sábado, 6 de marzo de 2010

Noya: preparativos de fuga

¡No se necesitaba tanto para acabar con el valor expirante del famoso Capitán de Carabineros! Antes ya de la visita de los hidros a Noya, hubiera acaso rendido la plaza si la desgracia no le persiguiera.

Cuarenta y ocho horas hacía que, a las alturas de San Justo, habían llegado dos coches ocupados por un pelotón de artilleros, que mandados por el Teniente Quesada, salieran de Santiago en viaje de exploración. El Capitán tenía centinelas apostados en lugares estratégicos de la carretera. Uno de estos, Enrique Fernández que iba provisto de un anteojo pedido al Ayudante de Marina por orden del alcalde, al ver avanzar gente armada en dirección a Noya, corrió a enterar al Capitán. Este, sin pérdida de tiempo, llama a un Cabo de Carabineros y le encarga que, con dos números, salga inmediatamente a parlamentar con los artilleros.

Allí se hubiera terminado seguramente la resistencia de la Villa, pero quiso la mala suerte de unos y de otros que no llegase a celebrarse el parlamento, pues los artilleros, cumplida su misión y viendo que la noche se echaba encima, habían regresado ya a Santiago.

Esto desazonó un poco al Capitán que, viendo fracasado este medio de arreglar una situación que ya iba resultándole demasiado enojosa y comprometida, se dio a la tarea de ultimar los preparativos de la huida. Requisa de ropas de cama y víveres en abundancia; hace acopio de dinamita y manda preparar en la playa de Testal seis motoras, con intención de salir por mar, si la llegada de las tropas del Ejército no le daba tiempo a escapar por tierra.

Estas actividades fueron observadas por el Teniente de la Guardia Civil Sr. Ruiz Rubio, quien las puso en conocimiento del Comandante Militar de Santiago, valiéndose del guardia forestal jurado José Moreiras, que con gran desprecio y peligro de su vida, marchando por senderos ocultos, atravesando los montes del término de Negreira y burlando siempre la vigilancia roja, cumple la difícil misión que había de traer como resultado el envío a Noya de los hidros a que antes nos hemos referido, y que fueron en fin de cuentas, los que sembraron el desconcierto, y decidieron la huida del Capitán y principales responsables de la resistencia en aquella Villa.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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