lunes, 1 de febrero de 2010

Ferrol: salen el Regimiento de Mérida e Infantería de Marina

Casi al mismo tiempo que la batería del Capitán Gallego se internaba por la calle del Sol para desembocar en la Plaza de Armas primero y en la de Amboage después -en las que tiene que sostener vivos tiroteos con los rebeldes (1)- casi al mismo tiempo, salían también las fuerzas del Regimiento de Mérida número 35: una compañía mandada por el Capitán Arana, y una de ametralladoras sin máquinas, mandada por el Capitán Manday que alternó en los servicios de aquellos días con los Sres. Beceiro, Rojí, Malas y Permuy.

La Infantería de Marina se hallaba también en la calle, dispuesta a cubrir el sector que en el plan de defensa de la ciudad tenía ya señalado, y que comprendía, desde la esquina de la Plaza de la Angustia y cruce con el Cantón, hasta el campo de Batallones, incluyendo por consiguiente, objetivos tan importantes como la Casa del Pueblo, dos puertas de Arsenal, el Astillero y mucha barriada.

A ocupar esta zona salió el Capitán Auz con 60 hombres que, a poco de salir, son saludados con una descarga cerrada que, a la voz de ¡alto! de Auz, les hicieron los ocupantes de una camioneta que venía lanzada por la calle de Taxonera. Los soldados contestan a la agresión haciendo fuego e inutilizando el vehículo, uno de cuyos viajeros cayó herido, siendo inmediatamente evacuado por la fuerza (2).

Siguieron los infantes con su marcha, y, al llegar a la esquina del Cantón, son recibidos por una enorme muchedumbre de hombres, mujeres y niños, que dan muestras de regocijo, y vivas entusiastas a la Infantería de Marina y a la República.

El Capitán Auz y los bravos muchachos que le acompañaban debieron creer sin duda que estaban soñando: No podían esperar semejante recibimiento por parte de los revoltosos. Sin embargo, mayor fue seguramente la sorpresa de Auz, al ver que el Alcalde, seguido de varios números de Seguridad, se le acercaba y le saludaba atentamente tendiéndole la mano.

Toda la escena debió ser presenciada por alguien que, telefónicamente, le refirió el caso al General Azarola desde el Ayuntamiento, con quien este comunicaba momentos después de haber dicho a López Uriarte: "Espere V. que voy a informarme"; pues, Azarola, volvió a la sala en donde le esperaba el emisario de la Comandancia, totalmente cambiado y arrepentido de su anterior propósito de declarar el estado de guerra, como lo demuestran las siguientes palabras:

-La Infantería de Marina ha salido a la calle y confraterniza con el pueblo. Confieso que me hicieron impresión sus razonamientos, Comandante; pero es mejor que yo me inhiba... que no intervenga... y... hagan Vds. lo que quieran.

De pronto, cual si la decisión última del General hubiera sido una consigna, comienzan a sonar tiros por todas partes.

Ya el Capitán Auz había detenido a los guardias de Seguridad, escolta del Alcalde, y los había mandado al cuartel de Dolores; ya había desarmado y detenido a un grupo de marinos rojos que, puño en alto, salían del Arsenal; ya el pueblo se había dado cuenta de su engaño respecto a la Infantería de Marina, originado acaso, por el hecho de aparecer la bandera tricolor izada en el cuartel de estas fuerzas (3); ya se habían roto las hostilidades, y la ciudad toda era un verdadero campo de batalla.

Una vieja pieza de montaña muda ya desde hacía más de 40 años, recordaba sus buenos tiempos haciendo fuego sobre la Plaza de Toros, para impedir que allí pudiesen impunemente concentrarse los revoltosos e intentar un ataque a fondo; ametralladoras y fusiles servidos por las escasísimas fuerzas que habían quedado en el cuartel de Artillería, no cesan de disparar contra los marxistas que, aprovechando la salida de las fuerzas, habían desencadenado contra aquel un ataque violento y sistemático, desde las casas y huertos próximos y desde la estación del ferrocarril, Puerta Nueva, y otras partes; la Infantería del Ejército, que, al grito de ¡Viva España! saliera de sus cuarteles, bate briosamente a los rebeldes en la Plaza de Armas, demostrando en todo momento ser digna de llevar el nombre de "Infantería Española"; la de Marina tiene a raya a los de su zona, y domina por completo el barrio de Esteiro (4); los artilleros luchan bravamente en toda la parte E. de la ciudad hasta el muelle, protegiendo la Comandancia Militar, Capitanía General y Ferrol Viejo; baten con sus tiros el muelle (impidiendo así la llegada por mar de refuerzos que esperaban los del Ferrol), y dominan igualmente las escuelas de marinería que era necesario vigilar, y Brigadas de Instrucción sublevadas también.

