miércoles, 2 de junio de 2010

Maceda

En Maceda (Villar de Barrio), llegó a concentrarse los días 20 y 21 de julio del año 36, casi todo el elemento revolucionario de la comarca. Para ello, bastó la actividad del líder comunista Benigno Álvarez González, asociado de una joven llamada Enriqueta Iglesias (a) "La Camarada".

Los sujetos en cuestión, para llevar a cabo el movimiento revolucionario que soñaran, no perdonan sacrificio alguno, ni reparan en desprenderse de unas cuantas pesetas, importe del alquiler de un auto (1) que traslade a Foncuberta, Baños de Molgas, Santa María de Bóveda de Limia y Villar de Barrio, a los emisarios encargados de pedir el envío de refuerzos.

Constituyen la embajada diplomática, Modesto Villar Fernández, Ricardo Lemos (a) "Plomo", Abelardo Sampayo, Antonio González (a) "Fallecido", "El Sardina", "El Cubanito", y algunos otros, presididos por Demetrio Álvarez González, hermano del Benigno.

Cumplida su misión en otras partes, llegan estos comisionados a Villar de Barrio, destacándose parte de ellos a las trincheras en donde trabajaban obreros del ferrocarril, y más tarde a Carril-chouso en donde existía una sociedad obrera, para la que llevaban una carta de presentación del Maestro Nacional Baltasar Vázquez. Hablan con los obreros, y consiguen de ellos se desplacen a Maceda, a donde llegan en número considerable y plan revolucionario, poco después de la media noche del día 20 (2).

Entraron en la Villa formando una verdadera algarada de gritos salvajes, entremezclados con numerosos disparos (3), que sembraban el terror en todo el vecindario.

Con su bagaje de armas y dinamita, se trasladaron luego a la Sociedad de Agricultores (4), donde algunos de ellos se dedicaron a la confección de bombas, que habían de utilizar más tarde contra las casas de Bernardo Rodríguez, Jaime Lage y otras.

No se crea sin embargo que a estos actos de barbarie y otros cometidos en Maceda después de la llegada de los obreros de la vía, fueron ajenos elementos revolucionarios de la Villa. Nada de eso; en la Villa esperaban a los expedicionarios, y se unieron a ellos, numerosas partidas de casa, con elementos tan significativos como Manuel Senra Delgado, Lisardo Leal, el Dómine Baltasar y Guillermo Pérez Conde que, en sus prédicas, alentaba y excitaba a las masas a que cometieran mayores desmanes, que habían de terminar con el saqueo y quema del pueblo, cuando llegase el momento oportuno. Ahora, lo que urgía, era reducir otros pueblos al estado de pánico y aplanamiento en que quedaba Maceda, para matar en ellos todo conato de reacción. Por eso, a las tres de la mañana del 21, se encaminan los revolucionarios a Foncuberta (4) y de allí a Baños de Molgas, a donde llegan acompañados de dos sacerdotes, D. Braulio Iglesias Iglesias y D. Francisco Novoa, detenidos por los rojos cuando se dirigían a Vide con objeto de asistir a unas funciones de funeral. En el trayecto de Vide a Molgas, fueron cobardemente insultados los Sres. Iglesias y Nóvoa, y atormentados por sus verdugos con el anuncio de fusilamiento inmediato, para lo cual fueron llevados hasta la boca del túnel que existe antes del viaducto, lugar escogido para la ejecución de la sentencia.

Sin embargo, el atropello no se consumó. Los rojos se sintieron humanitarios, y se contentaron con llevarlos prisioneros, después de lanzarles una soflama por boca de Antonio Souto Nieto, que, dirigiéndose a ellos, les dijo que "había que colgarlos de la cuerda de la campana, por andar engañando a gentes ignorantes".

Pero... ¡no habían terminado los sustos y peligros para los inocentes prisioneros! Ya en Baños de Molgas, Andrés Gálvez López, Vice-Presidente de la Sociedad de Corrichouse, se encara con D. Braulio Iglesias, y, colocándole la pistola a la altura del pecho, le dice, que "sabía que era fascista, y que daba dinero para que matasen a él y a sus compañeros".

No pasó del susto tampoco esta nueva acometida, y, solicitados los revolucionarios por otras atenciones, dejaron este caso para ser ventilado más tarde.

Ahora hay que volar el puente nuevo con dinamita; saquear el balneario; recoger armas y acudir a Bóveda de Limia, en donde existe un peligro enorme para la causa revolucionaria: ¡el cura Párroco de Santa María, D. Joaquín Conde Cantón, que puede estar armado y... es necesario registrar la rectoral!

A ello se ofrece José Robles que, dando muestras de un valor ilimitado, acude -acompañado sólo de 30 hombres- al domicilio de D. Joaquín, y consigue, no recoger armas porque no las había; pero sí entrar a las habitaciones particulares del Cura, acompañado de dos valientes como él, mientras los demás hacen servicio de protección y vigilancia.

La voladura del puente nuevo, así como el saqueo del Balneario, no han llegado a realizarse porque, cuando se disponían a ello -en las últimas horas de la tarde del 21- cayó sobre Maceda el Capitán Navas, que saliera de Orense con una columna mixta, compuesta por más de 80 hombres, y ante la proximidad de las fuerzas, huyeron los revoltosos sin dejar tras de sí, ni la sombra siquiera de eso que se llama valor.

La columna Navas llegó en su labor de pacificación y limpieza hasta Villar de Barrio, encontrando alguna resistencia en los alrededores del Santuario de los Milagros, donde los rebeldes se habían atrincherado, después de haber cometido una serie de salvajadas, entre las que no faltó la tan repugnante de abusar de mujeres indefensas.

Las fuerzas del Capitán Navas regresaron a Orense con un importante botín de armas, municiones y 7 u 8 prisioneros, dejando Maceda y su zona totalmente pacificada, e incorporada al Movimiento Nacional.

(1) El precio del alquiler fuera concertado con el dueño del coche Manuel Parada (a) "Rufas", por el maestro nacional Baltasar Vázquez Fernández, tal vez porque... acaso entendiese algo de matemáticas.

(2) Hicieron viaje de Villar de Barrio a Maceda, en cinco camiones pertenecientes a las obras del ferrocarril, dos ómnibus de la empresa "Perille" y otro de la empresa "Mangana".

(3) Uno de ellos hirió el vecino José Ferreiro.

(4) En Foncuberta registraron, con amenazas y violencias, la casa del Prudencio Fariñas, llevándose una escopeta y un revólver.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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