domingo, 25 de julio de 2010

Cambados: los sucesos; asalto a la Casa Cuartel

Antonio Chaves del Río, Presidente de la C. N. T., reúne el día 19 a los afiliados de su Sindicato y, examinadas las circunstancias, acuerdan los asistentes, volver a reunirse al día siguiente en el local de Agrupación Socialista, para organizarse, de acuerdo con las demás entidades que integraban el F. P.

Efectivamente, el día 20, el local de Agrupación Socialista y U. G. T. de Cambados, es invadido por una extraordinaria concurrencia, en la que aparecen representantes de todas y cada una de las agrupaciones del conglomerado popular. Mucha animación, mucho entusiasmo y... acaso también muchos acuerdos, de cuya naturaleza testifican los hechos: al local de referencia fueros llevadas armas, y se transportó además cartuchería y pólvora de la Ferretería Otero, mientras el alcalde José Manuel Silva Losada salía para Pontevedra, de donde no tardó en regresar.

Traía ya sin duda órdenes concretas que se apresura a comunicar a Manuel Bugallo Martínez, de la U. G. T., Antonio Chaves de la C. N. T., Peregrino Pontevedra y José Varela Oubiña, a los que, a su regreso de la capital, convoca urgentemente y con los que acuerda la formación de comisiones y requisas de armas, que empieza inmediatamente a verificarse.

Al mismo tiempo el Sindicato "Oficios Varios" de Villalonga, por sus directivos y elementos significados Manuel Alonso, Faustino Vidal, José Trelles Piñeiro y Severino López Míguez, ordena la huelga revolucionaria, cierre de establecimientos y requisa de armas y cartuchería; Raimundo Douterelo García y otros movilizan, en sentido revolucionario, a los elementos de la "Fraternidad de Agricultores de Meis"; "Alianza Obrera de Castrelo", puesta en pie de guerra por su fundador y presidente José Muñiz Padín y otros significados, como Alfonso Permuy, Inocencio Padín Castro, Ángel Castro Padín y Serafín Pérez Ribeiro, decreta el abandono del trabajo (que impone aún a los afiliados valiéndose de amenazas) y procede a registros domiciliarios y otras violencias, fruto natural y lógico del ideario comunista que defiende; mientras en Sangenjo, las partidas que a instancia de los Alfonsos Vega y Rodrigo se habían formado, se entregan también a la misma tarea de la requisa, consigna general en aquellos días, dada por los gobernadores de las cuatros provincias gallegas.

En Cambados se habían ido concentrando durante el día 20 diversos grupos procedentes de los pueblos a que venimos refiriéndonos y aún de otros, como Villagarcía por ejemplo, que mandó a la capital del distrito a Aureliano Parejo González, escoltado por varios escopeteros.

Con todo, el día 20 transcurre sin que los revoltosos se decidan a cometer acto alguno de índole criminal; pero, al llegar la noche, después de haber cortado el alumbrado público, para, validos de la oscuridad, poder llevar a cabo el propósito que venían madurando y que en pleno día no se atreverían a realizar, se lanzaron al asalto del cuartel de la Guardia Civil defendido sólo por cuatro guardias, y algunos falangistas que aquel mismo día habían sido puestos en libertad por orden del Capitán Bernal, sacándolos de la cárcel del Partido, en donde el capricho y el odio a la idea fascista de las autoridades republicanas, los tenían encerrados. Tres guardias más había en Cambados, pero éstos cumplían -fuera del cuartel y situados en lugar estratégico- la misión de centinelas y vigías, al tiempo mismo que defendían el templo parroquial, de un posible y temido atentado.

Los defensores de la Casa Cuartel rechazan a tiros a los asaltantes que huyen, no sin dejar tras de si una muestra dolorosa y sangrienta de su barbarie: la esposa del cabo, comandante del puesto de Cambados, había caído, víctima de las mortíferas balas de los atacantes.

Esta desgracia ocurrida en los primeros momentos del asalto, movió a los defensores a solicitar urgente auxilio de la Comandancia de Pontevedra, de donde, a las doce de la noche, salían 20 números de la Guardia civil, que llegaron a Cambados hacia la una de la madrugada del día 21.

Una gran parte de los revoltosos había huido ya, saliendo la fuerza en su persecución, y sosteniendo con ellos en Castrelo un choque violentísimo, del que resultaron heridos ocho individuos pertenecientes a la partida revolucionaria.

En Cambados, ya no volvió a alterarse el orden, que, en días sucesivos, fue renaciendo también en los demás pueblos de la comarca, bajo los esplendorosos rayos del sol de la victoria, que alumbraba el nacimiento de la Nueva España.

Nombrado Delegado de O. P. y alcalde más tarde, el prestigioso y culto abogado D. Manuel Silva Núñez, la Villa de Cambado, bajo su acertada dirección, ha contribuido en forma tan espléndida con sus donativos y la sangre de sus hijos a la causa nacional, que ha logrado borrar por completo las salpicaduras de infamia, con que los locos de un día pretendieron mancharla (1).

(1) En marzo de 1937, había contribuido Cambados al Movimiento Nacional con 22.439 pesetas; 63 donativos en objetos de oro y una expedición de 31 camiones de víveres diversos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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