martes, 27 de julio de 2010

Villagarcía: sucesos de julio

Los espíritus rebeldes de Villagarcía no esperaban, como los de otros pueblos, a que surgiera un pretexto que justificara, en apariencia al menos, la adopción de medidas violentas y la confección de planes criminales.

Ya el 13 de julio, en reunión habida por los elementos revolucionarios en casa de Ramón Mondragón Cores, acordaron quemar los camiones de Francisco Santiago, y atentar contra la vida de algunas personas de Villagarcía.

El primero de estos acuerdos, fue consumado al fin el día 25 de julio en Cornazo, y si no se realizó el segundo, se debe a que los acontecimientos se precipitaron, poniendo en guardia a las presuntas víctimas, y desviando la atención de los tiranos hacia otros asuntos de vital importancia para ellos, como era por ejemplo, el de organizar la defensa de la ciudad contra las fuerzas del Ejército.

Para esto, el día 20 de julio, obedeciendo órdenes del entonces Gobernador de la provincia, se constituyó en el Ayuntamiento de Villagarcía un Comité de guerra, del que era figura muy destacada el diputado del Frente Popular Elpidio Villaverde, y del que formaban parte diversos elementos afiliados a la C. N. T. y a otros partidos. Pero antes ya, los días 18 y 19, grupos de individuos armados de fusiles, escopetas y bombas confeccionadas con cartuchos de dinamita visitaran, en requisa de armas, las casas de D. Joaquín Caamaño, Sra. Vda. de Fojo, Serafín Álvarez Bouzas y algunas otras de Bayón, Rubianes, Godos y otros lugares limítrofes a Villagarcía (1).

Antes ya también, había sido incendiado el Club-Nautico, y se había efectuado la recluta de paisanos y la requisa de vehículos que los transportara a donde fuese necesario (2), y antes igualmente, teléfonos, correos y otras dependencias públicas habían sido intervenidas y puestas bajo la vigilancia de la guardia roja.

El Comité de guerra, por consiguiente, encuentra -al iniciar su actuación- un pueblo dominado en absoluto por el frente popular revolucionario.

Una gran parte de los falangistas habían sido detenidos en la madrugada del día 19, y recluidos estaban en la prevención de seguridad; las fuerzas armadas de la población -insignificantes en número, relativamente a las del enemigo- totalmente desorientadas y forzosamente inactivas por falta de órdenes concretas y noticias exactas acerca de lo que estuviese ocurriendo en la capital de la provincia; los vecinos que no habían podido encontrar un refugio más seguro en otra parte, encerrados en sus casas, y el Comité de guerra... dueño y señor de vidas y haciendas.

Sin embargo, este Comité no estaba del todo tranquilo y satisfecho. La actitud de la Guardia Civil no acababa de convencerle. Sabía que todas las tentativas que había hecho el Alcalde Valentín Briones Rey, para conseguir la entrega de armas que se custodiaban en la Casa-Cuartel, se habían estrellado contra el admirable tesón del Teniente-Jefe de aquellas fuerzas Sr. Velay, a quien había de tentar por la astucia ya que no tenían valor para emplear contra él la fuerza, y ruegos y consejos habían fracasado.

Elpidio Villaverde, propone al Teniente de la Guardia Civil que admita en el Cuartel a diez hombres de toda confianza del Frente Popular, para que, con los guardias, "cooperen al mantenimiento del orden". Rechaza Velay esta proposición, y hace saber a los del Comité que, para imponer el orden en la Plaza, le sobraba con la gente que tenía.

Fracasado el Comité en sus intentos, llama repetidamente al Oficial de la Benemérita a la Casa Consistorial; pero él, que sospechaba de las intenciones de tan buenos amigos, lejos de acudir al reiterado llamamiento, redobla las medidas de vigilancia y defensa del Cuartel a donde hizo transportar su familia sacándola de la casa particular que, media hora más tarde, era visitada por un numeroso grupo de obreros armados, que acudían allí con objeto de tomar en rehenes a los moradores de la misma y presentarse con ellos ante el Cuartel para, de ese modo urgir la entrega del tan codiciado armamento. El nido estaba ya vacío, y esto, exasperó de tal modo a los revoltosos, que su malhumor trascendió al pueblo, a donde llega convertido en insistentes rumores de criminales represalias.

Se decía, entre otras cosas, que iban a ser quemados vivos los falangistas detenidos, rumor que, por conducto de un confidente, llegó hasta el Teniente de Seguridad con tiempo suficiente para que éste, jugándose la cabeza, pudiese acercarse a la prevención y sacar de ella a los muchachos de Falange, trasladándolos, una vez armados convenientemente, al Cuartel de la Guardia Civil.

Con esto, sin embargo, no había desaparecido del todo el peligro de que en Villagarcía corriese sangre de inocentes. En la cárcel estaban además unas veinte personas de significación derechista cuya vida peligraba y, velando por ella, D. Wenceslao González Garra, cuando mayor era el número de revoltosos que ocupaban materialmente los jardincillos que hay frente al Ayuntamiento, atraviesa, entre los gritos y amenazas de la multitud armada, y entra al Palacio Consistorial, ofreciéndose generosamente en rehenes para salvar la vida de los demás, aún con peligro de suya propia.

(1) Se distinguieron en esta patrulla Luis Doeste Mariño (a) "Perrón", y José García González (a) "Pepe Zapatero".

(2) En la comisión de estos otros delitos, tuvieron parte muy destacada Pando Rivero, Latorre y el "Gitano".

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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