miércoles, 20 de enero de 2010

Estallido del Movimiento en el Cuartel de Artillería de La Coruña

En el Cuartel de Artillería, todos los Jefes y Oficiales estaban en el secreto de lo que iba a ocurrir, excepto el Coronel Torrado a quien, por desconfianza o lo que fuese, no se había puesto en antecedentes.

No se contaba por consiguiente con él, ni con tres clases de las que se sospechaba no sin razón, y a las que se vigilaba muy de cerca.

Sin embargo, hubo un momento en que los artilleros pudieron muy bien haber creído que estaban equivocados en sus juicios respecto al Coronel.

En la noche del 17, se presentara en el Cuartel el General Caridad Pita, y conversando estuviera con Jefes y Oficiales haciendo un verdadero derroche de afabilidad y hasta de buen humor.

Luego que se fue, el Coronel Torrado dice a sus Oficiales:

-Cualquier orden que llegue al Cuartel, no se cumplimenta a no ser que venga de la División. Fíjense bien -repite- cualquier orden..., sea la que sea..., aunque venga del General Pita en persona.

Tal manera de expresarse, autorizaba sin duda a los circunstantes (que en aquellos momentos creían aún en la lealtad del General de la División) para admitir la probabilidad al menos, de que el Coronel Torrado estuviese al lado del Movimiento, mientras los hechos no viniesen a demostrar lo contrario. ¡No había de pasar mucho tiempo sin que estos se produjesen!

A las 24 horas, en la noche del 18, se hallaba en el Cuartel el completo de Jefes y Oficiales que voluntariamente se habían acuartelado esperando la madrugada del 19, fecha señalada en principio para salir las tropas de los cuarteles.

La voz de: "¡Guardia a formar!" les anuncia la llegada del Coronel, único que faltaba en la reunión. A la puerta se adelanta a recibirle un Capitán, con ánimo de enterarse cuanto antes de las noticias que pudiese traer el Jefe, hombre afable y comunicativo, en quien por otra parte habían empezado a confiar la noche anterior como ya hemos visto.

Extrañado el Coronel de que a aquellas horas estuviese en el Cuartel un Capitán (a los demás no los había visto) a quien sabía franco de servicio, le pregunta:

-¿Qué hace V. aquí?

El Capitán que no esperaba semejante respuesta al saludo, inventa no sé que cosas y disculpas que, si no sirvieron para explicar su presencia a tales horas en aquel lugar, ni tampoco para prolongar su permanencia en él puesto que el Coronel le ordenó se marchase inmediatamente, sirvieron en cambio, para que otros compañeros que se hallaban en las mismas condiciones que él, descubierto por lo que acababan de oír el verdadero sentir de Torrado, saliesen del cuarto de banderas sin que su presencia fuese advertida por aquel.

¡No tardaron mucho en volver! Una idea les preocupaba, y en relación y consonancia con ella, a las 4 de la madrugada ya estaban todos nuevamente reunidos en el Cuartel, esperando de la División la prometida consigna que no llegó. Lo que llegó fue, en la noche ya del 19, la orden de acuartelamiento (1) que fue obedecida, y acuartelados estuvieron la noche del 19 al 20, que transcurrió en comentarios y conjeturas acerca de la sospechosa vigilancia que elementos extraños venían haciendo aquella noche sobre el Cuartel, y acerca de otras muchas cosas.

(1) En realidad no la necesitaban.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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