lunes, 15 de marzo de 2010

Escarabote

Por su proximidad a Boiro, acusa Escarabote la influencia del sector aquel en el campo social, aunque ofreciendo matices propios, y superando otras los avances revolucionarios que allí hemos advertido.

Al mismo tiempo casi que nacía en Boiro la "Fraternidad", aparecía en Escarabote -parroquia de aquel municipio y núcleo marinero más importante del mismo- un sindicato de "Oficios Varios" afecto a la U. G. T., y organizado por el que, durante algún tiempo, fuera el terror de aquellos lugares, conocido por el remoquete de "Pico de Oro".

Ocupa la presidencia de este sindicato Antonio Lago que, en unión del anterior, llegó a creerse el amo del pueblo. También desde luego algunos secuaces que celebran y secundan a veces sus "matonadas", y ensayan la "Internacional", que cantan luego los chiquillos, porque la oyeron cantar a sus padres y educadores.

Dura poco sin embargo la colaboración de Lago y "Pico de Oro" secretario del sindicato. Surgen desavenencias entre ellos, y es Antonio Lago quien primero salta de la Sociedad, para volver muy pronto y expulsar definitivamente de ella a "Pico de Oro". Empero, éste no se resigna a aparecer como soldado de filas, y funda el "Centro Republicano", que le permite lucir de nuevo ante sus vecinos los entorchados de jefe.

Por este tiempo, ya los elementos de Boiro empiezan a ejercer dominio sobre el Sindicato de Escarabote, y estas dos fuerzas, unidas en nutridísima manifestación, pusieron un día fuera de combate a la nueva organización de "Pico de Oro", arrancando y haciendo desaparecer la bandera que flameaba en el Centro Republicano.

También el Sindicato, transcurridos dos años de existencia en que envenenó a sus afiliados con disolventes doctrinas y los engañó con promesas utópicas, recibe, con el resultado francamente adverso de las elecciones de 1933, un mazado terrible, que echa por tierra los entusiasmos de los dirigentes, y acaba con la confianza de los dirigidos.

Cesó ya toda aquella algarabía callejera de las noches del 31 y 32; callaron los insultos a la Religión y personas decentes; no se oyen tampoco los cantos insultantes y soeces de improvisados trabajadores; el Sindicato, clausurado su local, parece muerto, y una vez abierto aquel de nuevo... muerto parece también; pero... no estaba sino dormido.

A despertarlo vinieron las actuaciones sectarias de los Maestros Nacionales del pueblo, Martínez Virel y Álvarez Gantes, que, con sus propagandas dentro y fuera de la escuela, conquistaron para si el título de "hombres funestos de la comarca" con que nos fueron presentados.

El Sindicato reanuda sus trabajos de afirmación de unos, captación de otros y descristianización de todos. Ha avanzado ya un poco más su trayectoria política; rompió sus compromisos con la U. G. T. y pasa a depender de la C. N. T., llegando, con la persuasión de la fuerza, a tener en sus listas más de 600 socios al estallar el Movimiento salvador de la Patria.

Los últimos tiempos de este Sindicato, son de una actividad difícilmente superada por la de ningún otro del mismo género en poblaciones rurales: gran concentración en el monte de la Amanecida el día 1º de mayo; manifestaciones constantes; mítines muy frecuentes con asistencia casi siempre de los mineros de Lousame; exaltación de la maldad, sobre todo en el local social en donde se decían las mayores atrocidades, y... ambiente en fin cargado de odio y rebeldía, que trascendiera ya a la calle, y se manifestaba, entre otras cosas, en la caprichosa detención de todos cuantos coches circulaban de noche por la carretera que atraviesa el pueblo, y en el registro y cacheo de sus ocupantes.

Así las cosas, llegan los primeros días del Movimiento.

Nada hay que anotar en los días 18 y 19 de julio que en otros pueblos de la región habían sido ya de acontecimientos extraordinarios: ¡los gritos de "U. H. P." "Viva el Comunismo" y otros por el estilo, eran aquí muy frecuentes!

La verdadera anormalidad empezó en Escarabote el día 20 con la requisa de armas, registros domiciliarios y saqueo de comercios, en los que, cuando pagaban, lo hacían con vales del sindicato.

Así transcurren los primeros días, observándose además un constante ir y venir de camiones cargados de escopeteros que, muchas veces, disparaban al paso contra la casa de los señores Crusat, a los que habían hecho objeto predilecto de sus iras e insultos. Había en esta casa tres hombres jóvenes a los que, no sin razón, consideraban los revoltosos como elementos desafectos y peligrosos, y que fueron los primeros que -en unión de Óscar Torrado, soldado de la guarnición de Oviedo que en su casa disfrutaba de un permiso de verano- se unieron a las fuerzas libertadoras.

Nada tuvieron éstas que hacer en Escarabote en los primeros momentos, ya que los revoltosos, advertidos de su proximidad, huyeron a la desbandada, cogiendo unos el camino del monte, e internándose otros en el mar.

Virel y sus secuaces se dirigieron a Cabo Cruz en donde, con los primates revolucionarios de Boiro, embarcaron en una motora que les condujo a Palmeira y luego a Insuela, en cuyos puertos recogieron a Venerando Porteiro, Antonio Pérez, Antonio Domínguez y otros dirigentes de la Puebla, para con ellos buscar la salvación en la fuga.

Tal fue, afortunadamente, el término de una etapa en que, con el mayor descaro, se ensayaban en este pueblo -en otro tiempo honrado y laborioso- las prácticas todas de la revolución y el soviet, empezando por los atentados contra Dios, la Religión y el derecho de propiedad, y acabando por las destructoras acometidas que a muchos hogares y familias venía dirigiendo el fantasma del "Amor libre".

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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