El eco no lejano del ininterrumpido tiroteo de la ciudad, y el más próximo de los disparos procedentes de los barcos de guerra que comenzaban entonces un nutridísimo fuego de fusil y ametralladoras, llega hasta la habitación aquella en donde el General Azarola acababa de pronunciar su sentencia de muerte, inhibiéndose en una contienda en que se jugaba, con la salvación de España, el honor de su Ejército.

Alarmado Azarola, se asoma a uno de los balcones de la Comandancia del Arsena seguido de Uriarte y demás acompañantes, y, al ver sobre la cubierta del España y Cervera a los marineros empuñando los fusiles, profiriendo gritos y tiroteando al Velasco, pregunta:

-¿Por qué disparan?

-Se ha sublevado la dotación del España -contesta el Ayudante Mayor.

-Ya ve V. mi General -dice a su vez Uriarte- como he acertado. Y lo peor es que ahora ya no se puede hacer nada. Nos han ganado la mano y... ahora... a defendernos como podamos.

-Bien -dice Azarola- ahora... ya nada. Hagan Vds. de mi lo que quieran. Deténgame V.... aunque yo les agradecería me dejasen aquí porque tengo a mi mujer enferma. Con todo, desde este momento, me considero detenido.

-No, yo no tengo órdenes de detención contra Vd. Lo que estoy pensando, es como voy a salir de aquí.

-Yo le aconsejo que no se vaya. Y dicho esto, Azarola se retiró a sus habitaciones.

Continuaba el tiroteo por todas partes: volver a la ciudad era exponerse a una muerte segura: ¡Uriarte, estaba poco menos que sitiado en la Comandancia del Arsenal! Allí se quedó por el momento, comenzando la defensa de aquello con pocos hombres y escasas municiones que pronto se agotaron. Solicita telefónicamente (5) del parque el envío de algunas cajas de proyectiles, que llegaron... cuando ya el peligro no era tan inminente: a las diez de la noche y... media hora antes cesara el tiroteo.

Protegido por la fuerza que en un camión blindado (6) se acercara al Arsenal para custodiar las seis cajas de municiones servidas por el parque de Artillería, pudo al fin, salir Uriarte de la casa-residencia de Azarola, que quedó ya desde aquella noche, convertida en baluarte de defensa, guarnecida por una sección de Intendencia con dos ametralladoras mandada por el Teniente Fernández Herrerín, por los Tenientes de Artillería Pelayo y Montenegro con ametralladoras también, y por algunos otros patriotas pertenecientes a la marina de guerra.

El resto de la noche del 20 al 21, transcurrió en en un ininterrumpido paqueo dentro de la ciudad, y en un constante movimiento de tropas, que parecían multiplicarse para aparecer en todas partes.


(1) Sobre todo en la plaza de Amboage donde tiene que utilizar bombas de mano para tomar la casa de Bueno, directivo socialista.

(2) Como dato curioso revelador de la escasez de personal, anotaremos que los tres camilleros improvisados, eran músicos.

(3) La consigna entre los rojos era izar la bandera tricolor; e izada ésta en el cuarte el domingo, como estaba mandado, nadie, con tanto lío y confusión, se acordó de arriarla el mismo domingo, apareciendo por tal motivo izada el lunes.

(4) Del valeroso y leal comportamiento de estas fuerzas, habla bien claramente, el siguiente radiograma del Generalísimo al Vicealmirante de la Base Naval de Ferrol: "Enterado brillante comportamiento fuerzas Infantería Marina en los combates sostenidos en Arsenal de Ferrol y Carraca, le envío el entusiasta saludo de este ejército que ve con alegría como sigue la gloriosa tradición de tan brillante cuerpo, que una vez más, ha demostrado su eficacia y razón de ser, y cuyo premio ha de encontrar en nosotros su más ardientes defensores". "¡Viva España! y ¡viva la Infantería de Marina!"

(5) ¡Cosa rara! Los teléfonos funcionaron siempre admirablemente en Ferrol, y en casi todas las demás capitales de Galicia.

(6) Verdadero "coche fantasma" que aparecía en todas partes, causando gran sensación a los rebeldes. Coche blindado, construido previsoriamente por los artilleros, que prestó grandes servicios. Sale con el Capitán Calleja; acude a municionar a los marineros que estaban en las oficinas del Arsenal facilitando al mismo tiempo la salida del Comandante Uriarte; llega hasta Fene con la columna que el día 22 salía contra Puentedeume, y desempeña, en fin, otros muchos servicios, que le hacen merecedor de un ascenso.

**********

Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

No hay comentarios: