martes, 1 de junio de 2010

Allariz

Allariz, a pesar de su proximidad a zonas en las que las propagandas marxistas habían dejado huella profunda, apenas si llegó a mancharse en las aguas turbias procedentes de tan hediondo manantial. La inmensa mayoría de sus habitantes eran gentes de orden, como lo demuestra el hecho de que de los 2.100 votos emitidos en febrero del 36, 1.800 fueron escrutados para las derechas.

Había sí, en el término Municipal, tres o cuatro sociedades agrarias de tipo socialista; pero éstas, a pesar del apoyo oficial, llevaban una vida precaria por falta de afiliados, que apenas se llegaban para cubrir los cargos de las directivas. En la Villa, no podía faltar tampoco la "Casa del Pueblo"; pero esta, venía a ser la "Casa del Presidente" y muy pocos más.

Hubo, sin embargo, en tiempos del F. P. -de febrero a julio- algunos atropellos, debidos, más que a ninguna otra cosa, al padecimiento del hígado que debía sin duda sufrir el Alcalde de Allariz, conocido por el significativo sobrenombre de "Tarabela": multas, encarcelamientos, registros, prohibición de procesiones, clausura del casino, etc. etc., que no llegaron con todo, a transformar el carácter del pueblo, poco aficionado a actuaciones extremistas y revolucionarias.

De lo dicho se desprende, que la revuelta de julio no había de encontrar ambiente en Allariz, y que la actuación de las Autoridades militares había de ser unánimemente secundada en la comarca.

Los pocos izquierdistas de la Villa permanecieron emboscados, sin atreverse a llevar a la práctica sus planes de ayuda al Gobernador de la provincia. Los de otras parroquias del sector, tampoco lograron hacer cosa alguna que merezca destacarse. Sólo en las aldeas de Santa Baya y San Mamed de Urrós llegó a organizarse una pequeña partida de 15 a 20 revoltosos que, en unión de algunos elementos de Allariz, Coira y Santa Marina de Aguasantas, pretendieron, sin conseguirlo, pasarse a la Capital de la provincia, para ayudar a sus camaradas en la lucha contra el Ejército.

El día 21 de julio se proclamó en la Villa el Estado de Guerra, y desde entonces, Allariz y su comarca sólo tuvieron un pensamiento: darlo todo, por salvar España.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.


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