sábado, 8 de mayo de 2010

Samos

Remanso de paz situado en la provincia de Lugo a muy pocos kilómetros de Sarria y a 40 de la capital; lugar santificado por los ayunos, vigilias y penitencias de los monjes de San Benito, que a toda la comarca habían llevado el perfume de las virtudes claustrales, cuya benéfica influencia se dejaba sentir lo mismo en la vida privada que en la vida social de los moradores, se vio no obstante envuelto entre las agitaciones político-sociales de la época, empujado a ellas por los dirigentes del "Centro Republicano", feudo de Casares Quiroga, y manantial fecundo de propósitos tenebrosos.

Benigno Leirado, principal dirigente del Centro Republicano en Samos al advenir el Movimiento, busca apoyo de los camaradas de Sarria, poniéndose en contacto con ellos por medio de Jesús Villanueva.

Los de Sarria, que en el Monasterio de Samos ven un objeto muy apropósito para cebar sus ansias incendiarias y satisfacer sus odios antirreligiosos, no tardan en hacer acto de presencia en el pueblo, en partida de unos 20 revoltosos, capitaneados por "Tirabeque" hermano del alcalde de la villa.

Llegan a Samos, doblada ya la medianoche del 19 de julio.

Aunque el principal objeto del viaje era (según parece) el Monasterio, entretenidos en desvalijar de los materiales propios de su industria al pirotécnico Dorado, a quien obligaron a ceder en beneficio de la revolución dinamita y otros artículos por valor de 2.000 pesetas, aquél no pudo ser tocado, ya porque se enterasen los revoltosos de que dentro de sus paredes había, a más de capuchas monacales, tricornios de Guardia civil, ya porque las sombras de la noche, cuya protección buscaban en su cobardía, iban alejándose acosadas por los albores del nuevo día.

A Sarria tornaron pues las huestes de "Tirabeque", pero... para volver a las pocas horas entrado ya el día 20, con fuerzas reforzadas y no mejores intenciones.

La Guardia civil de Triacastela que hiciera noche en el Monasterio, corta en seco los propósitos de los expedicionarios, y "Tirabeque" manda retroceder a su pandilla, no sin antes amenazar a los civiles, diciéndoles con aire de niño malhumorado y caprichoso: -Ahora veréis: ¡Se lo voy a contar todo a mi hermano! Fue... y no volvió.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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