio Lorenzo Lira, Teniente Alcalde; Manuel González González, Concejal, Carlos Alonso, Concejal también y otros muchos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 30 de mayo de 2010

Carballino

Traemos a estas páginas el nombre de la hermosa Villa de Carballino, no precisamente por lo que ofrezca de historiable en aquellos primeros días del Movimiento, en que encontramos los pueblos de Galicia divididos en dos tendencias -de adhesión al Ejército la más numerosa, y de oposición y rebeldía otra, integrada ésta, en una gran parte de la región, por solos los dirigentes del F. P.- sino porque, la inquebrantable fidelidad de sus habitantes al ilustre político D. José Calvo Sotelo, la hace digna -si otros méritos no tuviera- de figurar en cualquier trabajo relacionado con el Movimiento salvador de la Patria.

Carballino, sede del Calvosotelismo, no podía presentar ni el más pequeño obstáculo al Movimiento, que si venía a salvar a España, venía también a vengar la muerte de Calvo Sotelo. Por eso, los comentarios desfavorables y las aviesas intenciones de la media docena de desgraciados, que no faltan nunca aún en los pueblos más sanos, no llegaron a salir de la Casa del Pueblo.

Las Autoridades mismas, estuvieron siempre de parte del orden, y éste no se ha alterado ni un solo momento, comenzando, con el alzamiento de Franco, la exaltación del fervor patriótico de Carballino, que se revela en la magnífica aportación con que, desde un principio, cooperó a la Causa Nacional (1).

(1) A los tres meses de campaña había enviado ya a diversos frentes, sólo en en jamones, un valor de doscientas mil pesetas.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

sábado, 29 de mayo de 2010

Orense: declaración del Estado de Guerra; fuerzas rebeldes; tranquilidad absoluta

Eran las dos de la tarde del día 20 de julio, cuando en Orense se publicaba el Bando de guerra, cuya lectura fue encomendada al Comandante Casar.

El pueblo, al ver las tropas en la calle, reacciona en forma vigorosa e inconcebible. Puertas y ventanas se abren al paso de las tropas, y a ellas se agolpan los vecinos sin distinción de edades, clases, ni condiciones, manifestando con frenéticos aplausos y gritos delirantes, un entusiasmo largo tiempo contenido.

Ante esta reacción, rayana en patriótica locura, se achicaron en tal forma los comunistas y elementos del Frente Popular, que la publicación se hizo en medio del orden más completo y sin el menor incidente.

En los días 17 y 18 de julio, el Gobernador, con la cooperación de su secretario y el Comandante de Carabineros a que anteriormente nos hemos referido, había salido en viaje de propaganda por los pueblos limítrofes a la capital, con objeto de preparar una marcha sobre Orense, de los elementos revolucionarios que vivían en el campo.

Este viaje, unido al endémico malestar de los citados pueblos, soliviantó a los campesinos que, más allá, pero sobre todo en el cinturón a 20 kilómetros alrededor de Orense, presentaban un aspecto levantisco, sino del todo revolucionario. Así se explica esa larga serie de atentados cometidos en el extrarradio después de declarado el Estado de Guerra, y que resumimos nosotros en la siguiente forma: Corte de la carretera a Monforte en el kilómetro 2; alambres y barricadas en la carretera a Vigo, cerca de Barbantes; dos agresiones por la parte de Seijalvo, una a la fuerza armada y otra a los conductores de una camioneta que conducía mercancía; fuerte tiroteo a la fábrica "La Castellana" y asaltos a distintos comercios; una bomba con pequeños desperfectos en el puente de Castroverde, carretera de Villacastín a Vigo; otra que hicieron explotar en el puente de las Escorregas, carretera de Orense a Portugal; agresión a fuerzas armadas en Cudeiro, carretera de Santiago; robo de dinamita perteneciente a las obras del ferrocarril en construcción, en Rairo; corte de la línea telegráfica en el Posío y Cumial a 6 kilómetros de Orense, y otras cosas de menor importancia.

Además, en Villar de Barrio, Maceda, Verín, La Gudiña y otras zonas, se alentaba y sostenía un espíritu de violencia y franca rebeldía que hizo necesaria la actuación de fuerzas en columnas, y que, por su importancia, estudiaremos separadamente.

Hemos de advertir, antes de cerrar este capítulo, que todos los atentados y actos de rebeldía a que venimos refiriéndonos, tuvieron lugar no más allá del 27 de julio, fecha en que puede darse por totalmente pacificada toda la provincia, merced a las rápidas y acertadas medidas de la Autoridad Militar, y al celo, prontitud y entusiasmo con que fueron secundadas y obedecidas por todas las fuerzas a sus órdenes, por las Autoridades provinciales y municipales (1) y por el noble pueblo orensano, que había de distinguirse extraordinariamente en la patriótica labor de tributar al Movimiento, como en su lugar veremos.

(1) La primera gestora del Ayuntamiento en Orense, estuvo constituida por los Capitanes, Mira, Cortés e Isidoro Álvarez.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 28 de mayo de 2010

Orense: detención del Gobernador

Dejamos al Comandante Militar, en el momento en que anunciaba su salida del Cuartel de la Guardia Civil para la Comandancia.

Ajeno por completo a lo que allí estaba pasando, salió en efecto el Teniente Coronel Soto acompañado del Comandante de Carabineros y los Jefes de la Guardia Civil y Asalto, con dirección a la Comandancia, mientras Ceano se dirigía al cuartel con objeto de ultimar los preparativos para salir a la calle.

Cuando Soto llegó con sus acompañantes frente al Gobierno Civil, las puertas estaban todavía cerradas, si bien en el interior se había dominado ya la situación (1).

El Comandante Casar manda abrir las puertas del Gobierno y, dentro ya del edificio el Comandante Militar y Jefes que le acompañaban, entera a aquel de todo lo que allí había ocurrido. Pasan luego todos ellos al despacho del Gobernador, en donde este se hallaba con los señores antes citados, y el Teniente Coronel Soto le conmina a que deje las armas y resigne el mando de la provincia, pues "dentro de unos momentos va a declararse el Estado de Guerra".

Accede el Gobernador, mas no sin antes desahogar la bilis de su derrota en frase desagradable e injusta: -"¡Son Vdes. unos malos caballeros!"

Enérgica y adecuada fue la contestación del Teniente Coronel Soto, que puso fin a la escena, ordenando la detención del Gobernador y acompañantes, a la que había de seguir la inmediata declaración del Estado de Guerra.

(1) Llegaban también en aquel momento los Capitanes Reigada, Verdía y Rodríguez Rey.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 27 de mayo de 2010

¡Orense por España!

El 18 de julio llegan a Orense las primeras noticias del glorioso alzamiento de las fuerzas de África, al mando del General Franco.

Rápidamente se acuartelan las tropas, y en sus cuarteles permanecen esperando órdenes de la División, que habían de ser transmitidas por el Estado Mayor.

El Gobernador D. Gonzalo Martín March -que, con las fuerzas de que disponía, venía haciendo desde días antes objeto de especial vigilancia a los Oficiales de la guarnición- al saber que las tropas estaban acuarteladas, ordena que, en caso de tener que abandonar la emisora de radio local, se la inutilice; manda a los carabineros de la Gudiña que corten las comunicaciones y armen al pueblo; se incauta de las armerías; ordena al Comisario de Vigilancia que las armas recogidas a las personas de orden sean repartidas entre los obreros, y se pone en comunicación con la Guardia civil, exigiendo la entrega inmediata del armamento que tenía ésta en depósito.

-De ningún modo -dice el Comandante Ceano al Teniente de la Benemérita que, al comunicarle la orden del Gobernador le pedía instrucciones-: ¡No entregue usted las armas! ¡En el momento que eso sucediese, nosotros saldríamos a la calle!

En la mañana del domingo 19, aun cuando se conocía en el cuartel la adhesión de la Guardia civil, Guardia de Asalto y Seguridad por los informes de los agentes que entre aquellas fuerzas tenía el Comandante Ceano (1), se comisionó no obstante al Comandante Casar, para que, en unión de los Capitanes de la Caja de Recluta, estableciese contacto directo con ellas y las de Carabineros; misión que quedó despachada en la tarde de aquel mismo día, y establecida, por consiguiente, la debida trabazón entre el Ejército y las demás fuerzas armadas de la plaza.

La noche del domingo al lunes transcurre en medio de una gran impaciencia en los cuarteles, y de una formidable agitación por parte de los dirigentes y masas del Frente Popular (2).

Antes ya de amanecer el día 20, hacia las tres de la madrugada, y en cumplimiento de órdenes y compromisos anteriores, comenzaron a llegar al Cuartel requetés y falangistas hasta el número de doscientos, llevando todos a flor de labio la misma pregunta:

-¿Qué hacemos?
-Nada -díceles el Comandante Ceano-. ¡Esperen! ¡No urge!

No urgía, efectivamente. De Coruña no habían comunicado todavía la orden de declarar el Estado de Guerra; en el Batallón había sólo 170 hombres, pero se les veía animados de un gran espíritu capaz de cortar, en su nacimiento, cualquier intentona de las masas comunistas; estas, por otra parte, no habían cometido en la ciudad desmanes que exigieran una inmediata represión... Justa y razonable era por tanto la respuesta de Ceano a la juvenil impaciencia de Falange y Requetés: "¡Esperen! ¡No urge!"

A las ocho de la mañana del día 20, el el Gobernador llama al cuartel y pide hablar con el Jefe del Batallón.

-Al habla el Comandante Ceano.
-Aquí el Gobernador Civil. Le llamaba para preguntarle, que es lo que haría Vd. si recibiese órdenes de declarar el Estado de Guerra.
-Yo -(contesta Ceano evasivamente) he cumplido siempre con las órdenes que recibí de mis jefes.
-No, no; en concreto. Yo necesito saber que actitud adoptaría Vd. en estas circunstancias.
-¡Pregunta Vd. unas cosas por teléfono!...
-Es que..., le advierto que yo tengo al pueblo conmigo, y quiero evitar un día de luto.
-¡Muy bien! eso queremos todos. Yo... nada puedo decirle de si me sublevo o no me sublevo: lo que si puedo asegurarle es que, si Vd. me responde de que el pueblo no hará nada, yo respondo también de que la tropa no saldrá.

No satisfizo al Gobernador esta contestación de Ceano, y le mandó como emisario al Comandante de Carabineros D. Federico Ayala Victoria que, ciertamente, parecía no transigir con el color amarillo de la bandera española, que quería ver sustituido por el otro.

-A ti -díjole Ceano cuando lo tuvo en su presencia- voy a hablarte con toda claridad. Al Gobernador le he dicho... ¡Ya tú sabes lo que le he dicho! Pues bien; todo eso es con la condición de que él resigne el mando en la autoridad militar. Si se aviene a esto, muy bien; sino...

-El Gobernador dice que él tiene dinamita suficiente, para que con ella pueda el pueblo defender los derechos conquistados el 16 de febrero.

-¿Sí?... ¿Ves esto? -dícele Ceano mostrándole los cañones-. Di al Gobernador, que al primer petardazo que se oiga en la población, mandaré disparar sobre el Gobierno Civil. Ahora, vienes conmigo para que oigas al Comandante militar.

Fueron al Comandante militar que estaba de perfecto acuerdo con Jefes y Oficiales de la Guarnición, y con él se trasladaron luego al cuartel de la Guardia Civil, "para allí -dice el Teniente Coronel Soto- reunidos los Jefes de las distintas fuerzas, tomar los acuerdos convenientes".

Poco tiempo llevaba de conferencia el Comandante Militar, Teniente Coronel Soto, con el Jefe del Batallón Sr. Ceano y con los de la Benemérita, Asalto y Carabineros (3), cuando le llamaron de la División para decirle, rápida y lacónicamente cual si fuera una consigna: -Amigo Soto: ¡llegó la hora!

A partir de este momento, inician los Españoles de Orense una actividad extraordinaria que, en pocas horas, había de echar por tierra las esperanzas y propósitos de los orensanos de Rusia.

El Teniente Coronel Soto dice por teléfono al Comandante Casar, juez militar de la Plaza, que con los Capitanes Reigada Verdía y Rodríguez Rey, le esperase en la Comandancia, "para donde salgo yo inmediatamente".

Casar llama al cuartel ordenando que salgan para la Comandancia los Capitanes aludidos (4); pero, antes de que estos llegaran, entró a su despacho el Oficial Veterinario D. Federico Pérez Iglesias, diciéndole que, en aquel momento, el Teniente de Seguridad Sr. Barro, había ordenado a las fuerzas de la Guardia Civil, Asalto y Seguridad que prestaban servicio en el Gobierno, cerrasen las puertas de la calle, y se aprestasen a defender el edificio a toda costa.

El Comandante entonces, rápido como una exhalación, empuña la pistola y, esgrimiéndola a modo de defensa y amenaza a la vez, sale a los pasillos de la Diputación seguido por Pérez Iglesias y tres ordenanzas leales.

Bien pronto se da cuenta de que el edifico está tomado por Guardia del Gobierno. Escaleras y pasillos aparecían completamente ocupados por fuerzas que tenían montados sus fusiles. Se encara con ellas Casar, y les suelta una arenga de tonos vibrantes y patrióticos, diciéndoles entre otras cosas:

-No es posible que vosotros tratéis de hacer armas contra el Ejército. Yo os invito a que os unáis todos a mí, gritando: ¡Viva España!

Este grito que hacía mucho tiempo no había resonado bajo los techos del Gobierno Civil, conmovió profundamente el alma de aquellos veteranos, que lo contestaron con el mayor entusiasmo, al tiempo mismo que se ponían a las órdenes del Comandante Casar.

En aquel momento, atraídos tal vez por el eco de aquel grito de resurrección gloriosa, aparecieron en los pasillos, armados de pistolas, el Gobernador, su secretario particular, el Teniente de Seguridad D. Aníbal Lamas y Eduardo París. Todos ellos, al ver que la Guardia Civil, Asalto y Seguridad se unían a Casar, giran rápidamente sobre sus talones y se refugian en el despacho del Gobernador.

Al mismo tiempo se desbandaban, buscando salida cada uno por donde podía, los 50 comunistas, fuerzas armadas que la revolución tenía en el piso bajo del edificio.

(1) Ya desde el mes de enero venían estos agentes estudiando la actitud de aquellas fuerzas para conocer su manera de sentir, que, dicho sea de paso, era francamente buena.

(2) Reunión permanente en el Gobierno Civil en donde se facilitaban armas, y un ininterrumpido ir y venir de grupos y patrullas armadas, ante el Gobierno Civil y el local de Izquierda Republicana.

(3) Conferencia en que todos estuvieron de acuerdo excepto el Comandante de Carabineros.

(4) Casar, llegado en la mañana del día 20 a las oficinas del Juzgado establecidas en el edificio de la Comandancia y Gobierno Civil, después de cambiar impresiones con el secretario del Comandante Militar Teniente Franqueira, y con los Capitanes de la Caja de Reclutas, había mandado a Reigada y Verdía al cuartel, y al Capitán Rodríguez Rey a su casa, para que se armasen.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Orense: Fuerzas comunistas; actividades revolucionarias; enlaces militares

En Orense había mucho elemento anticomunista (Calvosotelistas principalmente) aunque falto de la conveniente organización, y de decisión sobre todo (1).

Se lamentaban los abusos y salvajadas del enemigo; se condenaban en el fuero de la conciencia y aún muchas veces en conversaciones particulares, pero, apenas si se hacía nada por ponerlas remedio.

Sólo un pequeño grupo de requetés y falangistas que, ya desde enero del 36 venían acechando el momento oportuno de dar al comunismo orensano un golpe definitivo, sabía dar la cara en los momentos de peligro, llegando a imponerse muchas veces a sus contrarios, teniendo para ello que suplir, con actos de valor y heroísmo, la falta de número.

Este puñado de valientes había convenido -bajo la dirección del Comandante Ceano, héroe de las primeras jornadas en Asturias- un plan de levantamiento en combinación con el Ejército y la Guardia Civil, que podía haberse realizado ya con motivo de las elecciones de febrero.

No fue en aquella ocasión; pero no por eso se desarticularon, pasada aquella fecha, las fuerzas de este grupo. Por el contrario, desde entonces, su actuación es más intensa, y más frecuente el cambio de impresiones, respondiendo con nuevos entusiasmos a las persecuciones de que eran objeto, a la lluvia de impresos de propaganda bolchevizante que, firmados por un Comité desconocido, comenzó a caer en los cuarteles, y a la cada día creciente actividad que se observaba entre los elementos del Frente Popular (2).

Esta actividad de las fuerzas revolucionarias, se manifestaba de muy distintos modos: insultos y molestias a personas de orden; quema de Iglesias en varios pueblos de la provincia (3); reuniones frecuentes en el Gobierno Civil; miradas cargadas de odio a militares y sacerdotes; manifestaciones; alardes comunistas en los entierros de los camaradas, etc., etc.

Todo esto, preludio y amago de acontecimientos graves, crecía y aumentaba a medida que iban pasando los días del mes de junio, produciendo una sensación de tormenta próxima a estallar; sensación que era general en todos los pueblos de España, y que determinó sin duda, el desplazamiento de algunos militares, con que había que suplir la falta de una anterior preparación de conjunto.

A mediados de junio llegó a Orense, procedente de Melilla, uno de estos enlaces, Capitán del Ejército español, que venía con el exclusivo objeto de pulsar la opinión de Jefes y Oficiales de la Guarnición.

De aquella entrevista una sola cosa podemos destacar: el unánime sentir de todos los reunidos, manifestado en estas palabras: ¡Hay que salvar a España!

Días más tarde (en los primeros de julio) recibe la guarnición de Orense una nueva visita. Son esta vez unos Jefes de Estado Mayor pertenecientes a la 8ª División, con los que Jefes y oficiales de la Plaza conferencian, en simple cambio de impresiones.

Y... nada más. No encontramos en Orense esa preparación lenta, callada y escrupulosa que pueda considerarse fruto de una conspiración. Encontramos sí, una Oficialidad, y un Ejército, y unas fuerzas armadas, y unos requetés y unos falangistas, dispuestos todos a jugarse la vida, por la salvación de España y el honor del uniforme.

(1) No se nos incomoden por esto nuestros amigos de Orense. La falta de decisión era una enfermedad que padecíamos en toda España.

(2) Según informes de la policía, dos meses antes del Movimiento, había subido el número de cotizantes al comunismo, de 800 a 8.000.

