martes, 20 de julio de 2010

La Cañiza

Libres La Cañiza y su comarca de organizaciones sindicales (1) -centros donde principalmente se fraguó la resistencia que encontró en Galicia el Movimiento Nacional- era de esperar que las continuas llamadas y excitaciones a la huelga general que hacía el Gobierno del Frente Popular, con objeto de oponerse a la acción salvadora de un Ejército levantado en armas contra la tiranía de los que a toda costa querían sovietizar a España, no habían de ser oídas ni habidas en cuenta por consiguiente, entre las pacíficas gentes de aquellos contornos.

No fue así sin embargo: habló Madrid el 18 de julio, y al día siguiente ofrecía La Cañiza el triste espectáculo de los pueblos dominados por los sicarios de la huelga y la revolución.

He aquí los hechos:

La alcaldesa, María Gómez González, puesta al habla con el Gobernador de Pontevedra, recibe de éste la orden de que fuese declarada en la Villa la huelga general, y se enviasen armados a la capital, todos cuantos hombres pudiesen reclutarse entre los adictos al Frente Popular.

Para urgir el cumplimiento de estas disposiciones gubernativas, se constituye en La Cañiza un comité del que, entre otros, forman parte Jesús Eugenio Pérez, secretario del Partido Socialista; Tirso Gómez Freijido, presidente de la Casa del Pueblo, y Justo Moure Giráldez, concejal del Ayuntamiento.

Este Comité, apenas constituido (2), declara la huelga general revolucionaria, y ordena, en unión de la Alcaldesa, la recogida de armas entre particulares. Dispone igualmente un servicio de vigilancia en las entradas del pueblo, y nombra incondicionales, encargados de hacer guardia permanente en correos y otras oficinas públicas.

Todos estos acuerdos fueron tomados y ejecutados en el término de dos horas, pues, a las cinco de la tarde, encontramos ya a los citados elementos del Comité camino de Pontevedra, a donde se dirigen en compañía de José Gil Álvarez, para conferenciar con el Gobernador.

Quiso su buena estrella -representada en esta ocasión por el miedo que tenían a las balas de los soldados- que no llegasen a Pontevedra en donde, "a tales horas (les dicen en Puenteareas) está corriendo la sangre por las calles". En Puenteareas pues dan por terminado el viaje, mas no su afán revolucionario que, de regreso a La Cañiza, manifiestan con más ardor si cabe.

Cosa muy importante era, por lo visto, el evitar que el pueblo pudiese enterarse de la rapidez con que por la Península iba extendiéndose el alzamiento de África. Por lo menos, así lo entendió Tirso, Presidente del Comité, que para evitarlo (y porque vio que lo hicieran también en Puenteareas) mandó recoger todos los receptores de radio que había en La Cañiza.

Además, (obrando por cuenta propia ya que no habían llegado hasta el Gobernador) los señores del Comité organizaron, con la Alcaldesa, una expedición de escopeteros a Vigo, expedición que salió a las once de la noche del día 20 en una camioneta requisada a su dueño Manuel Gallego, pero que no llegó a su destino con la rapidez que los expedicionarios se prometieran, porque, averiado en el pueblo de San Martín el coche que llevaban, hubieron de transbordar allí a otro vehículo que los condujo hasta Cabrales según unos, y hasta Vigo según otros, que dicen, arribaron a esta Ciudad a las cuatro de la mañana.

El día 21, hallándose reunidos en la Casa-Ayuntamiento los elementos principales del F. P. y algunas otras significadas personas de la Villa -a las que se les permitiera entrar con objeto de oír las noticias de la radio- llegó un Teniente con varios guardias de Asalto, que efectuaron la detención de los reunidos y procedieron al registro de la casa, en la que encontraron 39 escopetas, 3 pistolas, 800 cartuchos de caza, y cajas de municiones para pistola.

Aquí terminó la actuación de los revoltosos de La Cañiza, para dar paso a la justicia militar que, si había de mostrarse benigna con el infinito número de desgraciados que en pueblos y ciudades aparecieron armados de una escopeta, porque sus dirigentes no pusieron en sus manos una escoba o algún otro instrumento más inofensivo, había en cambio de ser inexorable con los verdaderos responsables, autores de las desgracias de muchos, y de sus propias desgracias.

(1) La "Casa del Pueblo", muy poco significaba en la vida social de La Cañiza.

(2) A las tres de la tarde del 20 de julio, se constituía en el Ayuntamiento, bajo la presidencia de Gómez Freijido.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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