jueves, 29 de julio de 2010

Villagarcía: operaciones en el extrarradio

Unidas las fuerzas del Capitán Bernal a las del Comandante Revilla -y en virtud de órdenes recibidas del Coronel Sr. Múgica que se encontraba en el cuartel de la Guardia Civil de Villagarcía- salieron de esta ciudad con el intento de llegar a Cambados, limpiando de rebeldes los pueblos situados en las inmediaciones de la carretera, cosa muy necesaria, para que pudiese surtirse de víveres la población de Villagarcía.

La columna encontró ya el primer tropiezo a la salida del pueblo, junto al convento de Vista-Alegre, en donde hubo de sostener un pequeño tiroteo que le permitió avanzar unos trescientos metros más, al cabo de los cuales, un árbol corpulento intercepta la carretera, repitiéndose el tiroteo contra grupos emboscados, a fin de proteger la acción de la gente dedicada a despejar el camino.

Hecho esto, la fuerza, con ocho detenidos que cayeran en esta última operación, siguió su marcha camino de Cambados.

No había recorrido doscientos metros, cuando encuentra un nuevo obstáculo: otro árbol tirado a lo ancho de la carretera, impedía el paso en el lugar de Sobradelo. Nueva detención y tercer tiroteo con los rebeldes, tiroteo que había de reanudarse cien metros más adelante, contra los defensores de una barricada, que con adoquines habían levantado en la carretera.

Desalojada por las tropas la improvisada trinchera, siguieron aquellas hasta Villajuán, pueblo que hallaron completamente desierto, y cerradas a cal y canto todas sus puertas.

Entre Villajuán y el Rial, encuentran dos barricadas más, formadas con los materiales de una obra en construcción la primera, y con piedras y alambres entrecruzados la segunda.

Salvan también estos obstáculos después de dispersar un grupo (1) que, parapetado en las playas inmediatas hostilizaba el paso de la columna, y continúa ésta su marcha hasta el Rial, donde los revoltosos volaran un puente que, después de reconocido y reparado provisionalmente, permitió el paso a los hombres de Revilla y Bernal que, a las cuatro de la tarde, superadas tantas dificultades, vieron cumplido su propósito, llegando a Cambados después de cinco horas de viaje.

En Cambados nada tenían que hacer; el pueblo estaba completamente pacífico y, a poco de haber llegado, regresan a Villagarcía, pudiendo advertir, al no ser hostilizados a su regreso, que la lección de la ida había sido provechosa a los rojos de Villajuán, Caleiro, Sobradelo y otros pueblos.

Aquella misma tarde, y sin haber recibido descanso alguno, las infatigables fuerzas de la columna Revilla salen de Villagarcía, con el propósito de llegar hasta Cesures por la carretera de la costa.

No pudo ser. En Bamio, habían los rojos volado un puente en toda la extensión de la carretera y, ante la imposibilidad de seguir viaje, dispuso el Comandante que dos fuertes guerrillas salieran en persecución de numerosos grupos, que se advertían a lo lejos sobre los montes de Bamio.

Esta operación dio lugar a que los grupos dispersos se concentraran en uno de los picos más altos donde, no podían ser convenientemente batidos; por lo cual, después de haberles mandado unos saludos de ametralladora, regresaron las fuerzas a su base, anochecido ya.

Al día siguiente, 25 de julio, los montes del Giabre -en donde había cuatro numerosos grupos de revolucionarios situados estratégicamente para controlar las entradas y salidas de Villagarcía- y los de Lobeira -refugio de otro grupo que tenía por misión principal volar los depósitos de aguas (2) - fueron visitados por las fuerzas de la columna Revilla, que efectuaron la operación en la forma siguiente:

Muy de mañana salió la columna hasta el lugar de la Torre, en donde se dividió en dos secciones. Una, mandada por el Comandante Revilla, había de hostilizar a los revoltosos que merodeaban por las inmediaciones del lugar de Trabanca, para hacerlos huir hacia el monte, mientra la otra, a las órdenes del Capitán Bernal, hostilizaría a los grupos que ocupaban las inmediaciones de Guillán. Con esto se pretendía reunirlos todos en lugar propicio donde pudieran ser eficazmente batidos, lo que sin duda se hubiera conseguido, si ellos obedecieran a un mando, y no hubiesen escapado cada uno por donde pudo, abandonando un herido, armas cortas, numerosas bombas y una caja de dinamita.

El mismo día 25, después de un pequeño descanso en Villagarcía a las fuerzas que acababan de llegar del Giabre y Lobeira, salieron éstas para Pontevedra a donde llegaron a las once de la noche, después de haber pacificado los pueblos del Grove y Sangenjo, en los cuales mandaban todavía las masas revolucionarias y el Ayuntamiento del Frente Popular (3).

(1) Se decía que éste era el grupo que tenía en rehenes a dos falangistas, uno de Villagarcía y otros de Cambados, de los que se apoderaron días antes.

(2) Misión que cumplieron, dejando sin agua varios días a la población.

(3) En el Grove fue hostilizada la fuerza que, al repeler la agresión, hizo a los revoltosos un muerto y varios heridos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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