(3) Quemaron la Iglesia de San Benito de Castrelo, e intentaron hacer lo mismo con la de San Benito de Barbadanes y otras.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 25 de mayo de 2010

Orense (Capital): estado social

Muy poco hemos de añadir a lo anteriormente expuesto, por revelar ya aquello suficientemente, lo que era el distrito de Orense en el campo social.

Con decir que la Delegación del Trabajo se hallaba convertida en una sucursal del Frente Popular, creemos haber completado el número de premisas, suficientes a autorizar las conclusiones socialmente más avanzadas y más revolucionarias en su significado. Si la Delegación del Trabajo estaba en manos del Frente Popular, los asuntos todos relacionados con el obrero, habían de ventilarse con arreglo a procedimientos socialistas y comunistas, en los que entraban, como sabemos todos, la huelga, el motín, la violencia, el atentado personal, etc. (1).

Eso fue Orense en los últimos tiempos de la República: un país en donde imperaba descaradamente la barbarie y el pistolerismo suelto y desvergonzado.

(1) En los últimos seis meses hubo de 12 a 14 asesinatos cometidos a pleno día.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 24 de mayo de 2010

Orense: estado social de la provincia

Al estudiar el estado social de Orense, no puede prescindirse de la destacadísima actuación de las sociedades agrarias, puesto que en torno de ellas venía girando, hacía ya treinta años, toda la política social de la provincia.

Por los años de 1905-1907, aparecen en Orense las primeras sociedades de Agricultores, siendo Pinza (Viana del Bollo) y Jares (La Vega) (1) los lugares de su nacimiento.

Estas sociedades, como la que por aquel tiempo funcionaba en el Ayuntamiento de Laroco (2), no tenían otra finalidad práctica, a pesar de lo consignado en sus reglamentos, que oponerse al pago de los impuestos (3), ya que, para cazar prosélitos, no podían invocar como injusto el pago de rentas forales, (pretexto de todas las demás sociedades agrarias) puesto que tales rentas no se conocían en los citados pueblos ni en sus contornos.

En 1907, en todos los Ayuntamiento de la capital, en todos los del Distrito de Bande y en otros muchos de la Provincia, se formaron, alentadas con fines políticos por el Diputado a Cortes por Verín D. Luis Espada, innumerables organizaciones con el carácter de agrarias, que dieron escasas señales de vida, hasta que en 1911, recogió Basilio Álvarez la dirección del movimiento, eficazmente apoyado por los gobernadores Sres. Rojas y Corral, que veían en el agrarismo un auxiliar poderoso para su política.

Basilio Álvarez, llevó la propaganda (4) con tal vehemencia y exaltación, que sus fogosas prédicas le valieron el apelativo de "El León de Beiro".

Bien pronto se extendió el movimiento Agrario por toda la provincia, y aún los pueblos más distantes e ignorados fueron teatro de actos públicos, en los que se buscaba -y se conseguía casi siempre- enardecer a los campesinos con la promesa y la seguridad de que, muy pronto habrían de ver abolidos los foros y suprimidos los consumos y cédulas personales, si secundaban el movimiento aquel con la decisión y energía que se les aconsejaba.

Trabajada la provincia, irradió la propaganda al exterior, siendo sus primeras víctimas los Ayuntamientos de Lugo colindantes con Orense, y una buena parte de los de Pontevedra.

Aquí sobre todo, desplegó D. Basilio una actividad extraordinaria, empujado por el Presidente del Consejo de Ministros don José Canalejas y el Ministro de la Gobernación Sr. Barroso, que pretendían debilitar, mediante la organización agraria, la influencia política de D. Gabino Bugallal, D. Eduardo Cobián y Marqués de Riestra.

Fracasado aquel movimiento y apagados los entusiasmos de los primeros momentos, se inicia un período de decadencia en las organizaciones agrarias, artificiosamente creadas, muchas de las cuales arrastran desde entonces una vida lánguida, y se extinguen otras al faltarles el apoyo e impulso personal de D. Basilio Álvarez, que se había retirado a la Corte, olvidándose de los agrarios que le sirvieran de pedestal.

El aspecto del Agrarismo en Orense, era en 1915 el de un enfermo que, perdido ya el uso de muchos de sus miembros, se acerca visiblemente a la muerte.

Esta hubiera sin duda sobrevenido, si el centro de las sociedades obreras de la capital, viendo en él una fuerza utilizable, no le hubiese prodigado todos sus cuidados, para salvarlo primero, y fortalecerlo después.

Emprenden los directivos de dicho centro la reconstrucción de las llamadas sociedades agrarias; crean otras nuevas allí donde no existían -sobre todo en los Ayuntamientos que forman el distrito de la capital-; las federan luego por municipios, y las fusionan más tarde, formando la "Federación Provincial de Sociedades Campesinas".

A los tres años, en 1917, estaba ya la nueva organización en condiciones de dar los frutos que de ella esperaban sus progenitores, y fue en la huelga revolucionaria de agosto de aquel año, cuando las sociedades obreras confiaban ya el éxito de aquel Movimiento, a la cooperación del elemento campesino organizado.

Posteriormente al 17, todos los conflictos planteados por los obreros de la ciudad, encontraron apoyo y colaboración en el campo, como lo habían de encontrar también más tarde los conatos antipatriotas del frente popular español.

Durante los años 19, 20 y 21, procedieron unidos y de común acuerdo los elementos socialistas del Centro de sociedades obreras, la Federación Agraria Provincial y la media docena de republicanos que había en Orense.

Órgano de esta unión fue "La Zarpa", periódico fundado en julio del 21 con el propósito -por parte de Basilio que volvía a intervenir en estas contiendas- de sacar a relucir los trapos sucios de algunos prosélitos de Barriobero, a quienes, celoso del predominio de éste, quería desprestigiar.

No perdió el tiempo el Abad de Beiro. Prendió la cizaña entre los elementos confederados, y sobrevino la rotura con motivo de una asamblea de la Federación Agraria, en que unos y otros se increparon fieramente, terminando así la unión de republicanos, socialistas y agrarios.

Más tarde, debido acaso al trato de favor que en los años de la Dictadura gozó el partido socialista, casi todas las sociedades agrarias ingresaron en él y militaron bajo sus banderas, hasta el advenimiento de la República, en que muchos se dieron de baja, al ver que los socialistas se habían hecho gubernamentales. Sólo 8, de las 22 Agrarias que había en el distrito de Orense, permanecieron fieles al socialismo; las otras, cuyos componentes eran en su mayoría comunistas, se hicieron autónomas, si bien consintieron en conservar, con las 8 adheridas al socialismo, el nombre común de "Federación de Sociedades Obreras de la Casa del Pueblo de Orense" (5).

El Diputado comunista por Pontevedra Adriano Romero, trató de unificar de nuevo la actuación de estas fuerzas proletario-marxistas, con miras, esta vez, al movimiento revolucionario que la espada del General Franco abortó en julio del 36.

Al efecto atrajo primero a los elementos aquellos que seguían formando parte, aunque de manera pasiva, de las primitivas sociedades agrarias a las que, con manifiesto engaño, encuadró dentro de sus propósitos comunistas, denominándolas "Sociedades de obreros campesinos" (6); formó con las de todas las parroquias la "Federación Municipal"; federó las municipales en la Provincial y estas en la Regional, para unirlas luego con todas las de España en una "Federación Nacional Campesina".

De este modo -aun cuando aquella organización parecía no estar indicada en Galicia, en donde el minifundio constituye el problema antagónico del latifundio andaluz y extremeño, y cada uno por consiguiente, cultiva sus propias fincas- se vio el campesino gallego (estimulado por la esperanza de que no pagaría más impuestos ni al Estado, ni al Municipio, ni a la Provincia) enrolado en sociedades de marcado sello comunista, contrarias en absoluto a su carácter y a su propios intereses. Porque, si hay alguien por propio impulso opuesto al comunismo, nadie ciertamente como el campesino gallego, que no consentiría nunca que, se repartiese aquel pedazo de tierra que heredó de sus padres, aumentó a cosa de grandes privaciones y sacrificios sufridos con frecuencia en país extraño, y cerró finalmente con un seto, una empalizada o un muro, que le costó acaso cien veces más de lo que la propiedad valía.

Con todo -repetimos- la organización comunista prendió en los trabajadores del agro, y estos formaban con los de la ciudad, en julio del 36, un total de más de doscientas sociedades en la provincia, de las que participaba ésta, el carácter general, marcadamente comunista, que en el aspecto social la distinguía.

(1) Formaban parte de la directiva de esta sociedad, e inspiraban y dirigían su actuación, "Los Favianes", dos sujetos licenciados de presidio.

(2) Dirigida por el Párroco, a quien el Sr. Obispo de Astorga tuvo que recordar sus deberes.

(3) Trastornando la vida económica y administrativa de la provincia. Los Ayuntamientos llegaron a deber grandes sumas a la Diputación y al Estado.

(4) Aquellas propagandas de los años 11, 12 y 13, nada tenían que envidiar, ni en intensidad ni en procedimientos -se aconsejaba la violencia y se preconizaban, como lícitos, los medios todos que tendieran al exterminio de cualquiera organización contraria- a las furibundas y rabiosas de los últimos tiempos de la República en España.

(5) Principales dirigentes de esta Federación en los últimos tiempos, fueron: Benigno Álvarez, D. Luis Vidal, Manuel Docampo Pousa, Manuel Gómez del Valle, Fernando Ledo, José Novoa, Benigno Vázquez y otros.

