martes, 20 de abril de 2010

Curtis: estado social; sucesos de julio.

No obstante contar el sector de Curtis con población ferroviaria, que pudiera muy bien haber servido de vehículo a ideas comunistas, destructoras siempre del orden social y sentimientos de patria, no fue así sin embargo.

Curtis, tenía su sociedad que "Oficios Varios" perteneciente a la U. G. T., que perseguía, claro está, sus fines no siempre laudables, utilizando medios con frecuencia reprobables, pero que no llegaba en su radio de acción, a influir en el carácter naturalmente pacífico de la comarca.

Fue necesaria la actuación satánica y tenaz de una mujer, para que a una gran parte de los hogares llegasen el descontento, la inquietud, la ambición, la insubordinación, la envidia... y todo ese conjunto de malas pasiones, que como bagaje repugnante y monstruoso, trae consigo el comunismo.

Isabel Ríos Lazcano, funcionaria de la Delegación de Hacienda de Lugo, funda en Curtis -en unión de su marido el médico Manuel Calvelo López- una sociedad que llevaba por título: "Radio Comunista de Curtis"; e ilusionando a los mozos con la promesa descarada de la libre violación de las mujeres, en caso del triunfo definitivo de sus ideas; pervirtiendo a los niños con el ejemplo vivo del desnudismo practicado con sus hijos (1), y valiéndose de otros medios de propaganda oral y escrita, llega a formar en Curtis un grupo muy considerable de adeptos, poderosos auxiliares algunos de ellos -como las hermanas María y Antonia Sánchez y Benigno Andrade- en la propaganda, dentro y fuera del sindicato, y en la creación de un ambiente enrarecido y propicio a los sucesos que pasamos a relatar.

Al conocerse en Curtis el levantamiento de las fuerzas de África, las milicias rojas -capitaneadas por el médico Manuel Calvelo López, y alentadas a revelarse contra el ejército nacional por la Isabel Ríos Lazcano- empiezan a desarrollar una actividad extraordinaria, que se manifiesta en la requisa de armas sustraídas a las personas de derechas, organización de vigilancia en las entradas del pueblo, gritos subversivos, mueras al Ejército y propalamiento de noticias falsas.

Al efecto, de la Casa del Pueblo de Curtis, salieron -armados de escopetas y pistolas- varios individuos, entre los que figuraban Manuel Sánchez Ayerbe, José Seaone Sánchez de Fisteus, Pedro Aller Sánchez, Marcelino Vigo, Ramón Ventureira y otros, que recorrieron varias parroquias de la comarca, sembrando, con su actitud poco tranquilizadora, el pánico por las aldeas.

En la parroquia de Barbeito, penetraron en casa del Cura en ocasión en que éste se hallaba ausente, y, después de registrar minuciosamente todos los muebles en busca sin duda de armas, obligaron a la muchacha a que les diese pan, vino, queso y jamón, que comieron tranquilamente sentados frente a la Rectoral, entre bromas insultantes y chistes de mala ley y menos gracia.

Terminado el recorrido, y después de proclamar el comunismo libertario en los pueblos visitados, regresaron a la Casa del Pueblo donde entregaron las armas recogidas, que fueron más tarde enviadas a La Coruña y Betanzos.

En la noche del 20, salió una expedición de trabajadores de Curtis con dirección a Betanzos, dirigida por Jesús Calvelo López, hermano del médico a quien antes nos hemos referido. Surgieron en Betanzos algunas discrepancias entre los expedicionarios, y algunos se volvieron a Curtis, mientras los demás continuaban a La Coruña, acompañados de Calvelo y Benigno Andrade.

El 22 de julio, como hubiese llegado a Curtis la noticia de que, de Coruña salía un tren cargado de elementos que ellos llamaban fascistas, Manuel Calvelo López, Eduardo Sánchez y Manuel Pena Camino, fueron a entrevistarse con la brigada de obreros de la conservación de la vía, y amenazando con sus pistolas al capataz José Vázquez Calvo y a los obreros a sus órdenes, les obligaron a sabotear la vía, a tres kilómetros de la estación de Curtis, en el punto conocido por Puente de Vilares, lugar donde un accidente hubiera revestido caracteres de verdadera catástrofe, ya que allí existe una curva muy aguda, con pendiente y una profundidad a ambos lados de 20 a 25 metros.


(1) Según declaración testifical en el Consejo de Guerra celebrado contra ella en Santiago.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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