martes, 13 de abril de 2010

Puente del Puerto: estado social; sucesos de julio; fotógrafos a la vista.

Entre los pueblos del partido, era Puente del Puerto el lugar en donde se acusaba con mayor virulencia la peste revolucionaria.

Hombres y mujeres... trabajadores de mar y tierra... estaban en gran parte contaminados por las frecuentes y descocadas propagandas comunistas de los maestros de Camelle, Javiña y el de Cereijo D. Luis Canosa, dirigentes y fundadores del sindicato de "Oficios y profesiones varias de Puente del Puerto" afecto a la U. G. T., aun cuando la mayoría de sus componentes simpatizaban con las ideas comunistas.

A partir de las elecciones de febrero, Puente del Puerto se transformó en foco revolucionario de toda la comarca.

Allí se celebraban con gran regocijo, disparo de bombas y puños en alto, las fiestas del trabajo y las más insignificantes victorias políticas del Frente Popular; allí se condimentaban siempre las huelgas con algún acto de salvajismo, como la destrucción efectuada en dos ocasiones, del pretil del puente, y el incendio de un depósito de maderas, propiedad de D. Norberto Rodríguez Buján; allí, por extraña paradoja fácil de explicar, las reuniones clandestinas se celebraban a pleno sol y en medio de la calle (1); allí se preparaban e instruían las milicias socialistas sin la más insignificante precaución, ni el más leve recato; allí, finalmente acudían a mitinear destacadas personalidades de la ultra-izquierda española, como el diputado comunista Maurín, que, el 17 de julio -iniciado ya el movimiento salvador de la Patria- truena en Puente del Puerto contra los generales facciosos, y proclama como lícitos todos los medios, aún los más bárbaros, para aplastar lo que él llama "rebelión del Ejército".

No cayeron en saco vacío las recomendaciones de Maurín.

El día 18 de julio funcionaba ya en Puente del Puerto un Comité revolucionario, compuesto por Rogelio Mazaeda Novais, Eladio Blanco, Francisco Tajes, Ángel Cabarcos, Gumersindo Lema, Constante Camba, Manuel Carracedo y Andrés Balsa.

¡Ordeno y mando!... eran las palabras con que comenzaba este Comité sus disposiciones, y... a la voz de "Ordeno y mando" del Comité, recorre las calles del Puente una numerosa manifestación con bandera y música, vivas a Rusia y Largo Caballero, puños en alto y cabeza descubierta en señal de máximo respeto; se requisan autos particulares hasta el número de cinco; se incautan de la casa Rectoral del Puente (2); asaltan la de Javiña haciendo explotar una bomba en su interior; intervienen explosivos, armas y municiones; se desplazan grupos armados; uno a Camariñas en donde amenazan de muerte al Coadjutor "si continuaba diciendo Misa"; otro de 180 hombres a Vimianzo en donde se posesionan del Castillo de Martelo, y otros a Camelle, Mugía y más pueblos comarcales, con objeto de avivar en ellos el espíritu revolucionario.

Todas estas cosas, y otras de menor importancia, efectuaron los revoltosos de Puente del Puerto, desde el día 18 al 26 de julio.

El día 26, enterados del paso por Vimianzo -camino de Corcubión- de una columna de la Guardia Civil y Falangistas mandada por el Teniente D. Rodrigo Santos Otero, a pesar de que contaban con armas y explosivos que habían preparado con objeto de resistir a toda fuerza que intentara dominarlos, salieron corriendo hacia Camariñas, en cuyo Puerto, intentaron hacerse con embarcaciones que los condujera a todos juntos mar adentro, ya que, mar afuera... no se podía soportar con el olor a pólvora.

No había en Camariñas las embarcaciones que ellos soñaran, o, si las había, no se las proporcionaron, en vista de lo cual, los más comprometidos, huyeron en botes por el mar, o se internaron en los montes.

El día 27 de julio, Puente del Puerto disfrutaba de la calma más absoluta. Los revoltosos habían huido. No era día de feria, ni se celebraba fiesta alguna; por eso... grande debió ser la sorpresa de parte de la población al ver llegar varios camiones abarrotados de gente: eran Guardias de asalto, civiles y soldados; pero no todos los reconocieron como tales. Algunas mujeres del pueblo, al ver que el camión que venía a la cabeza se detenía, corrieron a su encuentro, y parándose delante de él a muy pocos metros de distancia, unas se alisan el pelo, otras se estiran el delantal y adoptan otras, posturas más o menos fotogénicas, incomprensibles para los ocupantes del vehículo, hasta que, entre una de las mujeres del grupo y otra que permanecía alejada a un lado de la carretera, se entabla este corto diálogo:

-¡Ponte diante muller! -dice la del grupo.
-¿E logo? -contesta la otra.
-¿Non ves que son retratistas?...

La ingenuidad e ignorancia popular, habían tomado por máquina fotográfica, lo que no era más que una ametralladora que el camión de guardias de asalto llevaba montada en su parte delantera. A este camión seguía otro con Guardia civil y dos más con soldados del Ejército. Todos celebraron la ocurrencia de la buena mujer aquella, y pensaron acaso entre sí, que, en Puente del Puerto, más daría en aquellos momentos la profesión de fotógrafo, que el propio oficio.

(1) Lo hemos presenciado: más de 50 hombres se apretujaban formando corro alrededor del maestro de Camelle que, en medio de la carretera, daba cátedra en tono de clandestinidad, un día de feria en Puente del Puerto, tres días antes del asesinato de Calvo Sotelo.

(2) La convirtieron en domicilio del Sindicato, y pusieron en ella la bandera comunista, y... -¡cosas raras de nuestros revolucionarios!- pagaron 40 pesetas, a la persona encargada de trasladar los muebles del Cura.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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