miércoles, 21 de abril de 2010

Órdenes

De los ocho municipios en que se divide el partido judicial de Órdenes, sólo en el de la capital y en el de Frades hallamos cosas dignas de historiar.

Órdenes, villa situada al N.E. de Santiago, en la carretera de La Coruña a Pontevedra, ha presenciado en los días 19, 20 y 21 de julio, el desfile por sus calles, no sólo de los elementos revolucionarios de las parroquias circunvecinas, sino también de una porción muy considerable de rojos, enviados de otros pueblos más apartados, Santiago sobre todo.

El movimiento revolucionario adquirió en esta villa gran intensidad y desarrollo, ya por el crecido número de militantes, ya principalmente por la organización.

Las milicias rojas perfectamente equipadas -provistas de armas previamente requisadas a las personas de orden, e incluso de bombas elaboradas a este fin- eran mandadas y obedecían, a jefes determinados.

Los puentes en las carreteras de acceso a la villa se habían minado, y se construyeran trincheras que defendiesen al pueblo de un posible ataque por parte de las fuerzas del Ejército. Organización en una palabra, de carácter militar.

Cuando el 19 de julio arribaron a Órdenes, procedentes de Santiago, un Teniente de Seguridad con varios números que obedecían todavía al Gobierno de Madrid, y un pelotón de paisanos de destacada significación revolucionaria, entre los que figuraba Francisco Comesaña Rendo, existía ya en aquella Villa un Comité revolucionario del que, entre otros, formaba parte Germán Doval García que asumiera las funciones de Alcalde, el Maestro Nacional José García Fernández, Manuel del Río Mendayo Presidente de un Sindicato comunista, y Manuel del Río Pampín.

Este Comité había ordenado la formación de milicias, invistiendo de la autoridad de Jefe de las mismas al médico del Ayuntamiento de Órdenes D. Alonso Alonso Puente, que gustaba de lucir ante ellas el uniforme de Comisario rojo; dispuso también la requisa de armas y los registros en casas particulares, y llegó a proponer una visita a la Casa-Cuartel de la Guardia Civil, con la pretensión de que ésta entregase las armas que tenía en depósito.

Adonis Morón Silva -que saliera de Santiago al frente de un nutrido grupo de comunistas- llegó hasta Órdenes, y al ver allí tanto obrero parado, creyendo tal vez que en La Coruña había trabajo para todos, allá envió una buena parte de ellos, después de arengarlos convenientemente.

En Órdenes quedaba con todo, gente suficiente para reducir a escombros la secretaría del Juzgado, así como todo el inmueble en donde ésta se hallaba emplazada; para asaltar en Sta. Marina de Parada la casa denominada del Pazo, y para llevarse detenido, e ingresarlo en la cárcel del partido, a un hijo del propietario de la misma, D. Balbino del Valle.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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