(6) Decimos "con manifiesto engaño" porque lo de "Obreros Campesinos" en Galicia, es una ficción, dado que, efecto de la división de la propiedad rural, puede decirse que obreros asalariados campesinos, no se conocen en Galicia.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 23 de mayo de 2010

EL MOVIMIENTO EN ORENSE

Fronteriza con Portugal la provincia de Orense en toda su extensión S. y parte de la O., testifican su valor e importancia en el Movimiento, las razones que expondremos a este respecto hablando de la provincia de Pontevedra, y otras que fácilmente se adivinan.

Además, Orense roja, pudiera muy bien haber marcado un cambio de actitud en aquellos pueblos de las provincias de León y Zamora con ella limítrofes, y que, desde el primer momento, se declararon adictos; privaría a la España Nacional de sus 6.978.,71 kilómetros cuadrados de superficie; le restaría 446.342 habitantes (1), y daría a la España soviética, con perjuicio de la Verdadera España, no sólo el contingente de sus guerreros decididos y valientes entre los más valientes y decididos de la región, sino también el fruto de sus campos, la riqueza de su ganadería y los productos de su industria.

(1) Distribuidos en los 11 partidos judiciales siguientes: Carballino, Ribadavia, Orense, Allariz, Celanova, Bande, Ginzo de Limia, Valdeorras, Puebla de Trives, Viana y Verín.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 21 de mayo de 2010

Zona de Valcárcel: estado social; sucesos de julio

Las gentes de este sector, estaban en una gran parte envenenadas por las predicaciones que en frecuentes mítines les sirvieran elementos destacados del marxismo, como D. Ramiro Armesto Presidente de la Diputación de León, que recorrió los pueblos de Balboa y Vega mitineando, y arrastrando en pos de sí a los labriegos, con las mentidas promesas de que "ya no pagarían las deudas" y "podrían disponer, como propias, de las tierras de los demás". Esto, unido a la influencia de la población minera que tenían cerca, hacía de los habitantes de Valcárcel, un elemento propicio a la revolución.

Sin embargo, nada anormal sucedió en Valcárcel hasta el día 20 de julio. Este día, el Alcalde de Vega de Valcárcel, José Castedo, ordena a sus subordinados, los pedáneos de los pueblos, que tocaran las campanas convocando a las gentes, e invitándolas para que se armasen. Esta orden fue rápidamente ejecutada, y al día siguiente, 21, más de un centenar de escopeteros recorren Vega, Ambasmestas, Quintela y Balboa, requisando armas con las que, en dos grandes camiones, se dirigen a Villafranca y Ponferrada, pueblos anteriormente señalados como zonas de concentración, capitaneados por el médico D. Rafael Marcos, y un estudiante de Vega llamado Felipe Álvarez.

No duró mucho sin embargo, la ausencia de tan buenos ciudadanos. Pocas horas después de haber salido, vuelven a Valcárcel con la intención acaso, de cortar en Ambasmestas a donde llegaron en número de 200, el avance de la columna "Manso", que saliera de Lugo en las primeras horas de la madrugada.

El glorioso Comandante D. Jesús Manso, que poco tiempo después había de dar su vida por la Patria en tierras castellanas, marchaba sobre Villafranca y Ponferrada al frente de dos compañías de fusileros, un pelotón de morteros y una sección de ametralladoras.

A los revolucionarios de Valcárcel, que, tal vez no esperaban tanta fuerza, avisados oportunamente por un espía de Vega, les faltó tiempo para ponerse en precipitada fuga, dejando el paso libre a las tropas de Manso, que continuaron a Villafranca, para liberar al pueblo aquel de la opresión roja que venía padeciendo desde el 18 de julio.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 20 de mayo de 2010

Ponferrada

Aunque hemos limitado nuestro estudio a las cuatro provincias gallegas, nos interesa conocer lo más saliente de lo acaecido en Ponferrada y zona de Valcárcel, ya por tratarse de pueblos limítrofes con tierras gallegas, ya porque todo el valle de Villafranca del Bierzo estaba pendiente de lo que en aquellos momentos pudiese ocurrir, ya finalmente porque fueron tropas gallegas las encargadas de pacificar aquel territorio.

A Ponferrada llegaron el día 20 de julio, de 15 a 20 camiones cargados de mineros asturianos que habían pasado el día anterior por Astorga, con dirección a Benavente, y que venían sobre Ponferrada, en vista de que el tránsito hacia el objetivo propuesto se hacía muy difícil, debido a la resistencia hallada en la ciudad de los Condes, y a que Asturias se decía también en poder del Ejército.

El Capitán de la Guardia Civil, con 50 o 60 Guardias a sus órdenes, hizo frente a la avalancha roja que se venía encima, causando a los mineros numerosas bajas y obligándolos a replegarse hacia el barrio de la Puebla, en el que, para impedir el paso a la Guardia Civil, volaron el puente de solidísima construcción que se extiende sobre el Sil.

Hubo momento difíciles en que la fuerza, viéndose seriamente amenazada, tuvo que trasladarse a la parte baja del pueblo, metiéndose en el cuartel en donde se hizo fuerte y se defendió bravamente durante dos días, al término de los cuales llegó una columna motorizada procedente de Lugo y mandada por el Comandante Manso, que puso en fuga a los mineros y devolvió la tranquilidad a Ponferrada y a toda la cuenca del Bierzo.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Becerreá: sucesos de julio

Hacía ya tiempo que los elementos extremistas de Becerreá venían perturbando la vida social, económica y religiosa de la Comarca.

Más de una vez habían hecho objeto de vejámenes y ultrajes a las personas de orden, y hasta a los propios agentes de la autoridad.

Poco necesitaban por consiguiente para desbordarse, y se desbordaron en julio de 1936, cometiendo del día 18 al 20, una serie de desmanes y atentados, en los que si intervinieron los hordas rojas como elemento ejecutor, tomaron parte muy principal como elemento inspirador, las autoridades del F. P. y nefastos dirigentes, entre los que destaca, por su perversidad, el Abogado Faustino Cela.

Los revoltosos de Becerreá tenían elaborado todo un programa que empezó con el desarme de los ciudadanos honrados; continuó con el incendio, la profanación y el saqueo de 14 Iglesias del partido (1), y no terminó con la total destrucción y exterminio que soñaran, gracias al Movimiento Militar y consiguiente declaración del Estado de Guerra.

(1) No respetaron ni la de la capital del Partido en la que penetraron en la tarde del día 19, apoderándose de imágenes, ornamentos e incluso las campanas, haciendo con todo ello, una hoguera en medio de la calle. Precursor de los esquimales de las columnas internacionales de los rojos, cooperó al incendio un pobre negro, que seguramente no tenía el alma blanca.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 18 de mayo de 2010

Becerreá

La población obrera de Becerreá se componía en casi su totalidad de trabajadores del campo, más reacios de ordinario a la sindicación, y menos expuestos de consiguiente al contagio de ideas socialistas y revolucionarias, tan de moda en nuestros tiempos entre los elementos constituidos en sociedades de trabajo.

Esto no quiere con todo decir, que los habitantes de la comarca estuviesen completamente limpios de la lepra bolchevique que corría por el suelo español. Lo que en ellos no hicieran las sociedades obreras, realizáronlo con creces los partidos políticos.

Estos, en su afán de hacer prosélitos, no dudaron en destrozar el alma ingenua de los trabajadores de la tierra, con criminales propagandas que halagaban sus apetitos, y la mentida promesa de que el triunfo de la doctrina marxista, implicaba respeto para los bienes que poseían, y acrecentamiento de los mismos, a expensas del despojo de que se haría víctima a las clases mejor acomodadas.

La droga así compuesta, gustó a una gran parte de la población campesina, que, de la noche a la mañana, se encontró envuelta entre las redes tendidas por uno u otro de los innumerables partidos constitutivos del F. P., al que ciegamente secundó, en la absurda intentona de oponerse al Movimiento Salvador de la Patria.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 17 de mayo de 2010

Incio: un gallego benemérito

Don Juan Díaz González, Capitán del "Montecillo" de la Compañía general de navegación, natural de Incio (Lugo) llegó, procedente de Casablanca, al puerto de Bilbao, el mismo día en que surgió el movimiento en España.

Allí fue apresado y metido en la cárcel, por orden de las Autoridades rojas.

No se resignaba él a esperar inactivo en la prisión el fallo de los jueces, y empieza a poner en juego todos los resortes de su imaginación y toda su inteligencia, buscando el medio de escaparse de tan poco confortable vivienda, cuando, en uno de los patios de la cárcel, ve destacarse la figura del jefe de la F. A. I. de Bilbao, a quien en otro tiempo conociera casualmente en una tasca.

No lo pensó más. Se dirige a él, y con la mayor camaradería, no exenta de cierto aparente respeto le saluda:

-¿Cómo está Vd.?
-¡Hombre!... y Vd. ¿cómo vino a parar aquí?
-Pues, ya lo ve Vd... aquí estoy acusado de fascista, cuando mis ideas como Vd. sabe, son completamente contrarias al Fascio.

El otro no sabía nada: le había visto una sola vez, y esa vez no se cuidaran de hablar de política ni cosa parecida; pero... como el preso dijo con tanta firmeza que "él lo sabía", pues... debía saberlo; y... acaso fuera verdad.

