sábado, 16 de enero de 2010

Castigos y represalias a los implicados en los trabajos preliminares del Movimiento en La Coruña

La traición de Monasterio dio ocasión a castigos y represalias que pasamos a reseñar.

El Coronel de la G. C. Sr. Vara que el 19 de abril se encontraba en Pontevedra, recibió orden telefónica del General Pozas (1) de que se presentase inmediatamente en La Coruña y procediese a la destitución del Teniente Coronel Jefe de la Comandancia D. Benito de Haro, y a la de los capitanes D. Gumersindo Varela y D. José Rañal, e hiciese cargo del mando de la Comandancia al traidor Monasterio.

Además, por orden del mismo Pozas, comenzaron a instruirse entonces diligencias para el esclarecimiento del complot, diligencias en las que Monasterio se valió de toda clase de medios (coaccionando incluso en forma rastrera y vergonzosa al sargento Comandante del Puesto, D. Manuel Santos) para descubrir todo lo concerniente a las reuniones habidas en el cuartel y los nombres de todos los reunidos.

Las pesquisas de Monasterio, se estrellaron contra la lealtad y el afecto a sus Capitanes del sargento y clases del puesto que fueron interrogados, lo cual no fue obstáculo para que aquel emitiese un informe que determinó la apertura de un sumario en que había de entender (como juez especial mandado expresamente de Madrid) un Coronel de Artillería, de confianza plena de Azaña y Casares, al que se atribuye la siguiente frase: "España se arreglará, cuando mi caballo coma pienso en el altar mayor de la Catedral de Toledo".

Pocas esperanzas podían tener los inculpados en las actuaciones de semejante juez, pero las tenían completas y muy justificadas en el secretario que se le asignó: el el Capitán Olavide, figura muy destacada en todo cuanto se hizo en La Coruña antes y después del 18 de abril.

Olavide sin embargo, no pudo evitar que el juez especial procesase por el supuesto delito de rebelión militar, al Teniente Coronel D. Benito de Haro y al Capitán Rañal que, en calidad de detenidos, fueron trasladados al Castillo de San Felipe donde permanecieron unos ocho días, hasta que el procesamiento se resolvió con un: "no ha lugar". ¡Los del Cuerpo Jurídico hicieron infructuosa la labor de aquel pobre juez, dando carpetazo al sumario!

No se conformaron Casares ni el General Pozas con la solución dada al asunto, e inician la persecución de todos aquellos que estimaban complicados y desafectos a su desgobierno. Dejan disponible forzoso al Sr. Haro, y trasladan con disponibilidad forzosa en los pueblos a donde eran destinados, a los Capitanes, Rañal en Pozoblanco (Córdoba); Varela en Zamora, y más tarde trasladado a Riotinto; Laseduarte en Mieres; Falcó en Béjar, y Tenientes González en Soria, Santos en Jaén (2) y Aranguren en Ribadeo.

Son objeto de la misma sanción en la Comandancia de Lugo, el Comandante Regina que fue trasladado a Málaga, el Capitán Suances a Calahorra, y el Teniente Sarandeses a Bilbao (3).

Con estas sanciones y algunas otras de que fueron víctimas Jefes y Oficiales del Ejército, creyó sin duda el Gobierno dar por liquidada en Galicia, una cuestión que no había hecho más que empezar.

(1) Inspector General de la Guardia Civil.

(2) Estos dos no llegaron a incorporarse a su destino.

(3) Sarandeses fue luego trasladado a Coruña donde le sorprendió el Movimiento.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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