miércoles, 10 de marzo de 2010

Sierra de Outes: actos vandálicos

Tres días transcurren..., días de inquietud e incertidumbre para la fuerza y vecindario, obligados a contemplar el continuo ir y venir de hombres armados que, con la sensación de peligro, dan también la de la más absoluta desorientación.

Es el día 21 de julio, y al amanecer de este día, antes de que el sol iluminase el horizonte, fue este iluminado por los siniestros y rojizos resplandores de una hoguera inmensa, en la que se consumían las campanas, las imágenes sagradas, las vestiduras y objetos todos del culto que habían sacado de la capilla "del Santiaguiño" en la Sierra de Outes, cuyo local fue luego convertido en Cuartel General de los Rojos. ¡Allí quedaba la bandera roja, heraldo de la mentira, sobre las alturas aquellas, desde las cuales la voz de Dios llamara tantas veces a los hombres, para enseñarles la senda de la verdad!

No se habían saciado con esto los instintos iconoclastas de los sacrílegos, y de allí se trasladaron al Puente de D. Alonso en donde repiten las salvajadas de la sierra, siendo ahora la capilla de Nuestra Señora del Puente la que sufre los efectos de la destrucción y quema de imágenes y objetos de culto.

Como principal dirigente de los revoltosos de la Sierra figuraba un tal Maximino Martínez Fernández que, como casi todos los valientes del sector de Noya, buscó la salvación en la huida, escapándose con los carabineros traidores, dejando la Sierra tranquila, y abandonadas y dispersas sus huestes, que son siempre las que pagan, a veces los crímenes que no han cometido, y siempre el delito de una fatal e incomprensible credulidad.

Cuatro muertos, siete desterrados y 30 prisioneros era, en el momento en que tomábamos estas referencias, el resultado que contaba en su haber la revolución de julio en la Sierra.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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