-¡Vd. sale de la cárcel ahora mismo!
Y... de la cárcel salió. Ahora sólo faltaba confirmar con los hechos lo que con palabras afirmara, a fin de ganarse la confianza de los rojos que le permitiera huir en la primera ocasión, que no tardó en presentarse.

En agosto, después de haber llevado una temporada levantando puños, viniese o no viniese a cuento, había que conducir a Alicante un cargamento de municiones de guerra, que de allí serían reexpedidas a Madrid. Se entera Díaz González, y se ofrece a conducir el barco, solicitándolo con un interés que pudiera parecer sospechoso si, con tanto puño, no se hubiera ganado ya una marcada reputación de rojo, y si, para apoyar su petición, no hubiese dicho él mismo, "mandasen con él todos los milicianos que quisieran".

Le confían el barco, y el 27 de agosto se hace a la mar el "Montecillo" con un cargamento de 9.000 toneladas de material de guerra, llevando entre la tripulación ocho milicianos de la mayor confianza de las autoridades bilbaínas.

Al llegar a la altura de Gibraltar, el capitán, que ya madurara su plan, dijo a la tripulación, que había que entrar en puerto para carbonear.

Hácelo así, y pide el carbón necesario a una entidad cuyo jefe resultó ser amigo suyo, y a quien, poniéndole en antecedentes, le dijo: Vd. no dé carbón, mientras nosotros no soltemos dinero; y... como dinero no hay...

Efectivamente: -"Si Vdes. quieren carbón, traigan antes el dinero" -dice el de la compañía- y... surgió la dificultad, cuya solución había de car tiempo suficiente al capitán gallego para ultimar la urdimbre de su plan!

Enteran al Cónsul de la España roja en Gibraltar; éste se comunica con Madrid; Madrid le da instrucciones; acude a la casa proveedora; la casa quiere garantías, y... mientras tanto, un automóvil que marcha a todo gas hacia la Línea, y en él un hombre valiente y abnegado, un gallego, un español verdad, que se dirige a la ciudad fronteriza para decir al Comandante Militar de la plaza:

-Hacia las once de la mañana saldré de Gibraltar, con un importante cargamento de guerra consignado para Madrid. Voy vigilado, y no me es posible torcer el rumbo del barco sin hacerme sospechoso y sin malograr por consiguiente el salvamento de la mercancía. Creo conveniente que salga una escuadrilla de aviones a bombardearnos, con lo cual, tal vez consiga intimidar y rendir a la tripulación. Si no fuese así, no hay que preocuparse; yo me encargaré de que esas municiones no se empleen contra España: ¡Irán a parar con nosotros al fondo del mar!

Estas debieron ser poco más o menos las palabras del capitán que, terminada su misión, se volvió a Gibraltar, para salir de aquel puerto a las once de la mañana según lo convenido.

Alejado ya del puerto, no tardó mucho en comprobar que, a la exactitud matemática que él pusiera en la hora de salida, correspondía la de las autoridades militares, en la del envío de los aviones.

En el horizonte, se divisan unas manchas negras apenas perceptibles, que van poco a poco agrandándose a medida que se acercan, hasta presentar su verdadera figura de aviones en escuadrilla, que giran en torno del "Montecillo", y cerca de él lanzan las primeras bombas que levantan enormes columnas de agua, y producen un fuerte oleaje entre el cual baila el barco locamente, arrancando gritos de terror a los tripulantes.

Uno de ellos (primer oficial) se tira por la escotilla y se hiere gravemente; otros huyen en diversas direcciones, y todos temen, menos uno que, impasible, contempla el espectáculo.

Las bombas siguen cayendo, y ya en cubierta no se ve ningún hombre: ¡huyeron todos escondiéndose a la mirada de los aviadores, y con ellos está el capitán del barco desarrollando su plan!

-Acaba de recibirse un radiograma en que se me dice que Franco perdonará a la tripulación si nos entregamos. ¿Qué os parece muchachos?

-¡Que nos entreguemos!

-Subid pues a cubierta, que vamos a hacer la señal.

Y la señal se hizo. Una sábana blanca flotó al viento, en el instante preciso en que los aviones dejaban de lanzar metralla. ¿Habían visto la señal? Eso creyeron todos incluso el capitán, hasta que ven, llenos de terror, como los aparatos descienden rápidamente en dirección al barco, y empiezan a vaciar contra él sus ametralladoras, con manifiesta intención de barrer la cubierta. ¿Qué había pasado?

Que los aviadores no vieran la señal; que se le terminaran las bombas en el momento mismo en que sobre cubierta apareciera el capitán rodeado de la tripulación, y, temiendo que aquella fuera a matarlo, decidieron cargar sobre ella con las ametralladoras, como así lo hicieron, dando con esto ocasión a que el capitán viese ultimado su plan. La tripulación, al verse acometida por las ametralladoras, huyó tan velozmente como pudo, encerrándose en sus respectivos camarotes, cuyas puertas fue cerrando con llave el capitán, quedando así dueño absoluto del barco.

Un segundo oficial y el Radiotelegrafista que eran de toda su confianza, fueron los únicos que con el capitán pudieron ver con satisfacción como el barco que partiera para Alicante iba a rendir viaje en Ceuta, a donde se dirige a toda máquina, después de avisar al "Jaime" que le escoltaba, de que, "por bombardeo aviones nacionales tengo que regresar a Gibraltar", a fin de que el acorazado rojo le buscase en aquella ruta, mientras él seguía la de Ceuta, que había de llevarle a la liberación y a la gloria.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 16 de mayo de 2010

Incio

Había en Incio desde el año 1934, una sociedad cuyos componentes eran obreros en su mayor parte, y que funcionaba bajo el nombre de "Centro de Izquierda Republicana", conservando en el fondo un matiz marcadamente comunista. Figura destacada dentro de esta sociedad era su presidente el médico D. Manuel Díaz González (a) "Raquítico", encargado de arrastrar al seno de la Agrupación, a un sinnúmero de incautos, valiéndose para ello del prestigio que le daba la profesión.

Esta sociedad, adquirió un auge extraordinario a partir de las elecciones de febrero del 36, y llegado el momento, quisieron sus componentes hacer también su poquito de revolución, llegando en sus afanes y locos propósitos a intentar, pocos días antes del movimiento, agredir a la fuerza allí concentrada. No lo realizaron, mirando sin duda por su seguridad personal, contentándose con visitar las viviendas de algunos significados derechistas, en demanda de armas y municiones que solicitaban con toda la delicadeza y corrección que suele tener con sus víctimas el vulgar salteador de caminos.

No se registraron en Incio durante los cinco días que estuvieron los pueblos de este Ayuntamiento a merced de los revoltosos, las salvajadas y barbaridades que éstos antes proyectaran, debido tal vez a la oposición que encontraron en el Alcalde D. Isidro Bellichasi, opuesto a toda clase de violencias, aunque con poco dominio sobre las masas.

El día 22 de julio, fuerzas de Falange del pueblo se adueñaron del Ayuntamiento, Juzgado y Teléfonos; y al día siguiente 23, entraban en Incio sin resistencia alguna, cuatro Guardias civiles que con treinta o cuarenta Falangistas salieran de Sarria, para pacificar y limpiar los contornos de aquella Villa.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

sábado, 15 de mayo de 2010

La Falange de Vivero y otras Milicias

Actuó muy eficazmente desde los primeros momentos de su organización, unas veces, bajo el mando inmediato de su jefe don Ramón Pita, otras, a las órdenes de fuerzas armadas, y siempre, con el brío y entusiasmo que a las almas buenas inspiran siempre las causas justas.

Así, el 15 de agosto, una patrulla de fascistas mandados por Pita, obligan a rendirse en las Grañas, a dos soldados (1) de Artillería, que con otros compañeros habían desertado, y se hallaban refugiados en una casa. Posteriormente, en las montañas de Ferreira, capturan, en expedición con la fuerza pública, a un marinero, desertor de un barco de guerra, hiriendo a otro soldado de Artillería, al que hacen prisionero y envían luego al Hospital de Ribadeo; y el 17 de agosto, queman los atributos masónicos (escuadras, martillos, espadas, etc.) que habían sido hallados en la casa del Pueblo, en donde además, habían antes recogido una caja conteniendo las Sagradas Formas, robadas probablemente del Sagrario de la Iglesia de Faro, que apareciera sacrílegamente profanado.

Otras muchas acertadas intervenciones tuvo en la retaguardia la Falange de Vivero, muchos de cuyos componentes había de demostrar luego en vanguardia que sabían batirse como los mejores.

La idea Carlista, que en Vivero mantenía el cronista D. Luis Noya, fecundizada con la sangre de los caídos en cien combates, ofrece a la Villa en noviembre del 36, sus frutos de esperanza y de promesa: los Requetés Vivarienses, que bien pronto habían de ser consoladora realidad en los campos de batalla.

En noviembre, también el poeta Francisco Leal Insua, con la colaboración de los obreros Jesús Álvarez y Vicente Gómez, ve coronados sus trabajos de patriotismo, con la formación, entre la clase proletaria, de un frente Antimarxista.

Esta labor de catequesis obrera, conveniente en todas partes, resultaba en Vivero absolutamente necesaria, ya por el grado de intoxicación y envenenamiento ideológico-social a que habían llegado sus trabajadores (2), ya por la mayor proximidad de los mismos a la zona roja de Asturias.

