miércoles, 28 de abril de 2010

Lugo (capital): sucesos de julio

Por lo anteriormente expuesto, parece podía esperarse que el Movimiento en la Ciudad de Lugo no encontrase oposición alguna por parte del elemento obrero; y si a esto añadimos que el Gobernador aseguraba estar al lado del Ejército, todas las dificultades para el triunfo del mismo habían desaparecido.

Sin embargo, ni el elemento obrero dejó de obstaculizar, ni el Gobernador ha jugado limpio (1), dando con ello motivo a los sucesos que vamos a referir.

El día 18, conocido ya el levantamiento de África, se acuartelan las tropas y se adoptan precauciones, ya que no la decisión de salir inmediatamente a la calle como querían algunos jefes y no pocos Oficiales de la guarnición.

En la noche del 19 hacen explosión diversos artefactos colocados, uno en el Palacio Episcopal, otro en la Iglesia Catedral y otros en las cercanías del Seminario. Esto coincide con una confidencia al Capitán Martínez Ostendi, por la que se le informa, que Lugo (2) había ordenado la concentración en esta ciudad, de los obreros de Monforte y minas de Villaodrid, que en número de 700 avanzaban ya sobre la capital.

Trasladada la noticia al cuartel de San Fernando, el Comandante Militar convoca a Jefes y Oficiales para darles cuenta de la nueva situación que (confirmada) crearía la anterior confidencia, así como la que recibiera él, relativa al avance por la carretera de Castilla sobre Lugo, de otros tantos hombres procedentes de las minas de Ponferrada.

¡Acaso las confidencias no fueran exactas! El, el Comandante Militar, había preguntado por teléfono al Gobernador civil si esto era verdad, y aquél le contestara que no había tal cosa. Sin embargo... "que se extremen las precauciones, dice el Coronel, y que la tropa no salga de sus cuarteles sin orden expresa mía".

Las confidencias tenían su fundamento, y bastó muy poco tiempo para verlo confirmado: a las once de la mañana, horas después de la reunión de Jefes y Oficiales convocada por el Comandante Militar, habían su entrada en la población varios camiones de gente armada, entre gritos de U. H. P., insultos a las personas que tropezaban en los caminos, puño en alto y flamear de múltiples banderas rojas.

Estas fuerzas que el Gobernador concentraba (según él mismo declaró más tarde) obedeciendo órdenes del Ministro de la Gobernación, después de haber hecho algunos disparos en el paso a nivel de la estación, de los que resultó un joven de 17 años herido, desfilaron ante el Gobierno civil alarmando a la población, y se dirigieron luego al Hospital a donde directamente fueran ya, entrando por la carretera de la Tolda, otras procedentes de Monforte, Sarria, Villaodrid y Puentenuevo.

La ciudad de Lugo estaba siendo prácticamente tomada y rápidamente guarnecida por las legiones de la revolución, que tenían su cuartel general en el Hospital de Santa María (3), cuyo director se llamaba D. Rafael Vega Barrera.

El Coronel del Regimiento no abandonaba el propósito de aguardar a que hablase la División. Imposibilitado de comunicarse telefónicamente con La Coruña, por tener intervenidas las conferencias el Gobernador, envió como emisario a D. Higinio Vázquez que voluntariamente se brindara a ello, y que no pudo ver cumplida su misión, por haber sido detenido y secuestrado en el Gobierno civil.

La oficialidad, cada vez más indignada por lo que estaba ocurriendo, y profundamente disgustada por lo que, parecía al menos, pasividad del Coronel cuyo carácter poco comunicativo no permitía leer en sus intenciones, decidiera ya saltar por encima de todos los obstáculos, caso que éstos hubieran persistido, aun después de la entrevista que el Jefe de la Guardia Civil había de celebrar con el Coronel del Regimiento:

-¡A sus órdenes, mi Coronel! -dice al de Infantería, el Comandante de la Benemérita, a las dos y media de la tarde del día 20-: En este momento, la radio de la Comandancia acaba de recoger la noticia, de que en La Coruña se ha declarado el Estado de Guerra.

-¿Quién lo declaró?

-El General de la División.

Ignoramos lo que habría hecho el Coronel, caso de saber que quien en La Coruña declarara el Estado de Guerra había sido Cánovas: sabemos, sí, lo que hizo cuando se le dijo que fuera el General de la División. Mandó emplazar ametralladoras en la muralla alrededor del cuartel; ordenó saliese una patrulla que despejase las inmediaciones de éste y la calle de San Marcos, mientras la Guardia Civil había lo mismo en la plaza de Santo Domingo, y conminó al Gobernador a que resignase el mando en la Autoridad militar, orden que aquél acató, sin discutirla siquiera, entregando el Gobierno junto con su propia persona, al teniente de Seguridad.

No sabemos si como condición para entregarse, o después ya de detenido, pidió el Gobernador al Comandante Militar que dejase salir libremente a los grupos que él había concentrado, petición a la que accedió el Comandante, sin saberlo, o porque sabía ya, que no había lugar a hacer uso de esta generosidad, puesto que los susodichos grupos que, al declararse el Estado de Guerra (tres de la tarde del día 20) se hallaban tranquilamente comiendo en su restaurant, el Hospital, juzgaron prudente dar por terminada la comida a poco de haberla empezado, por haber oído unos cuantos disparos que hicieran las fuerzas desde las murallas. No les gustó la música fusilera, y a los primeros tiros, abandonaron armas y municiones; salieron corriendo a más no poder y, saltando los muros del Hospital se encaminan, corriendo siempre y sin mirar atrás, hacia el río Miño, al que muchos se tiran de cabeza y logran pasar a nado, mientras otros, menos afortunados, caen en manos de la Guardia civil que les seguía muy de cerca (4).

(1) A pesar de sus protestas de lealtad, mandó cortar las comunicaciones e intervino las conferencias con los puestos de la Guardia civil, valiéndose en ocasiones de la estratagema de contestar él en nombre del puesto con el que se pedía comunicación: -"El Jefe no está".

(2) ¿El Gobernador? ¿Algún dirigente? ¿Algún Comité?

(3) Allí se le preparaba comida y se les daba albergue, mientras no llegaba el momento oportuno.

(4) Guardia civil, Seguridad y Carabineros estuvieron desde el primer momento al lado del Ejército.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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