viernes, 7 de mayo de 2010

Sarria: la Guardia Civil en la calle; detenciones; registros; tranqulidad absoluta; operaciones en el extrarradio; primeras autoridades

Mientras se desarrollaban los sucesos que acabamos de relatar, la Guardia Civil había permanecido acuartelada, teniendo debidamente organizada la defensa de la casa contra un posible intento de asalto por las turbas; pero al enterarse de la declaración del Estado de Guerra en la provincia, sabe ya a que atenerse, y el Comandante de la fuerza comunica inmediatamente al Alcalde que desalojen el Ayuntamiento, y depongan todos las armas. ¡Contestación digna de mejor causa la del Alcalde!: -La única autoridad en el pueblo soy yo, y me resistiré hasta morir.

Efectivamente, parece que la resistencia va a ser heroica y digna de figurar al lado de la de Numancia.

En el Ayuntamiento se habla, no sólo de resistirse, sino ya de tomar la ofensiva asaltando el Cuartel de la Guardia Civil. ¡Si los guardias tiraran con serpentinas!... pero, lo más seguro es que tiren con balas y... ¡cualquiera se atreve! Hay sin embargo uno, Casiano Quintana, que se ofrece a pasar en un coche por frente al Cuartel y arrojar al paso una bomba contra la puerta del mismo como iniciación del ataque. Pero... ni con eso prosperó el acuerdo.

Más fácil es, y menos peligroso, asaltar los comercios. Más fácil, y... más lucrativo. Para esto sí que hay innumerables voluntarios, y los asaltos se llevan a cabo entre la gritería ensordecedora de los asaltantes.

Poco dura sin embargo el trabajo, y bien pronto los gritos de: ¡Abajo los burgueses, mueran los capitalistas! etc. son sustituidos por otros más apremiantes de: ¡Ojo camaradas: que viene la Guardia Civil!

Efectivamente, era la una de la madrugada cuando la Guardia Civil enterada de que las turbas estaban asaltando tiendas y comercios, subía camino del Ayuntamiento, con el decidido propósito de apoderarse de él; y acabar con aquella situación.

Aventurada era la empresa, dado el gran número de hombres que lo defendían y merodeaban vigilantes por sus alrededores; pero quiso la Providencia que los revoltosos, poseídos de un pánico indescriptible a presencia de la fuerza, huyesen tan velozmente como les permitieron los medios de transporte con que contaban, dirigiéndose la mayor parte de ellos hacia Castro de Rey.

A las tres de la madrugada, la Benemérita era dueña del Ayuntamiento en donde encontraron cartuchos, algunas bombas y una caja de dinamita de la que los rojos habían robado en el polvorín de Samos.

Desde este momento, ya no volvió a alterarse el orden en la Villa de Sarria. El día 21, las casas de algunos significados extremistas fueron sometidas a un minucioso registro, encontrándose en la del Alcalde un pequeño depósito de armas, que sirvieron luego para dotar, en los primeros momentos, a las fuerzas de Falange que, organizadas, prestaron valiosísima ayuda a la actuación de la Guardia Civil, dentro y fuera de la población.

Algunos pueblos de la comarca en donde no había fuerzas, o a donde llegaron, ya en plan de refugiados, los elementos huídos de Sarria y otras poblaciones de más importancia, seguían todavía resistiéndose y cometiendo algunos desmanes. Para someterlos, salieron de Sarria Guardias y Falangistas, que llegaron en sus incursiones a Incio, Láncara, Paradela y Triacastela, recogiendo armas y organizando las personas afectas al Movimiento. En los últimos días de julio toman parte también, con fuerzas de Lugo (Capital) en la operación de batir en las parroquias de Villamayor (Sarria) y Castro de Rey (Paradela) diversos focos rebeldes, que dirigidos por el Alcalde de Sarria, se habían atrincherado en los lugares aquellos, que abandonaron luego huyendo hacia Taboada y Puertomarín, después de haber atravesado el Miño. Días más tarde reanudan la persecución de estos grupos llevando a cabo numerosas detenciones, y desbaratando por completo las huestes del cabecilla Alcalde, que consiguió huir en unión de algunos otros dirigentes.

Las primeras autoridades de la Nueva España fueron en Sarria: D. Francisco Bullón Baladrón, Comandante Militar; D. Castor Gallego, Alcalde, y D. Eduardo Gómez, Gestor del Ayuntamiento.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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