viernes, 16 de abril de 2010

Betanzos: estado social

De totalmente anárquica puede calificarse la situación por la que, hacía ya mucho tiempo, venía atravesando la ciudad de Betanzos.

Elementos de la C. N. T. -organización que predominaba en el Partido sobre todas las demás y en la que figuraban como principales dirigentes el "Purriños", Antonio Vázquez, el "Pintavacas" y el "Besugo"- comenzaron, en tiempos ya de las constituyentes, a poner en práctica su política de métodos y procedimientos terroristas, en la que no faltaron el asalto con explosivos (1), ni los boicots a comercios cuyos propietarios mantenían ideologías derechistas, ni el derribo y destrozo de cruceros, dando, junto con la nota de impiedad, la de una incultura a toda prueba que, si alcanzaba a los ejecutores, marcaba de una manera muy especial a las autoridades que lo consentían, cuando no lo instigaban (2).

A raíz de las elecciones de febrero, madurado ya el fruto de las prédicas ultracomunistas de Beade y comparsa, el 11 de marzo de 1936, se exigió en Betanzos a los propietarios de trigo, la entrega de un diez por ciento de la cosecha, que fue recogido por el Ayuntamiento y entregado a la C. N. T., encargada de hacer el reparto (3).

Entre los propietarios tan ingeniosamente atracados, figuraban las familias siguientes: Echevarría, Naveira, Naveira Pato, Condes de Taboada, Marqués de Figueroa, Castro Ares, Castro Miño, Barús, Montoto, Seoane, Dans Pita, Pita Caramés, Pita Espelosín, Leis Ponte, Lisarrague, Leis, Muiño, Otero Calviño, Maury Inglés, López Freire, González Bouza, Veiga Roel, Fernández Folla, Concheiro Folla, Curiel Rodríguez, Ares Teijeiro, Sánchez Díaz, Puente Pérez, Pérez Meás, Gómez Folla, Couceiro Núñez, Vda. e hijos de Ezequiel Núñez, etc. etc.

Por lo expuesto, se ve claramente que las organizaciones sindicales de Betanzos (4), si no habían entrado ya en Rusia, estaban muy cerca de sus fronteras. Pero... ¡hay más todavía!

Los camaradas de Betanzos, tan laboriosos que, cuando no tenían que hacer, se entretenían en derribar cruceros, no podían pasar sin salir a la calle el día 1º de mayo en conmemoración de la fiesta del trabajo, y... a la calle salieron. Y... después de monstruoso mitin (5), en el que tomaron parte juventudes socialistas y comunistas de dentro y de fuera de la localidad, no quisieron disolverse sin haber antes entonado un himno a la barbarie, aunque para ello tuvieran que echar mano de un pretexto macabro.

Cruzaba la plaza de García Hermanos un entierro, en el que, entre otras personas, figuraban como acompañantes del cadáver, D. Eliseo Barros Gamallo Cura-encargado de la parroquia de Santiago y otro sacerdote del pueblo.

Verlos los trabajadores marxistas y prorrumpir en groseros insultos contra ellos, fue todo uno.

Abucheados los pobres sacerdotes, abandonados de todos -hasta de los mismos que figuraban en la comitiva fúnebre, y que huyeron cobardemente dejando el cadáver en medio de la calle- y entregados a su suerte, buscaron refugio en el último piso de una casa que bien pronto fue rodeada por las turbas que, alocadas, manoteaban y rugían como panteras hambrientas y feroces.

Avisada la Guardia Civil, acude el Cabo del puesto con algunos números, y se consigue amansar de momento a la fiera, comprando su transitoria mansedumbre con la libertad de los sitiados, precio fijado por el Alcalde.

Los sacerdotes fueron detenidos, y llevados a la cárcel por la fuerza pública.

Una vez encerrados, la turba de manifestantes -agotada ya la vianda de la injusta detención- pedía más carnaza. Ahora protestaba airada en torno de la cárcel, porque no habían llevado a los detenidos "debidamente esposados". ¡Fútil pretexto, para continuar la algarada revolucionaria, con el asalto al "Liceo" y el incendio de todo su mobiliario!

La cosa tomaba mal cariz, y... era necesario proceder con energía.

Mientras fueron los curas el blanco de las iras marxistas... no había que apurarse. Podrían matarlos; pero..."en esto no había perjuicio de tercero" (6). Ahora sí. Cuando entran al "Liceo", y sacan los muebles a la calle, y les ponen fuego, y gritan y palmotean alrededor de la hoguera... ¡Ah! entonces... entonces hay que desplegar toda la actividad para cortar de raíz tales desmanes; hay que sacar toda la fuerza que haya en el Cuartel, y pedir además con toda urgencia refuerzos a La Coruña.

Así se hizo. Salió el completo de fuerzas de la Guardia Civil, y, bastó esto, para que huyesen revoltosos y alborotadores, y se restableciese la tranquilidad. Los refuerzos pedidos a La Coruña llegaron, pero... ya no hicieron falta.

¡Media hora antes, había que pactar con las masas, en vista de que "no era posible contenerlas"!... ¡Media hora después, se bastaba la fuerza de Betanzos, para dominar la situación! Pero... ¡qué barbaridad Sr. Alcalde!... ¡cuanto adelantan las ciencias!

Así las cosas en 1º de mayo, no es extraño que, a los dos meses, surgido el Movimiento Nacional, tropezase éste en Betanzos con una resistencia bastante seria, aunque del todo inútil.

(1) Fue asaltada la casa de Babío, entre otras, y el Garaje "Couceiro".

(2) Beade, primer alcalde de las constituyentes en Betanzos, daba con sus satélites frecuentes mítines en los que se injuriaba a la Religión, se aconsejaba a los paisanos que se abstuviesen de pagar las rentas, y a los colonos, que talasen los pinos de las tierras que llevaban en arriendo.

(3) El reparto de los 3.000 ferrados de trigo a que ascendió la incautación (11.300 k.), se hizo por los afiliados de la C. N. T. en su local social de la Casa del Pueblo, en donde, además de ondear la bandera comunista, colocaron un letrero ufanándose de que, merced a su golpe de audacia, se había arrancado del poder de los ricos, el trigo objeto del reparto.

(4) La U. G. T., la F. A. I. y las sociedades agrarias, hacían causa común con la C. N. T.

(5) Monstruoso, más que por el número de asistentes, por las monstruosidades que en él se dijeron.

(6) Tenían razón las Autoridades de Betanzos. ¿Cómo había de haberlo, si los curas no eran más que dos? ¡Para algo ha de servir la Lógica... del Frente Popular!

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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