miércoles, 3 de febrero de 2010

El Arsenal de Ferrol objeto de preferente atención

A las doce de la mañana, rendido el Ayuntamiento y tomada la Casa del Pueblo últimos baluartes de los rebeldes en la ciudad, toda la atención militar se concentró sobre el Arsenal, cuya conquista se presentaba muy difícil, por tratarse de una fortaleza defendida por un número de hombres cuádruple al de las tropas de que se disponía. ¡Más de 1.300 hombres perfectamente equipados defendían el Arsenal!

Además, los cañones del Cervera podían en un momento dar al traste con todas las conquistas hechas en la Ciudad, siendo este sin duda alguna, el peligro mayor por que tuvo que pasar el Movimiento en Ferrol.

Falto de proyectiles el España, y fiel a la causa Nacional el Velasco, quedaba solo el Cervera como enemigo peligroso en las aguas ferrolanas (1).

Los rebeldes no tenían más que abrir las bombas del dique e inundar éste, para que, puesto el barco a flote, pudiese salir a la bahía y bombardear la población. ¿Lo conseguirían? Lo intentaron desde luego.

La noche del 20 al 21, fue aprovechada por los sublevados del Cervera para planear la inundación del dique y el bombardeo de Ferrol.

Previsto este peligro por el Mando leal, había este solicitado de la base de Marín el envío de dos hidros, los cuales, a media mañana del 21, evolucionaron sobre el Arsenal arrojando proclamas a los rebeldes, y lanzando unas cuantas bombas sobre el España, el Casado y el Cervera.

Grande debió ser la sorpresa y enorme el pánico que entre los sublevados causaron las salvas (2) con que fueron saludados por los hidros, a juzgar por la prisa que se dieron en pedir parlamento.

-"Puede salir -dice Ferrol al Cervera en radio-contestación al despacho emitido por el barco- puede salir parlamentario con bandera blanca, manos en alto y solo".

Momentos después, el cabo Carrodeguas enviado por el Cervera como parlamentario, era conducido a Capitanía General, en donde se hallaban ya -llevados allí para que aconsejasen la rendición al enemigo rojo- el Alcalde Santamaría, y el General Azarola detenido el día anterior.

La entrevista se celebró en el despacho del Almirante de la base, y a ella asistían también el Teniente Coronel de Ingenieros Sr. Blanco, el Teniente Coronel de Artillería Sr. Fano y el Comandante Sr. Vierna.

Azarola, trata efectivamente de convencer al Alcalde de que debía aconsejar la rendición, pero el Alcalde se resiste diciendo que él no tenía nada que ver con el Arsenal y los barcos de guerra. Entonces Vierna, de acuerdo con el Teniente Coronel Fano, propone una tregua de 48 horas. "Ferrol -decía él para convencer al Alcalde y al parlamentario del Cervera- no va a jugar una carta decisiva en la contienda entablada en España, y es tonto estar matándonos unos a otros. Cuarenta y ocho horas de tregua... y así daremos tiempo a que el triunfo de las armas en el resto de España, nos diga a que lado hemos de colocarnos".

Esto decía Vierna, pero... muy otra era la intención que llevaba al proponer esa demora. Si las circunstancias le hubieran permitido ser sincero, diría: ¡Cuarenta y ocho horas de tregua... y así daremos tiempo a que se prepare la batería de obuses de Bailadora, única que domina totalmente el Arsenal y toda la ría! ¡Cuarenta y ocho horas de tregua... y así daremos tiempo a que los hidros, agotadas las bombas que traen, vayan a La Coruña a provistarse de este material, que no pueden tomar en la Graña, por no ofrecer garantías la actitud de la dotación de aquella base.

Santamaría, animado por el General Azarola que apoyaba la proposición "Vierna", se tragó el anzuelo y dijo a Carrodeguas:

-"Si Vdes. reciben órdenes directas del Gobierno legalmente constituido, cúmplanlas; pero si obran por cuenta propia, creo debe aceptarse la tregua de las 48 horas".

-Pues... a proponerla voy ahora mismo a los comités del Arsenal y de los barcos -dijo el parlamentario del Cervera.

Y... se fue, quedando en volver muy pronto a Capitanía con la contestación de los camaradas.

(1) Otros barcos de la Escuadra habían salido días antes del puerto, con misiones especiales.

(2) No de otra forma puede calificarse este bombardeo de los hidros, puesto que las bombas que arrojaron no superaban los 10 kilos de peso.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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