sábado, 26 de junio de 2010

Bueu: estado social; sucesos de julio; primeras autoridades

El Ayuntamiento de Bueu integrado por sólo tres parroquias, Bueu, Cela y Beluso, pero con una población considerable, pudo haber dado mucho juego en la revuelta de julio, debido al carácter marcadamente avanzado de las agrupaciones obreras que allí tenían su sede.

Hallamos en Bueu la Sociedad "Adelanto Marinero", socialista en el orden político y comunista en el terreno social; Sociedad de "Oficios Varios", de tendencia más sensata que la anterior, afecta a la U. G. T., y "Sindicato Metalúrgico" tributario de la C. N. T. al igual que la Sociedad "Adelanto Marinero".

En Beluso había también una Sociedad de Agricultores que seguía unas veces las inspiraciones de la U. G. T., y otras las de la C. N. T. Esta Sociedad contaba con local propio, una magnífica casa donde celebraban -aparte del baile dominguero- una escuela nocturna (mixta) a la que acudía "Infancia anarquista" fundada bajo el patrocinio de la Sociedad, que, para la deformación de sus asociados, poseía además una Biblioteca compuesta de 400 volúmenes, que venían a ser otros tantos propagandistas de ideas revolucionarias y costumbres inmorales.

"Sociedad de Agricultores de Beluso", estaba en relación e íntimo contacto con el "Centro Comunista de Vigo", y sostenía correspondencia con organizaciones masónicas de España y el extranjero, siendo sus dirigentes los responsables principales de la profunda transformación y cambio radicalísimo de gentes marineras y labradoras que, en muy breve tiempo, pasaron de un estado de honradez y disciplina social admirables, al de intolerable insubordinación y relajamiento en que las encontró el Movimiento de julio.

Este, se manifiesta de modo especial en Bueu, a donde la industria conservera de las importantes fábrica Massó y otras, hacía converger en gran número, trabajadores de Bueu, Cela, Beluso y otras parroquias vecinas.

En los primeros días, 18 y 19, se entretienen los dirigentes de las sociedades en requisar -por mandato y bajo la dirección del Alcalde que pone a su servicio una pareja de carabineros- armas y municiones, y en reclutar los hombres que habían de utilizarlas.

El día 20, declarada la huelga general, abundan las coacciones contra los que querían trabajar porque necesitaban comer, y se organizan las expediciones armadas que han de subir a Pontevedra... si no se quedan en el camino.

En efecto, a las tres y media de la tarde de este día, sale para la capital en dos camiones la primera expedición, que llega a su destino capitaneada por el primer Teniente Alcalde Francisco Piñeiro.

Una hora más tarde, sale con igual dirección la segunda, compuesta de tres grandes coches que, detenidos en Marín y desarmados sus ocupantes, retornaron a las dos horas a Bueu con muy pocos hombres; los más prefirieron -temiendo acaso las burlas y rechiflas de los que los viesen llegar tan humillados después de una salida tan majestuosa y marcial- abandonar los coches, y regresar dando un paseíto por los montes.

A pesar de este inconveniente, y después de haberse declarado ya el Estado de Guerra, los revoltosos continuaron siendo en Bueu la única autoridad visible hasta el día 24, en que, tres guardias de asalto y tres marineros que llegaban de Marín enviados por el Sr. Bastarreche, fueron suficientes a imponer el orden y devolver la tranquilidad al pueblo. Los promotores principales habían huido ya el día anterior, no sin haber intentado antes cortar la carretera de Bueu-Pontevedra, lo que no pudieron ver realizado, pues la dinamita colocada en el puente de Lapamán, sólo consiguió hacer en él destrozos de muy poca importancia (1).

Estos elementos emboscados, no llegaron sin embargo a perturbar el orden impuesto en Bueu a partir del momento en que la media docena de soldados a que nos hemos referido antes, desfiló por sus calles en paseo triunfal; y Bueu, bajo la acertada dirección del primer Delegado de Orden Público -Alcalde más tarde- D. Camilo Davila y Davila, olvidó bien pronto los momentos de intranquilidad y angustia porque había pasado, para pensar solamente en la Nueva España, entregándose a ella con todo cuanto poseía en sus arcas, en sus graneros, y en las mallas de sus redes.

(1) Los fugitivos se refugiaron en los montes "Castrillón" y "Outeiros", a donde, en dos ocasiones por lo menos, fueron a visitarles algunos de los que, enmascarados aún, vivían tranquilamente en la planicie, para de aquellos recibir orientaciones y consejos. Estos elementos celebraron una reunión en el monte Outeiros y otra en Castrillón, a la que concurrieron unos 150 hombres, acordándose no reanudar el trabajo, y si obligados salían al mar los marineros, volver sin pesca.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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