viernes, 30 de julio de 2010

Villagarcía: fin de la jornada

Por las razones antedichas, los grupos rebeldes huidos a los montes Giabre, Lobeira y otros inmediatos a Villagarcía, no habían podido ser deshechos en la operación llevada a cabo por la columna Revilla. Aquéllos seguían cometiendo actos de sabotaje en la vía-férrea sobre todo, y en la conducción de energía eléctrica, por lo cual, la Autoridad Militar de la provincia, dispuso, saliese de Pontevedra una pequeña columna mandada por el Capitán Bernal, con la misión de acabar con éstos y otros atentados que intranquilizaban la vida de la población (1).

Uno de los días 28 o 29 de julio, opera esta columna sobre los montes indicados, dividida en tres grupos cuyos objetivos eran los siguientes: el grupo más numeroso, entrando por la carretera de Cesures, había de subir a coronar las crestas del monte de Meda, y seguir en dirección al llamado pico de Giabre Bajo, vigilando especialmente la cañada de Bamio, punto probable por donde había de buscar salida, como así sucedió, los grupos que se refugiaban en dicho monte, y que, apoderándose luego de embarcaciones, habían de pasar la desembocadura del Ulla en dirección a Rianjo. Otro grupo llevaba la misión de batir el monte del Corno, en dirección al Giabre Bajo; y el tercero, partiendo de Cea, había de seguir la misma dirección del anterior, buscando así la concentración de los grupos rebeldes en el punto de confluencia de las tres pequeñas columnas, concentración que se suponía había de quedar efectuada hacia las seis de la mañana, hora en que un hidro de la Base Naval de Marín, había de hacer acto de presencia para cooperar a la operación, bombardeando a los rebeldes.

Todo sucedió como se había previsto, y los grupos, perseguidos por el hidro y fuego de fusilería, huyen despavoridos, dejando abandonadas numerosas bombas de gran potencia cargadas de metralla, dos grandes paquetes de dinamita, tubos de hierro que utilizaban para la fabricación de bombas y algunas armas (2).

A eso del medio día, terminada esta primera parte de la misión encomendada al Capitán Bernal, regresó éste con sus fuerzas a Villagarcía, de donde partió de nuevo en las primeras horas de la tarde, para batir a los refugiados en el monte Lobeira.

Como antes, la columna de dividió en tres secciones, cuyo objeto común era coronar a una hora determinada (las cuatro de la tarde) la parte más alta de dicho monte.

Partieron pues las distintas secciones en dirección a la cruz de Lobeira, saliendo una por Cornazo, otra por Puente-Arnelas y la tercera por Sobradelo y monte de Santa Mariña.

El enemigo, sorprendido y acosado por todas partes, huye tan precipitadamente, que da lugar a que los dos falangistas a que antes nos hemos referido y que estaban en poder de los rebeldes, puedan escaparse, uniéndose luego a las fuerzas de Bernal. Dejaron los rojillos en el campo cinco muertos, varios heridos, armas, bombas en número de cincuenta y víveres en abundancia, teniendo por su parte las fuerzas atacantes un herido leve, de resultas de una perdigonada.

Al día siguiente, después de pernoctar en Villagarcía, regresó Bernal con su gente a Pontevedra, terminando así, de manera tan brillante, una actuación de la que todos los villagarcianos había de guardar imborrable recuerdo.


(1) En la tarde del 28 de julio, cinco individuos armados, entre los cuales iba el "Cotexo" del lugar de Trabanca, se presentaron en la casa del señor Cura de Abalo, registrándola minuciosamente y apoderándose de dos jamones, dos gallinas, 32 pesetas, el sello parroquial y una bandera española que quemaron en la cocina, lamentando no haber encontrado al Cura "pra facer o mismo con él por ter gardado esto", según expresión del "Cotexo".

(2) Créese que en el bombardeo fue muerto uno de los principales jefes rebeldes, el célebre Latorre, capitán de uno de los grupos.

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Texto procedente de la obra del canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, Revdo. P. D. Manuel Silva Ferreiro, Galicia y el Movimiento Nacional: paginas históricas, 1938.

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