martes, 2 de marzo de 2010

Noya: sigue la concentración y aumenta el peligro; cuarteto de Brigadas y Sargentos.

El día 19 habían llegado ya los elementos avisados la última noche por el alcalde y demás "alguaciles", pudiendo darse por terminada la concentración en Noya donde se encontraban ya unos cuatro mil hombres aproximadamente, dispuestos a defender la bandera marxista con las armas que les proporcionara el Ayuntamiento, mientras las circunstancias no les aconsejasen otra cosa (1).

Entre tanto el Teniente de la Guardia Civil, desconfiando de las fuerzas de carabineros al no ver a ningún individuo de este Cuerpo por la calle durante los dos últimos días, y deseando saber a que había de atenerse, se dirige al cuartel de carabineros, cuyas puertas encontró cerradas con llave, cerrojos y aldabas. Llama una y otra vez y le abren al fin, encontrando allí al Capitán, Teniente, clases e individuos que componían la dotación de Noya. Conversan acerca del momento, y de las palabras del Capitán deduce que éste fingía desconocer el alcance e importancia del Movimiento revolucionario, en una comarca que tenía por centro Noya, a la que afluían los sindicatos de Boiro, Rianjo, Puebla, Ribeira, Son, Muros, Outes, Mazaricos y Lousame con su población minera.

Sin duda alguna el Capitán de Carabineros pretendía, con su ambiguo lenguaje, ganar tiempo para que se le fuesen uniendo los carabineros de las diversas secciones de la compañía de Noya. Si así fue, lo consiguió ampliamente.

La sección 2ª compuesta por los carabineros de infantería y marinos de Muros, Lira y Esteiro, estaba ya en Noya el día 20, así como también la 4ª integrada por los puestos de Noya, Freijo y Son. Faltaban solamente la 1ª y 3ª secciones, que entraron en la villa, el día 21 a las nueve y media de la mañana la 1ª, formada por los puestos de Corrubedo, Sta. Eugenia, Puebla, Boiro, Rianjo y Padrón; y al día siguiente 22 la 3ª, constituida por los de Corcubión, Cee, Finisterre, Mugía y Camariñas.

Contaba esta compañía (3ª de la provincia) con un total de 90 hombres aproximadamente que fueron alojados, parte en el Cuartel de Carabineros de Noya, y el resto en la Casa Ayuntamiento.

Allá estuvieron unos y otros sin saber a que atenerse y sin conocer ni barruntar siquiera muchos de ellos los propósitos del Capitán, que formaba rancho aparte con los Tenientes de Noya, Puebla y Muros, prescindiendo en sus comentarios y conciliábulos, no sólo de la tropa, sino de las mismas clases que, disgustadas, trataron de oponer al de Capitán y Tenientes, otro cuarteto de Brigadas y Sargentos, integrado por los Brigadas de Corcubión, Puebla, Riveira y el Sargento de Cee, que cambian impresiones entre sí, abundando todos ellos en amargas censuras contra los que trataban de proceder aisladamente y por su cuenta, en un asunto que podría traer fatales consecuencias.

Había que empezar a trabajar... y para ello se trasladan al Cuartel de Carabineros con objeto de explorar el sentir de las fuerzas allí alojadas (2).

Algo debió desconfiar el Capitán, pues cuando estos se entrevistaban con algunos de sus compañeros allí alojados, se presentó aquél de improviso, y encarándose con los visitantes les preguntó:

-¿Qué pasa aquí?

-Queremos conocer la situación en que nos encontramos. Además mi Capitán, dice uno de ellos, nos hemos enterado por un Carabinero de Corcubión de que Vd. quería marcharse con la fuerza, en barcos preparados en el puerto de Muros, y eso...

-Eso... lo sé yo y basta. Con eso no me dicen Vdes. nada. Pero el que quiera seguirme... que me siga.

Sólo cinco o seis individuos se manifestaron decididos a ir con él hasta el fin; los demás... se quedaron como petrificados ante las palabras del Capitán que continuó:

-Nada, Sres.: tal vez haya que marcharse; pero antes, hay que hacer frente a la fuerza que viene de Santiago. Ya sé que costará algunas bajas, pero ya procuraré que sean las menos posibles.

Al oír esto, el brigada de Riveira D. Manuel Prado Guerra, hablando como padre, habla también como patriota y contesta:

-Mi Capitán... Yo tengo un hijo sirviendo en Artillería como voluntario del Ejército, y... ¡yo no disparo contra mi hijo!

-Aquí no se juega con dos barajas, dice el Capitán; y... se fue, dejando preocupados a todos, y más decididos a muchos a cumplir lo que ya habían acordado: no disparar contra ningún uniforme, pasase lo que pasase.

(1) Hubo un momento en que las circunstancias aconsejaron "tirar las armas y echar a correr".

(2) Ellos estaban alojados en la Casa-Ayuntamiento.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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