martes, 19 de enero de 2010

Estalla el Movimiento en La Coruña: actuación de enlaces y del Frente Popular

Así estaban las cosas en La Coruña cuando llega la noticia del levantamiento de las fuerzas de África acaudilladas por el General Franco.

Elementos del frente único antifascista formado ocho días antes por las mesnadas del F. P. -unidas a las de la C. N. T. y la F. A. I. que no quisieran entrar antes en la coalición- se constituyen en sesión permanente y hacen por radio insistentes llamadas a "los trabajadores antifascistas", ordenándoles estuviesen preparados para acudir (oída la señal que había de consistir en toques prolongados de las sirenas de los barcos) a ponerse inmediatamente a las órdenes del Gobernador; requieren al Presidente de la Audiencia para que entregue las armas (instrumentos de sumarios) depositadas en los juzgados y Audiencia, terminando por asaltar ésta y robar aquellas, en vista de que el Presidente se negaba a sus pretensiones. Asaltan igualmente la Armería Eirea sita en la calle de San Andrés, y se provistan en ella de magnífica y abundante mercancía.

La radio seguía llamando: ampliaba detalles a las primeras disposiciones y transmitía nuevas órdenes, mientras numerosos grupos marxistas se dedicaban a la requisa en domicilios particulares, de armas que, en unión de otras desembarcadas de unos bous en puerto, habían de ser distribuidas por el Gobernador en persona y por su mujer, dama comunista como ella misma se apellidaba (1).

Las noches del 17 al 18, del 18 al 19 y del 19 al 20, son de preparación inmediata para las masas del F. P., y de observación y recuento para sus dirigentes: quieren éstos saber si la gente responde y en qué número y proporción. Por eso, durante todas estas noches, dan y a veces repiten la señal. En la noche del 17 suenan las sirenas a las diez y vuelven a escucharse a las dos de la madrugada; en el transcurso de la del 18 suenan otras dos veces, y en la del 19 pitan también de modo estridente y prolongado, mientras por radio se avisa al pueblo que acuda a las armas. Se cierran las entradas del Gobierno Civil con alambre espinoso; grupos revolucionarios levantan parapetos y construyen barricadas y trincheras para defensa de aquel edificio, bajo la dirección de un Comandante de Asalto y del Capitán Sr. Tejero (2), y se emplazan finalmente ametralladoras y morteros (pertenecientes a las fuerzas de Asalto) en el Gobierno, cuya entrada queda también enfilada por una ametralladora hábilmente colocada en el entresuelo de un Cine próximo (3).

Todos estos preparativos llegan a inquietar profundamente a Jefes y Oficiales de la guarnición adictos al Movimiento (que era la inmensa mayoría), ya seriamente preocupados por la inexplicable pasividad del General de la División.

Salcedo había prometido declarar el estado de guerra tan pronto como se lo ordenase el General Sanjurjo; Mola le había comunicado, ya en los primeros momentos, que por orden de Sanjurjo procediese a ello, y... Salcedo sin embargo, seguía obedeciendo las órdenes de Madrid (4). Por cierto que el cumplimiento de una de estas órdenes, produjo un pequeño conflicto entre Salcedo y el Gobernador. Fue así:

La División recibe órdenes del Gobierno, de que inmediatamente se proceda al acuartelamiento de tropas en toda la Región, y Salcedo se dispone a cumplimentarlas. Quiere trasladar el mandato a las distintas plazas en telegrama cifrado, pero a ello se opone el Gobernador que impide la circulación de telegramas de esa clase, dando con ello motivo a una escena violenta entre las dos autoridades, que siguieron no obstante trabajando para el mismo amo (5).

Jefes y Oficiales a los que ya muy poco faltaba para saltar, ven con desagrado la actitud de Salcedo, y miran con indignación el proceder de la primera Autoridad Civil, que culmina en este acto de querer imponerse a la Autoridad Militar, en asuntos que sólo a ella competían.

En Capitanía unos y en los respectivos cuarteles otros, comentan la situación y se afirman en el último acuerdo, que era, el de salir a la calle al día siguiente, lunes 20 de julio.

Este acuerdo lo conocimos nosotros por una conversación que en las inmediaciones del Cuartel de la Guardia Civil, celebraban (después de las cinco de la tarde del día 19) el Capitán Olavide y el Teniente González, en presencia del Teniente Sr. Sarandeses y bajo la vigilancia del Sargento Santos y Cabos del puesto de la Guardia Civil, encargados de avisar la posible aparición de algún sospechoso.

Olavide, da a González la seguridad de que al día siguiente había de proclamarse el estado de guerra en La Coruña "saltando por encima de todo lo que a ello se oponga", y quiere saber si la Guardia Civil saldría a la calle con el Ejército.

-"Ocurra lo que ocurra, contesta el Teniente González, se hará honor a la palabra empeñada" (6).

(1) En cierta ocasión quiso la entidad "Damas Republicanas de La Coruña" obsequiarla con un banquete, y ella declinó el obsequio con estas palabras: "No se molesten Vdes.: yo no soy una dama republicana; yo soy dama comunista".

(2) Por cierto que lo hicieron bastante mal. Colocaron las principales defensas protegiendo la fachada de Riego de Agua, calle Real y Bailén, mientras dejaban casi indefensa la explanada de la Marina, muy a propósito para los movimientos de la Artillería.

(3) Cinema "Salón París".

(4) No se negó rotundamente en un principio. Trataba de dar largas, esperando acaso ver más despejado y definido el horizonte, pues parece le comunicaran de Ferrol la sublevación de la Escuadra.

(5) Miñones, enterado del acto del Gobernador, se personó en la División acompañado de otros diputados y personalidades de izquierda, intentando ver al General para darle una satisfacción por lo ocurrido. Vanos fueron sus propósitos porque, si la calle por entonces era suya, Capitanía era de los militares que no le dejaron viese al General.

(6) El Capitán Olavide, al hablar por teléfono con González, con objeto de acordar esta entrevista, lo hace fingiendo voz de mujer, y en una forma en que más parecía tratarse de una cita amorosa. No eran inútiles estas precauciones. En los teléfonos (y en el de la Guardia Civil sobre todo) ejercían los frente-populistas una intervención escrupulosísima.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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