(1) Estos soldados que desertaron con armas, intentaban pasarse a los rojos de Asturas en compañía de algunos otros, de los que se habían separado por diferencias de criterio acerca del itinerario.

(2) Después de varios meses de continuos fracasos entre los "suyos", levantaban todavía el puño, saludando el paso de los aviones rojos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 14 de mayo de 2010

Vivero: estado social; sucesos de julio.

Vivero, ciudad de 14.500 habitantes es, entre todas las de la provincia, la que presenta el mayor contingente de población obrera.

Con un censo de trabajadores superior hasta al de la capital, había de ser necesariamente el blanco de las actividades de los líderes traficantes y explotadores del pueblo.

Esto unido a las injusticias cometidas por algunos desaprensivos patronos, dio origen a un profundo malestar social, que se revelaba en el planteamiento de frecuentes conflictos, los que no siempre se desarrollaban dentro de las normas legales y ambiente que fuera de desear.

Los efectos perturbadores de estos conflictos, se hacían sentir en la vida de la población entera; pero más directamente repercutían, en las fábricas de Cillero, las minas de Silvarosa y la industria automovilista de Chavin ayudando sobre todo, a crear el estado de honda agitación que se notaba en Vivero al estallar el Movimiento de julio.

Al conocerse en Vivero el levantamiento salvador de las tropas de Franco, las autoridades, puestas al servicio del Gobierno antinacional, trabajan a una con los dirigientes sindicales, en la obra nefasta de preparar una seria resistencia a todo intento y a todo propósito que emanara de los Centros militares. Al efecto, grupos de trabajadores recorren los pueblos en trabajo de requisa (1); asaltan el polvorín de la Silvarosa, apoderándose de grandes cantidades de dinamita; se incautan de todo el material existente en las armerías; disponen la fabricación de bombas, y nombran las comisiones encargadas de la recluta de milicianos, en el pueblo y sus contornos.

El día 20 de julio fue acaso el de mayor actividad revolucionaria en Vivero, por el día señalado para la salida de las partidas armadas que habían de acudir en auxilio de las ciudades "en donde se luchaba para salvar a España".

A plena luz, hombres, armas y dinamita son cargados en coches y camiones requisados al efecto, y que salen luego en distintas direcciones, formando verdaderas columnas motorizadas, entre las que fue sin duda la más importante, la enviada a la ciudad de La Coruña, mandada por Manuel Rodríguez (a) "Roxo de Vieiro", que llevaba como segundo a Jesús Bellas Cao (2).

En Vivero quedaba con todo, número suficiente de revoltosos para encarcelar aquella noche a unos valientes que custodiaban la Iglesia de Santa María del Campo, y para llevar a cabo a la noche siguiente, según lo convenido, el plan de terror que los primates rojos habían elaborado.

Sin embargo esto último no pudieron realizarlo porque, en la tarde del día 21, fuerzas de la Guardia Civil y Carabineros al mando del Teniente Vaamonde, entran en la Ciudad, apoderándose de la casa del Pueblo y del Ayuntamiento (convertidos por los rojos en verdaderos arsenales de dinamita) y empujando hacia los montes circunvecinos a la mayor parte de los revoltosos que, con las incursiones que con frecuencia hacían a los poblados, incendiando pajares y almiares, impidieron, durante algún tiempo todavía, el libre abastecimiento de la ciudad (3). Con todo, el orden no volvió a alterarse, gracias a la estrechísima vigilancia que sobre el pueblo ejercían las fuerzas de la Guardia Civil y Carabineros eficazmente ayudados por los muchachos de Falange, organización que en los primeros momentos, tuvo su principal base de aprovisionamiento en la "Juventud Católica", manantial fecundo en todas partes, del despertar glorioso de las virtudes ciudadanas.

(1) En el desempeño de su cometido, llegaron hasta el extremo incomprensible de amenazar con una escopeta al Cura de Luances, para que abriese el Sagrario, por ver si allí había armas escondidas.

(2) Las gentes de esta columna, asaltaron a su paso por Muras, la casa del Cura y destrozaron el mobiliario causando pérdidas valoradas en 1.500 pesetas.

(3) El día 24 de julio intentaron todavía, los revoltosos del Barquero, volar con dinamita el puente de este nombre sobre el Sor, teniendo que sostener con ellos la fuerza pública un vivo tiroteo.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 13 de mayo de 2010

Ribadeo: estado social; sucesos de julio.

De todas las agrupaciones que en Ribadeo constituían el F. P. era la U. G. T. la que contaba con mayor número de afiliados. También la C. N. T. tenía su grupo que, por cierto, había aumentado considerablemente a partir de las famosas elecciones de febrero, no faltando tampoco representantes del comunismo, como José Gómez Álvarez (a) "El de la herencia".

Saliendo de la capital del Distrito, encontramos en los demás pueblos de la comarca, fuerzas sindicadas que se reparten diversas sociedades, llevándose desde luego la mayor parte, esas dos grandes ramas del marxismo, de las que muchas otras, sin tomar el nombre, participan del ideario. Sin embargo, la organización sindical de izquierdas, no era tan amplia en la zona de Ribadeo, que llegase a constituir un peligro decisivo, en caso de revuelta.

Desde el día 19 de julio del 36, los elementos afectos al F. P. se adueñaron de la población, organizando milicias rojas que hasta el día 23 actuaron libremente, llevando a cabo requisas y otros desmanes, entre los que merece destacarse la incautación del Hotel Lamas, desde cuya terraza hostilizaron los rebeldes a las fuerzas del Ejército.

Sabedora la Autoridad Militar de Lugo, de que algunos carabineros hacían en Ribadeo causa común con los revoltosos, y sabiendo además que allí se había refugiado el diputado Villamil, uno de los principales dirigentes revolucionarios de la provincia, apenas pacificada la capital, ordenó saliese una columna contra Ribadeo, columna que parte de Lugo el día 22, consiguiendo después de ligero tiroteo, que la mayor parte de los carabineros se uniesen al Movimiento, y deteniendo a otros que se empeñaran en llevar hasta el fin su adhesión a la República de las desgracias.

Esta misma columna bate al día siguiente a los rebeldes de Puente Nuevo, haciéndoles muertos y heridos, y regresa la noche del 24 a Lugo, con 113 prisioneros, sin nada más que lamentar por su parte, que un soldado herido de escasa importancia.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Mondoñedo

La ciudad de Mondoñedo, a pesar de su proximidad a los pueblos de Ribadeo y Vivero en donde los sucesos de julio revistieron no pequeña importancia, apenas si ofrece nada que merezca destacarse bajo el aspecto de oposición colectiva al Movimiento Nacional.

Ciudad pacífica y en su mayoría derechista, contaba sin embargo con sus centros de corrupción político-social, sin autoridad ni prestigio para organizar por sí solos una seria resistencia, pero con la suficiente fuerza para uncir al carro de la revolución asturiana, a más de un centenar de pobres desgraciados que esperaban tan sólo la llegada a Mondoñedo de los emisarios de González Peña, para unirse a ellos y acatar sus órdenes. Tales eran las intenciones de los socialistas mindonienses, que no pasaron a vías de hecho, porque los rojos asturianos, si penetraron en Galicia, no pasaron por Ribadeo, a pesar de las facilidades que encontraron en la mayor parte de los carabineros de aquella demarcación.

Por eso, nada pasó en la ciudad de Mondoñedo, ni tampoco en los demás pueblos del Partido: Abadín, Alfoz, Foz, Pastoriza, Riotorto, Valle de Oro... Sólo en Villanueva de Lorenzana hubo su poquito de revuelta, debido a las actividades revolucionarias de José Lorenzo (a) "Roque", que compartía con el "Camacho", con José Burgo (a) "Azaña", con el médico Donato Ron y otros compañeros de su misma maldad, la dirección de la sociedad sindicalista de Villanueva.

Esta agrupación que contaba con más de 400 asociados, miraba desde tiempo atrás, con malos ojos a la comunidad de Benedictinos de Lorenzana, en cuyo Monasterio pretendieran entrar a saco más de una vez los sindicalistas. No lo habían hecho hasta entonces; pero nunca tampoco les deparara la suerte mejor ocasión. -¿Entrarían ahora? Así lo había dispuesto el alto mando de la Sociedad; pero la prudencia y laudable energía del Alcalde don José Rodríguez López Somoza (persona honorabilísima y rara excepción entre los alcaldes del Frente Popular) supo impedirlo, como supo también salvar a la villa que, un día antes de la entrada de las fuerzas del Ejército, tomaran ya, intacta, los falangistas mandados por Marcial Minguillón.

La acción, por tanto, de la Autoridad militar de Mondoñedo, hubo de limitarse a la destitución en los primeros momentos del Ayuntamiento "Villamarín", a la detención de los elementos más destacados del F. Popular, y a la ordenación, fomento y dirección del entusiasmo, cada día creciente, de los 46.487 habitantes del partido, en favor de la Causa Nacional.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

martes, 11 de mayo de 2010

Quiroga: sucesos de julio; marcha sobre San Clodio

La inquietud que las noticias de África produjeron desde el primer momento en los centros social-comunistas de la comarca de Quiroga, se vio muy pronto transformada en desconocida actividad revolucionaria.

A San Clodio comenzaron a concurrir, desde el día 18, los revoltosos de los pueblos limítrofes, excepto Quiroga, Fisteus y otros de menor importancia. Concentración roja digna de tenerse en cuenta, no sólo por el número de bolcheviques que la integraban, sino también por la cantidad y calidad de armas de que disponían.

