sábado, 15 de mayo de 2010

La Falange de Vivero y otras Milicias

Actuó muy eficazmente desde los primeros momentos de su organización, unas veces, bajo el mando inmediato de su jefe don Ramón Pita, otras, a las órdenes de fuerzas armadas, y siempre, con el brío y entusiasmo que a las almas buenas inspiran siempre las causas justas.

Así, el 15 de agosto, una patrulla de fascistas mandados por Pita, obligan a rendirse en las Grañas, a dos soldados (1) de Artillería, que con otros compañeros habían desertado, y se hallaban refugiados en una casa. Posteriormente, en las montañas de Ferreira, capturan, en expedición con la fuerza pública, a un marinero, desertor de un barco de guerra, hiriendo a otro soldado de Artillería, al que hacen prisionero y envían luego al Hospital de Ribadeo; y el 17 de agosto, queman los atributos masónicos (escuadras, martillos, espadas, etc.) que habían sido hallados en la casa del Pueblo, en donde además, habían antes recogido una caja conteniendo las Sagradas Formas, robadas probablemente del Sagrario de la Iglesia de Faro, que apareciera sacrílegamente profanado.

Otras muchas acertadas intervenciones tuvo en la retaguardia la Falange de Vivero, muchos de cuyos componentes había de demostrar luego en vanguardia que sabían batirse como los mejores.

La idea Carlista, que en Vivero mantenía el cronista D. Luis Noya, fecundizada con la sangre de los caídos en cien combates, ofrece a la Villa en noviembre del 36, sus frutos de esperanza y de promesa: los Requetés Vivarienses, que bien pronto habían de ser consoladora realidad en los campos de batalla.

En noviembre, también el poeta Francisco Leal Insua, con la colaboración de los obreros Jesús Álvarez y Vicente Gómez, ve coronados sus trabajos de patriotismo, con la formación, entre la clase proletaria, de un frente Antimarxista.

Esta labor de catequesis obrera, conveniente en todas partes, resultaba en Vivero absolutamente necesaria, ya por el grado de intoxicación y envenenamiento ideológico-social a que habían llegado sus trabajadores (2), ya por la mayor proximidad de los mismos a la zona roja de Asturias.

(1) Estos soldados que desertaron con armas, intentaban pasarse a los rojos de Asturas en compañía de algunos otros, de los que se habían separado por diferencias de criterio acerca del itinerario.

(2) Después de varios meses de continuos fracasos entre los "suyos", levantaban todavía el puño, saludando el paso de los aviones rojos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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