viernes, 2 de abril de 2010

Puentes de García Rodríguez

Pacífico este pueblo entre los más de la provincia, como casi todos los pertenecientes al partido de Ortigueira, no hubiera tal vez conocido las inquietudes de las disensiones políticas y societarias, ausente la labor del Maestro Nacional que, unos días antes de las últimas elecciones, organizó en la comarca la sociedad "Oficios Varios", afecta a la C. N. T.

Con todo, la naciente sociedad no ha logrado en momento alguno alterar el orden gravemente, ni tampoco en ella ha de buscarse la causa de aquellos breves momentos de ansiedad y peligro por los que hubo de pasar el vecindario de Puentes en julio del 36.

Se hallaba el vecindario en plena fiesta con motivo de la solemnidad de la Virgen del Carmen, que allí se celebraba el domingo 19 de julio, cuando, a las cinco de la tarde, hacen su entrada en el pueblo cuatro camiones totalmente abarrotados de hombres con armas y abundante cantidad de dinamita. La aparición y actitud poco tranquilizadora de tales huéspedes (mineros de Vivero) alarma grandemente a los pacíficos moradores de Puentes, que inmediatamente se recluyen en sus casas cerrando puertas y ventanas.

Ya los mineros han saltado a tierra y se disponen al asalto de tiendas, establecimientos y domicilios particulares, cuando se ven importunados en sus intenciones por el comandante del puesto de la Guardia Civil, Cabo D. Román Sillero que, con dos guardias, única fuerza de que disponía, salió del cuartel y, adelantándose a los forasteros, les pregunta quienes son y a donde van.

-A La Coruña vamos, llamados por el Gobernador para defender la República.

-¡Hombre: muy bien! -les dice el Cabo- pues allá nos veremos porque los guardias vamos también a salir muy pronto con esa misma dirección.

-Vénganse con nosotros.

-Muchas gracias; pero... tenemos que ultimar todavía unas cosas aquí en el pueblo: ustedes váyanse que no tardaremos en alcanzarles.

-Sí, pero... antes queremos gasolina para los coches y para nosotros también.

Así fue como, merced a la coba que les dio el Cabo Sillero y a la intervención del Alcalde D. Servando López (1), después de haber comido y una vez provistos los coches de gasolina, salieron con dirección a La Coruña los mineros de Vivero, sin haber cometido atropellos de consideración.

(1) Alcalde del F. P.; pero persona digna, como lo demuestra el hecho de que, conociendo el refugio de unos fascistas de Ortigueira, no quiso revelarlo a pesar de las amenazas.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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