Por si ello fuera poco, esta fuerza se vio inopinadamente aumentada con unos 30 mineros de la comarca carbonífera de Fabero y Ponferrada, que, bien provistos de bombas fabricadas por una asturiana, llegaron a San Clodio huyendo de la puntería de la Guardia Civil de Ponferrada (1).

¡San Clodio era de los rojos, y continuaría siéndolo aún después de declarado el Estado de Guerra en Quiroga, hasta que las fuerzas de España se decidieran a rescatarlo! Esto sucedió el día 22 de julio.

Muy de mañana salieron de Quiroga las fuerzas de la Guardia Civil, las de Carabineros y unos 10 falangistas: llevaban la misión de limpiar de enemigos que pudieran obstaculizar la operación, los montes y alturas que rodean el pueblo de San Clodio. Al llegar al montículo que domina el puente de San Clodio, Quiroga, sostienen un ligero tiroteo con los centinelas que tenían los rojos vigilando la entrada del puente y carretera y, después de ponerlos en fuga, continúan hacia Nocedo en donde los revoltosos tenían un grupo fuertemente equipado, con la consigna de cortar el paso a las fuerzas de Lugo y Monforte que, en combinación con las de Quiroga, venían sobre San Clodio. Suponemos lo que harían ante las fuerzas de Lugo y Monforte, más numerosas que las procedentes de Quiroga, los que, a la sola presencia de éstas, encontraron el monte demasiado pequeño para escapar.

Hacia las cinco de la tarde y en el lugar de Espandariz, establecen contacto las tres columnas que habían de liberar a San Clodio. Toma el mando de toda esta fuerza el Capitán de la Guardia Civil D. José López de Haro, llevando el Teniente al de Monforte D. José Díaz, y ordena el avance sobre San Clodio, que se efectúa en medio del mayor entusiasmo y decisión, no contenidos ni debilitados por las barricadas que los rojos habían levantado hacía la parte media del puente, valiéndose de sacos terreros; ni por las alambradas construidas con hilo de pico por un marino a quien sorprendiera el Movimiento en San Clodio y que se vio obligado a trabajar para los revoltosos, bajo la amenaza de las pistolas de aquellos; ni tampoco por las naturales fortificaciones que ofrecían las casas del lado opuesto, ocupadas por mineros armados con botes de metralla y toda clase de pertrechos. Todos estos obstáculos fueron superados por los bravos falangistas, Guardia Civil y Carabineros (2) que, al grito de ¡Viva España! cruzan el puente, arrollando todo cuanto se opone a su marcha victoriosa.

Al brioso empuje de las fuerzas de España, contestaron los moscovitas con la más vergonzosa de las desbandadas, abandonando heridos, armas y municiones. El "Musolini", Armando Corzo, un tal Emilio (a) "Grano de Millo" y otros dirigentes, fueron los primeros en abandonar el campo, huyendo a toda prisa en una máquina que tenían preparada en la estación, mientras las fuerzas libertadoras reintegraban San Clodio a la España Tradicional.

(1) En una máquina con furgón, corrían hacia Monforte, creyendo que esta población estaba en poder de los marxistas; pero en la estación de San Clodio (Quiroga) les desengañaron, y decidieron quedarse allí.

(2) Merecen destacarse por su heroísmo en esta operación, los falangistas Carrosa y Julio Quiroga, y el Sargento de la G. C. Sr. Cámara.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

lunes, 10 de mayo de 2010

Quiroga: estado social

El ambiente de orden, paz y trabajo en que, desde tiempos inmemoriales venía desarrollándose la vida de la comarca toda de Quiroga, apenas turbado hacía unos doce años por la aparición de diversas sociedades agrarias, muertas cuando acababan de nacer, no pudo resistir los embates de la propaganda socialista, iniciada el año 31 en San Clodio de Ribas de Sil por un individuo que llegaba de América con la nota de indeseable en su pasaporte.

Este sujeto, fundó una sociedad de tipo socialista, a la que dieron sus nombres muchos vecinos de San Clodio y otros pueblos limítrofes, y que, incrementada en los años 32 y 33, fue, en el término de Quiroga, la base de los sucesos revolucionarios del Octubre de 1934.

Torveo, Nogueira, Rairos y otros pueblos, se alzaron entonces en armas, con objeto de lanzarse sobre San Clodio a fin de saquear e incendiar luego las casas de las personas significadas como derechistas. La oportuna intervención del Comandante del puesto de Carabineros de Quiroga D. José Dapena, primero, y la decidida actuación del Teniente de la Guardia Civil de Monforte Sr. Sarandeses y guardias a sus órdenes, después, impidió que aquellos bárbaros realizasen sus propósitos.

A partir de este momento (8 de octubre de 1934), no volvió a alterarse el orden (1) hasta que, con el ficticio triunfo del Frente Popular, volvió a dejarse ver el indeseable a quien antes nos hemos referido, Marcelino Fernández (a) "Musolini" que, de nuevo empuña la vara de la Alcaldía de San Clodio y, ayudado por el Procurador de los Tribunales Nicomedes Blanco y un hijo de éste, da principio a una interminable serie de persecuciones y atropellos de que hace víctimas predilectas a los sacerdotes de San Clodio, Quiroga, Bendollo, Bendillo, Hospital y otros, y a las iglesias de Sequeiros, Torveo, Nocedo, Rairos, San Pedro y Satordey, creando con estas y otras violencias (2), el estado verdaderamente caótico en que se hallaba Quiroga en julio de 1936.

(1) Para garantizarlo, permaneció en la comarca, por espacio de tres meses, una sección de Infantería del Regimiento de guarnición en Vigo, a la que varios vecinos de San Clodio rivalizaron en atender y obsequiar, empezando por D. Manuel Batanero que puso bodega y despensa a disposición de las fuerzas.

(2) Amenazaban con expulsar de la Sociedad a todos los que fuesen a Misa y bautizasen a sus hijos, o se casasen canónicamente. Más aún: a un joven afiliado a la Casa del Pueblo, cuando se hallaba gravemente enfermo, llegaron a amenazarle de muerte si se confesaba. Testigo el Párroco D. José Gómez Ferreira, que tuvo que pasar por la amargura de escuchar, de labios del enfermo aquel, cristiano y bueno en el fondo, estas terribles palabras:¡Ay D. José: no puedo confesarme! me han amenazado con asesinarme si me confieso". ¡A las pocas horas, aquel pobre joven, moría sin Sacramentos!

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

domingo, 9 de mayo de 2010

Samos: camisas azules

Ser fascista en los últimos tiempos de la República, era vivir siempre bajo la amenaza del puñal y de la Star. Sin embargo, en Galicia como en otras muchas regiones de España, no faltaron muchos valientes y decididos que no tenían el menor reparo en confesar sus ideales fascistas, cuando sabían que su confesión había de ser provechosa, y fecundo su sacrificio.

El mes de febrero sobre todo, fue en su primera mitad, testigo de actos verdaderamente heroicos, con que una parte de la juventud española probó cumplidamente, con su amor a España, su amor a la Falange y su generoso desprendimiento de la vida. ¡Había que dar la cara! ¡Era necesario preparar las elecciones y defender las urnas!

Pasó el momento. Un escrutinio del todo falso, caprichoso y desvergonzado, dio el triunfo a las izquierdas y, envalentonadas éstas, sino con la fuerza de la razón, con la razón de la fuerza, salieron de sus lodosos cauces en torrente desbordado, capaz de saltar todos los diques y romper todos los frenos.

¡Era inútil oponerse de momento a su marcha devastadora e impetuosa! ¡Sacrificio estéril, el de la piedrecita que intenta detener en su camino las aguas del ancho canal cuyas compuertas acaban de ser abiertas!

¡Mostrarse fascista en aquellos momentos era, más que un acto de heroísmo... un acto de verdadera locura!

Así, aquellos muchachos que sin antifaz lucharon antes y en las elecciones de febrero, se vieron descubiertos en sus ideologías, y, perseguidos como alimañas peligrosas, tuvieron que buscar refugios ignorados por sus enemigos, y permanecer en ellos hasta el momento en que el sacrificio de su vida pudiese resultar de alguna utilidad a la causa de su patria y al lema de su bandera.

Jesús Suevos, a quien su valor y excepcionales dotes habían de llevar a ocupar un día el más alto puesto dentro de la organización de Falange en Galicia, fue uno de esos muchachos, contra quienes, los esbirros del F. P. habían fulminado sentencia de muerte, y que pudo escapar de ella viviendo a la sombra del Monasterio de Samos, desde el 18 de febrero hasta el día 19 de julio, en que, el clarín de guerra anunciaba a los cuatro vientos que, el salir al campo de batalla, dejaba de ser una temeridad y una locura, para convertirse en acto de valor y patriotismo.

Suevos, acompañado de otro falangista, Armando Durán a quien los sucesos sorprendieran también en Samos, salió a Sarria y a Lugo después, abandonando la placidez de aquellos lugares, testigos acaso de la ofrenda de su vida a su Dios y a su patria, y en los que, los hermanos Chao habían de sostener y propagar el espíritu de Falange que iba él a llevar a otros pueblos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

sábado, 8 de mayo de 2010

Samos

Remanso de paz situado en la provincia de Lugo a muy pocos kilómetros de Sarria y a 40 de la capital; lugar santificado por los ayunos, vigilias y penitencias de los monjes de San Benito, que a toda la comarca habían llevado el perfume de las virtudes claustrales, cuya benéfica influencia se dejaba sentir lo mismo en la vida privada que en la vida social de los moradores, se vio no obstante envuelto entre las agitaciones político-sociales de la época, empujado a ellas por los dirigentes del "Centro Republicano", feudo de Casares Quiroga, y manantial fecundo de propósitos tenebrosos.

