sábado, 17 de abril de 2010

Betanzos: sucesos de julio; fuerzas libertadoras.

La noticia de lo acaecido en África y de lo que estaba ocurriendo en España, puso en movimiento a las organizaciones obreras de Betanzos que, cumpliendo órdenes superiores y secundando las de las autoridades del F. P., se entregan a la requisa de armas, dentro y fuera de la población.

Los primeros en ser visitados por las patrullas de requisa, fueron acaso, D. Eliseo Barros Gamallo y el otro sacerdote que, como él, sabía ya -por experiencia- de la cultura y buenos modos de los visitantes. Estos sin embargo no fueron recibidos, y, como protesta a tal descortesía, comenzaron a disparar sus armas contra la casa-vivienda de los aludidos sacerdotes, y a lanzar contra ella cartuchos y más cartuchos de dinamita.

Los moradores no se asustan por eso, y continúan una larga resistencia que tiene entretenidos por varias horas a los revoltosos, salvando así a medio pueblo, de los efectos de la dinamita para él preparada.

Claro que, el valiente proceder de aquellos sacerdotes, fue espléndidamente recompensado:

Enterado el Alcalde López da Torre, del asedio de que estaban siendo objeto por parte de los rojos -temiendo que el movimiento revolucionario fuese a fracasar por precipitación- ordena a la Guardia Civil que acuda a desalojar a las turbas, lo que se efectúa sin grandes dificultades, aunque no con la facilidad con que se lleva a cabo el desalojamiento también de los sacerdotes que, en ser desalojados, quedaron ciertamente equiparados a los revoltosos; pero fueron en cambio objeto de distinción especial, al tratar de buscarles nuevo alojamiento: Los revoltosos... ¡que se las arreglen como puedan! Los sacerdotes... ¡a la cárcel!

Los días 19, 20 y 21, fueron días de concentración en Betanzos.

Las aldeas y parroquias circunvecinas habían volcado sobre la ciudad todo cuanto de malo y de cobarde (1) tenían en el censo de su población, y una gran cantidad de armas de lo más variado y pintoresco (2).

Calles y plazas aparecían completamente llenas de gente en armas, y la población de orden... parte recluida en sus casas, y parte huida a lugares más seguros.

En la mañana del día 22, la Guardia Civil del puesto de Betanzos, algunos elementos civiles y varios marinos a los que el Movimiento cogiera en aquella plaza, salieron -mandados por dos Alféreces de Navío sorprendidos también allí por la revolución, y dos sargentos del Ejército- y se adueñaron, después de algún paqueo sin importancia, del casco del pueblo y posiciones estratégicas, que habían de facilitar la entrada de una columna que de Coruña venía sobre Betanzos.

Antes ya de la llegada de estas fuerzas, los revolucionarios de Betanzos huyeron a la desbandada, dejando tras de sí muestras inequívocas de su salvajismo (3).

Quedaron sin embargo algunos, los más decididos, que desde unas barricadas levantadas en la calle de los Herreros y desde otros lugares, hostilizaron a las tropas de la columna libertadora, retrasando en una hora al menos su entrada en la ciudad, que, desde entonces, disfrutó ya de tranquilidad absoluta.

(1) Los malos acudían convencidos; los cobardes, obligados por el miedo.

(2) Escopetas de todas clases, pistolas antiguas y modernas, hachas, azadones, palanquetas, hoces, etc. etc.

(3) Saquearon e incendiaron luego el convento de San Francisco; colocaron dos potentísimas bombas en el puente nuevo sobre el Mandeo, y otra en el Puente del Ferrocarril, que no causó desperfectos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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