viernes, 5 de marzo de 2010

Noya: aviones a la vista

En esto, aparecen en el horizonte dos hidros que son recibidos con demostraciones de júbilo y puños en alto por la muchedumbre congregada en los alrededores del Ayuntamiento, y por parte al menos de los carabineros formados todavía en la puerta de la Villa. Los hidros volaban bajísimo, lo que contribuyó sin duda a hacer creer a los marxistas que venían mandados por el Gobierno de la República. Dieron unas vueltas sobre la villa, y después de soltar unas proclamas invitando a la rendición, no quisieron marcharse sin hacer saber a los rojos los argumentos que habrían de emplear, siempre y cuando para convencerlos no bastasen las proclamas: sueltan de pasada tres bombas de insignificante potencia, y que parece no traían otra misión más que la anotada. Cayó la primera sobre la casa de D. Luis Agra Tafal, estallando en el tejado sin que hubiese causado daños apreciables; la segunda en la Puerta de la Villa sin que hiciese explosión, y la tercera en el Campo de la Feria.

Preguntábamos nosotros a un testigo presencial por el efecto que causaran las bombas entre los revoltosos de Noya, y nuestro interlocutor, echándose las manos a la cabeza en ademán harto expresivo, nos contesta:

-¿Usté veu escapar os pardillos d'unha xaula?... Contestación que es todo un poema en que se retrata y se refleja la valentía de nuestros revolucionarios, tan diestros siempre en el grito salvaje y en el insulto constante a personas e instituciones inofensivas.

Los hidros, cumplida su misión, hicieron rumbo a su Base, sin que en los primeros momentos de su partida se cuidase nadie de despedirlos. La efusión con que habían sido recibidos no aparecía por parte alguna. Los puños y sus propietarios habían buscado cobijo en lugares donde no fuera fácil estar a la vista de los alados visitantes. Sin embargo... alguien hubo que, dándose cuenta por el ruido ya lejano de los motores, de que los pájaros se marchaban, se atrevió a asomarse a una de las ventanas del Ayuntamiento para saludarlos con unas ridículas salvas: ¡el segundo teniente alcalde D. Francisco Martínez, al volver del susto que le produjeran las bombas de los mensajeros..., se encontró con el cargador de su pistola completamente vacío!

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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