Benigno Leirado, principal dirigente del Centro Republicano en Samos al advenir el Movimiento, busca apoyo de los camaradas de Sarria, poniéndose en contacto con ellos por medio de Jesús Villanueva.

Los de Sarria, que en el Monasterio de Samos ven un objeto muy apropósito para cebar sus ansias incendiarias y satisfacer sus odios antirreligiosos, no tardan en hacer acto de presencia en el pueblo, en partida de unos 20 revoltosos, capitaneados por "Tirabeque" hermano del alcalde de la villa.

Llegan a Samos, doblada ya la medianoche del 19 de julio.

Aunque el principal objeto del viaje era (según parece) el Monasterio, entretenidos en desvalijar de los materiales propios de su industria al pirotécnico Dorado, a quien obligaron a ceder en beneficio de la revolución dinamita y otros artículos por valor de 2.000 pesetas, aquél no pudo ser tocado, ya porque se enterasen los revoltosos de que dentro de sus paredes había, a más de capuchas monacales, tricornios de Guardia civil, ya porque las sombras de la noche, cuya protección buscaban en su cobardía, iban alejándose acosadas por los albores del nuevo día.

A Sarria tornaron pues las huestes de "Tirabeque", pero... para volver a las pocas horas entrado ya el día 20, con fuerzas reforzadas y no mejores intenciones.

La Guardia civil de Triacastela que hiciera noche en el Monasterio, corta en seco los propósitos de los expedicionarios, y "Tirabeque" manda retroceder a su pandilla, no sin antes amenazar a los civiles, diciéndoles con aire de niño malhumorado y caprichoso: -Ahora veréis: ¡Se lo voy a contar todo a mi hermano! Fue... y no volvió.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

viernes, 7 de mayo de 2010

Sarria: la Guardia Civil en la calle; detenciones; registros; tranqulidad absoluta; operaciones en el extrarradio; primeras autoridades

Mientras se desarrollaban los sucesos que acabamos de relatar, la Guardia Civil había permanecido acuartelada, teniendo debidamente organizada la defensa de la casa contra un posible intento de asalto por las turbas; pero al enterarse de la declaración del Estado de Guerra en la provincia, sabe ya a que atenerse, y el Comandante de la fuerza comunica inmediatamente al Alcalde que desalojen el Ayuntamiento, y depongan todos las armas. ¡Contestación digna de mejor causa la del Alcalde!: -La única autoridad en el pueblo soy yo, y me resistiré hasta morir.

Efectivamente, parece que la resistencia va a ser heroica y digna de figurar al lado de la de Numancia.

En el Ayuntamiento se habla, no sólo de resistirse, sino ya de tomar la ofensiva asaltando el Cuartel de la Guardia Civil. ¡Si los guardias tiraran con serpentinas!... pero, lo más seguro es que tiren con balas y... ¡cualquiera se atreve! Hay sin embargo uno, Casiano Quintana, que se ofrece a pasar en un coche por frente al Cuartel y arrojar al paso una bomba contra la puerta del mismo como iniciación del ataque. Pero... ni con eso prosperó el acuerdo.

Más fácil es, y menos peligroso, asaltar los comercios. Más fácil, y... más lucrativo. Para esto sí que hay innumerables voluntarios, y los asaltos se llevan a cabo entre la gritería ensordecedora de los asaltantes.

Poco dura sin embargo el trabajo, y bien pronto los gritos de: ¡Abajo los burgueses, mueran los capitalistas! etc. son sustituidos por otros más apremiantes de: ¡Ojo camaradas: que viene la Guardia Civil!

Efectivamente, era la una de la madrugada cuando la Guardia Civil enterada de que las turbas estaban asaltando tiendas y comercios, subía camino del Ayuntamiento, con el decidido propósito de apoderarse de él; y acabar con aquella situación.

Aventurada era la empresa, dado el gran número de hombres que lo defendían y merodeaban vigilantes por sus alrededores; pero quiso la Providencia que los revoltosos, poseídos de un pánico indescriptible a presencia de la fuerza, huyesen tan velozmente como les permitieron los medios de transporte con que contaban, dirigiéndose la mayor parte de ellos hacia Castro de Rey.

A las tres de la madrugada, la Benemérita era dueña del Ayuntamiento en donde encontraron cartuchos, algunas bombas y una caja de dinamita de la que los rojos habían robado en el polvorín de Samos.

Desde este momento, ya no volvió a alterarse el orden en la Villa de Sarria. El día 21, las casas de algunos significados extremistas fueron sometidas a un minucioso registro, encontrándose en la del Alcalde un pequeño depósito de armas, que sirvieron luego para dotar, en los primeros momentos, a las fuerzas de Falange que, organizadas, prestaron valiosísima ayuda a la actuación de la Guardia Civil, dentro y fuera de la población.

Algunos pueblos de la comarca en donde no había fuerzas, o a donde llegaron, ya en plan de refugiados, los elementos huídos de Sarria y otras poblaciones de más importancia, seguían todavía resistiéndose y cometiendo algunos desmanes. Para someterlos, salieron de Sarria Guardias y Falangistas, que llegaron en sus incursiones a Incio, Láncara, Paradela y Triacastela, recogiendo armas y organizando las personas afectas al Movimiento. En los últimos días de julio toman parte también, con fuerzas de Lugo (Capital) en la operación de batir en las parroquias de Villamayor (Sarria) y Castro de Rey (Paradela) diversos focos rebeldes, que dirigidos por el Alcalde de Sarria, se habían atrincherado en los lugares aquellos, que abandonaron luego huyendo hacia Taboada y Puertomarín, después de haber atravesado el Miño. Días más tarde reanudan la persecución de estos grupos llevando a cabo numerosas detenciones, y desbaratando por completo las huestes del cabecilla Alcalde, que consiguió huir en unión de algunos otros dirigentes.

Las primeras autoridades de la Nueva España fueron en Sarria: D. Francisco Bullón Baladrón, Comandante Militar; D. Castor Gallego, Alcalde, y D. Eduardo Gómez, Gestor del Ayuntamiento.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

jueves, 6 de mayo de 2010

Sarria: actuación desesperada

Este período de persecución contra todo lo que en Sarria significaba autoridad, orden o creencias religiosas, iba a culminar en los días 18, 19 y 20 de julio, en que el Alcalde, eficazmente secundado por otros elementos, se siente como nunca general en jefe de la comarca, y defiende desesperadamente una situación que agonizaba.

El día 18, enterados del levantamiento de África, recorren todos los centros obreros y visitan las agrupaciones políticas de izquierda, movilizando a la gente, que formada luego en diversas guardias y patrullas, recorren la Villa o vigilan las entradas de la misma, deteniendo a toda clase de vehículos, y registrándolos escrupulosamente, así como a todos sus ocupantes.

Estas operaciones siguen durante todo el día 19. En la noche de este día, los revoltosos extienden su actuación a las parroquias circunvecinas, en donde se dedican a la requisa de armas y recluta de milicias, conduciéndolas a la Villa, que en la mañana del día 20 aparece convertida en un hervidero de pistoleros y escopeteros, muchos de ellos improvisados. Estaban sin embargo animados del mayor entusiasmo, y si la guerra se hiciera con gritos y manoteos, difícil sería encontrasen dignos rivales.

Una columna formada por extremistas de Castro de Rey y demás parroquias de Paradela, Incio, Triacastela, Samos, Páramo y Láncara, mandada por Vicente Páramo, se dirige en las primeras horas del mismo día 20, y en diversos coches, a la ciudad de Lugo, portando armas muy variadas y buena cantidad de dinamita.

En Sarria quedaban unos 400 hombres armados, dirigidos y capitaneados por el Alcalde, el médico D. Manuel Maceda, los gestores Casiano Quintana, Manuel Díaz Vázquez, Rogelio Tarí, Manuel Durán, y los Guardias Municipales Pedro Díaz y Cándido Maurín.

Toda esta fuerza espera en Sarria las noticias que de la capital habían de transmitir los expedicionarios, y para no aburrirse, mientras unos se dedican a presionar inútilmente a la Guardia Civil para que ésta les entregue las armas que tiene en depósito, otros pasan el tiempo paseando por la población y sus alrededores en coches y camionetas, exhibiendo armas y lanzando estentóreos gritos de U. H. P. y otros similares.

Las noticias que de Lugo trajeron los pobres infelices que allí fueron con objeto, les decían, de ayudar a sus hermanos, eran muy poco satisfactorias: En Lugo se había declarado el Estado de Guerra, y de toda aquella ingente masa revolucionaria que los pueblos había volcado sobre la capital, no quedaba en ella más que los detenidos por las fuerzas del Ejército, al iniciarse la desbandada general. Esto enfrió notablemente el ardor bélico de los revoltosos de Sarria, que reducen el frente de combate, haciéndose fuertes en el Ayuntamiento y sus inmediaciones. Sin embargo, la resistencia había de durar muy poco.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.