lunes, 19 de julio de 2010

Puentecaldelas

La hermosa villa de Puentecaldelas ha pasado también por momentos de inquietud y zozobra en julio del 36, y ha visto su cielo cargado de amenazas que, afortunadamente, no llegaron a realizarse.

Radicaba en Puentecaldelas la Sociedad de "Canteros y Oficios Varios", de cuyo seno partieron los terroríficos acuerdos que intranquilizaron a las gentes honradas del pueblo y su comarca.

He aquí la relación sucinta de los hechos:

Desde el 19 de julio, los cafés del Cartero y Manolo Frade, venían siendo muy visitados por un numeroso público, ávido de conocer las noticias que Radio-Madrid servía por aquellos días a los españoles.

Varios vecinos de la villa -menos rojos o más curiosos- propusieron un día en el establecimiento de Frade, se buscase en el receptor la onda de Radio-Sevilla, viendo frustrados sus deseos, por la oposición terminante que encontraron en un Ingeniero o Topógrafo, gordo y de cara rubia.

El día 20 recorren las calles del pueblo, en patrulla armada, escopeteros llegados de Pontevedra con la orden de que se declarase la huelga general.

Recibe la tal orden la "Sociedad de Canteros y Oficios Varios" de Puentecaldelas, e inmediatamente dispone sea ejecutada, no sólo en la localidad sino también en los contornos, enviando para ello emisarios al Ayuntamiento de la Lama y a otros lugares, en los que obligaron (amenazando con sus pistolas) a que parasen los trabajos y cerrase el comercio, cometiendo además otros desmanes como el perpetrado con un Párroco, a quien, varios obreros de la parte de Tourón capitaneados por José Peón Peón, amenazaron, diciéndole que lo primero que habían de hacer era quemar la Iglesia.

En la mañana del día 21 se reúnen los obreros bajo la presidencia de José Vázquez Queimaliños, Adolfo Pérez de Vilarchán, Antonio Fariña, José Sousa Hermida secretario de la Sociedad y un tal Leiva, tabernero de la villa.

Comentan los reunidos la situación, y acuerdan volver a juntarse a las tres de la tarde de aquel mismo día en el Centro social, a donde habían de acudir, provistos ya de armas que "tenía que entregarles la Guardia civil" y le proporcionaría además un tal José Doval, de Tourón. Una vez armados, caerían sobre el pueblo, y llevarían a cabo el plan de saqueo y destrucción que propusieron los más exaltados.

Estos acuerdos, que al ser conocidos sembraron en el pueblo la intranquilidad más espantosa, no fueron sin embargo ejecutados, merced acaso a la intervención del Juez de Instrucción D. Eleuterio Divar y Divar, que, avisado por algunos vecino del desamparo en que se hallaba la villa por haber salido ya la Guardia Civil concentrada en la capital, pudo conseguir tornara a su base una patrulla de escopeteros que habían bajado de Pontevedra, y desistieran de sus propósitos los rojillos de la localidad.

Desde la noche del día 21, comenzaron a funcionar en bares y cafés los receptores de radio a la máxima potencia.

Las noticias y alocuciones transmitidas de Vigo, Pontevedra y otros pueblos dominados ya por las fuerzas del Ejército, contribuyeron en mucho a levantar el espíritu ciudadano en uno, y a apagar en otros los fervores revolucionarios, con lo cual, Puentecaldelas, recuperó muy pronto su aspecto normal, y comenzó desde entonces a laborar por la Causa de España, en la sorprendente medida que revelan los datos siguientes, recogidos en marzo de 1937:

Aportó en metálico pro Ejército, café, vestuario, fuerzas de Asturias y por otros conceptos, 30.040,10 pesetas.

En oro para el Tesoro Nacional, 120 gramos.

En víveres, 21.726 kilos.

En ropas, 663 prendas.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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